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Portero (Daniel Delfino “Maracho” - Argentina)


Papá, ¿es verdad que Maradona es Dios?, preguntó Lautaro mientras miraban en la tele un informe sobre el regreso del maravilloso diez al fútbol profesional.

-No Lautaro, no es Dios. Es el mejor jugador de fútbol que hubo en el mundo, pero no es Dios.

-Pero el papá de Fabián dice que Maradona es Dios.

Pablo, el padre de Lautaro, recordó un diálogo en la puerta del colegio. El papá de Fabián era un insoportable hincha de Boca, que se pasó toda la charla fanfarroneando con los logros de los de la ribera.

-El papá de Fabián está equivocado.

-Pero papá, muchos dicen eso. No sólo el papá de Fabián dice eso. En la tele lo dicen.

-Mirá Lautaro, Maradona le hizo el gol a los ingleses, el gol que cualquier argentino les hubiera querido hacer a esos piratas. Maradona nos hizo felices a todos, su habilidad es como una obra de arte en movimiento, pero no es Dios. Dios es otra cosa.

-¿Qué otra cosa?

-Un ser superior, que nos quiere a todos por igual.

-¿Y Maradona, no nos quiere a todos por igual?

Pablo lo miró abatido. Su hijo era más perseguidor que un Testigo de Jehová.

-Maradona es un hombre y como todo hombre, debe tener gente a la que quiere y gente a la que no quiere.

El niño lo miró con ojos extraños. Sin entender demasiado abrió su bombardeo de preguntas:

-¿Maradona nunca jugó en San Lorenzo?

-No.

-¿Y vos nunca jugaste en San Lorenzo?

-No.

-Y Dios, ¿de qué cuadro será?

-De ninguno.

-¿Y por qué no es de ningún cuadro?

-Porque es Dios y no puede ser de uno sí y de otro no.

-Y Maradona ¿de qué cuadro es?

-De Boca.

Pablo comenzaba a fastidiarse. Maradona, en su corazón, era una ambivalencia nunca resuelta definitivamente. Un añejo resentimiento le había impedido disfrutar con total intensidad de sus milagros. Como si el Diego fuera una mujer dorada que nos sonríe, pero elige a nuestro peor enemigo. Sólo nos queda admirar envidiosos su belleza.

Hinchas de otros equipos y hasta de San Lorenzo obviaron estas situaciones y lo aclamaron con toda la boca. Pero Pablo vivía cautivo en su rígido dogma futbolístico, que podría estar errado, pero que le dictaba el corazón: primero San Lorenzo y después todo lo demás, aun la Selección Argentina. Y a pesar del orgullo de que su hijo de ocho años fuera tan cuervo como él, tampoco quería transmitirle su fundamentalismo azulgrana.

-¿Sabés por qué no es Dios? -le dijo decidido.

El niño lo miró ansioso.

-Cuando yo tenía doce años, sólo cuatro más que vos, con el abuelo fuimos a la cancha de Ferro. San Lorenzo, nuestro querido y adorado San Lorenzo, jugaba con Argentinos Juniors y el que perdía se iba al descenso. Y San Lorenzo perdió y se fue al descenso, a la primera B, a jugar con equipos desconocidos. Todo el mundo se reía de nosotros. El abuelo y yo, esa tarde estábamos muy tristes, como toda la gente que lloraba por las calles. Y cuando llegamos al auto, el abuelo encendió la radio. El periodista que hablaba contó que Maradona, que jugaba en Boca y que había salido campeón esa misma tarde, arribó al vestuario en silencio y que sólo dio rienda suelta a su festejo cuando se enteró de que Argentinos Juniors, el club de sus comienzos, se había salvado del descenso. El abuelo de un arrebato apagó la radio. Tenía bronca. Yo me daba cuenta que lo que había dicho el periodista le había provocado mucho dolor. En silencio, continuó manejando por esas calles grises de Caballito, que nos devoraban como un túnel de tristeza.

-¿Y vos lloraste mucho ese día, papá?

