Gabriel Ochoa Uribe fue el entrenador colombiano y profesional en medicina deportiva que, a partir de los años 60, revolucionó al fútbol de su país. Una tarea que impulsó luego con mucha mayor efectividad, el argentino Osvaldo Zubeldía. Ochoa Uribe, nacido en Medellín el 20 de Noviembre de 1929, comenzó a jugar en Unión Indulana de Medellín, para luego pasar al fútbol grande de América de Cali y Millonarios de Bogotá, y en el América de Río de Janeiro. Como entrenador se destacó por su estrategia y fuerte personalidad. Fue técnico de Millonarios, Independiente Santa Fe y el seleccionado de Colombia en varias etapas que van de 1963 a 1985.
Entre sus conceptos acerca del fútbol del ayer y el de hoy, Ochoa Uribe, toda una enciclopedia de este deporte, expresa:
1) “Todo es diferente, absolutamente todo; en 1960 jugamos con un 4-2-4, yo fui el primer entrenador en Colombia en introducir ese sistema, que usó Brasil cuando fue campeón del mundo en 1958. Hoy en día jugamos otra cosa, 3-5-2, 4-4-2, 4-3-3, el líbero con stopper, con doble stopper, en fin, un sinnúmero de sistemas que han venido sucediéndose”.
2) “La parte más importante de aquella época murió, el trato y el manejo a la pelota, manejar las puntas. Ya no hay más punteros. Hay espacios para velocidad y se usa el 4-5-1 pero con cuatro defensores a la altura de los 25 metros, con cinco volantes, dos de marca, dos volantes en las puntas, uno de creación y arriba un hombre que lucha solo con cinco adversarios”.
3) “Hoy se juega con una gran condición física, con una excelente táctica-estrategia defensiva y con un ataque por sorpresa. La fundamentación técnica, que es el tercer pilar del fútbol, ha desaparecido. Se juega en bloque. Solo deslumbra Messi, luchando contra muchos defensores. Y gana. Por eso es el mejor del mundo”.
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"Porque el América es uno. El de ayer, el de hoy o el de mañana. Porque el nuestro no es un equipo de fútbol solamente. Es una explosión humana, una pasión aberrante, una arbitrariedad del corazón.
No somos el antojo de esos buenos señores que se dedican al fútbol para disfrutar su tiempo y gastar su plata. NO. El América es sangre de la sangre de un pueblo que por él vive y padece. Y que por él se deja llevar de los diablos todos los domingos.
Como el Flamengo de Río, el Boca de Buenos Aires, el Colo Colo de Santiago, el Alianza de Lima -para no citar otros-, el nuestro no es un club por acciones, sino todo un pueblo uniformado de rojo".
Este adagio de Alfonso Bonilla Aragón, hermano de Carlos Bonilla, primer guardameta que tuvo el América de Cali, resume la filosofía de este equipo.
América es la institución más antigua de Colombia, es el decano del fútbol profesional colombiano, su fundación se remonta a 1927 y su historia está ligada a lo más íntimo de la historia de la ciudad de Cali.
Nació en los barrios populares y desde entonces su insignia está cosida al alma de un pueblo. En todos los rincones de la geografía del país se quiere, respeta y admira.
El América que hoy conocemos tiene sus antecedentes en un equipo llamado Junior, club que mereció el nombre de Racing, por usar los colores distintivos del homónimo argentino.
Posteriormente, se llamó Independiente, y por fin, América, tal como lo relata Marco Tulio Villalot uno de sus primeros guardametas, en un folleto histórico que se publicó hace años. Desde entonces, el uniforme asumió los colores rojos.
El calificativo de "diablos rojos” apareció en los años treinta, después de un partido celebrado en Bogotá, donde un periodista de antaño afirmó que los jugadores del América eran unos auténticos “diablos” en la cancha. El escudo, con el diablo que identifica a la Institución, apareció en la década de los cuarenta.
Obligado por las circunstancias, América es el primer equipo que hace una gira nacional y obtiene el cariño de toda la nación colombiana. América, en una decisión absurda, es expulsado del torneo regional y el Presidente, Luis Carlos Cárdenas, propone la gira por las ciudades principales para no dejar morir a la institución.
Más que una gira fue un hazaña. Desde entonces los nombres de sus cracks alcanzaron la fama y la gloria. América recibió otro apelativo: “La academia roja”, por su fútbol lírico y elegante.
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