-Sí. Por eso no me gusta que digas que Maradona es Dios. Porque Maradona es una persona como vos y yo. Los que lo dañan son los alcahuetes que viven de su magia. Él, esa tarde, quería que Argentinos no sufra, y estaba bien, porque ésa era su gente. Pero los de San Lorenzo estábamos muy tristes. Dios no quiere que nadie esté triste y nunca se va a alegrar cuando a alguien el corazón se le esté reventando de tristeza. Por eso, nunca hay que pedirle por el resultado de un partido, porque Dios no puede elegir entre uno o el otro. Tiene que ganar el que juegue mejor y haga más goles.

En el informe de la televisión decían que a Maradona le gustaría jugar en San Lorenzo de Almagro.

-¡Escuchaste papi, Diego quiere jugar en San Lorenzo!

La rutilante noticia dejó obnubilado a Pablo e inmovilizó sus ojos sobre la pantalla del televisor. Su mente se puso en blanco. Lo volvió a mirar su hijo, pero esta vez, el que habló fue su corazón:

-¡Dios quiera!

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En partidos de Copa Libertadores hubo resultados muy disímiles en cuanto a los enfrentamientos de ida, de vuelta o revancha. Uno de ellos se produjo en la tercera fase de la edición de 1995, entre los equipos brasileños de Gremio y San Pablo.
En Porto Alegre, como local, Gremio venció con un terminante 5 a 0. Pero en la revancha, en San Pablo, el local ganó 5 a 1. Fue así que Gremio siguió en la Libertadores con mucho susto, apenas por un gol de diferencia. Después terminó ganando la Copa de dicha edición.
Por su parte Newell’s Old Boys, en 1992, perdió de manera contundente en Rosario ante San Lorenzo de Almagro: 6 a 0. Pero en la revancha, los “leprosos” derrotaron a los “santos” por 1 a 0. Ambos siguieron a la siguiente fase y en Rosario, Newell’s ganó por 4 a 0, devolviéndole la goleada.
Por último, quedó en la historia un histórico triunfo venezolano en la Libertadores. Fue en 1971, más precisamente el 17 de Febrero, cuando el Fluminense, de Brasil, derrotó a Deportivo Italia, en Venezuela, por 6 a 0. La revancha fue el 3 de Marzo, en el Maracaná, y en la previa, los hinchas cariocas hacían apuestas acerca del número exacto de goles que se llevarían los de Venezuela. Pero Deportivo Italia produjo otro 'Maracanazo', ganando por 1 a 0. Así, queda claro que “los partidos hay que jugarlos”.

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De las 8 ediciones disputadas de la Copa Sudamericana (2002-2009) se realizaron 496 partidos, convirtiéndose un total de 1.288 goles. Fueron equipos campeones de Argentina. México, Brasil, Perú y Ecuador. En cuanto a futbolistas, el chileno Humberto Suazo mantiene un récord: actuando para Colo Colo anotó 10 tantos, en 2006. Claro que el argentino Bruno Marioni está en lo alto en cuanto a goleador histórico de la Sudamericana, al haber convertido 11, repartido entre los siguientes clubes: Pumas de la UNAM y el Toluca, ambos de México, e Independiente de Avellaneda.
Por su parte el brasileño Nilmar es el único goleador que fue máximo artillero de la Sudamericana y de la Copa Libertadores: fueron 5 tantos para Internacional de Porto Alegre, en la Sudamericana de 2008 y 5 conquistas en el Corinthians, en la Libertadores de 2006. Colo Colo, en 2006 marcó 25 goles en 10 partidos. Es el club más goleador de la Sudamericana en una edición. Detrás del equipo chileno, aparece Liga de Quito, que en en 2009 anotó 23 tantos en 10 cotejos.
En cuanto a futbolistas ganadores, el paraguayo Claudio Morel Rodríguez es el único tri campeón de la Copa Sudamericana: campeón con San Lorenzo en 2002 y campeón con Boca en 2004 y 2005. De los equipos campeones, se registra algo singular: mientras el ganador de la Copa en la última edición, la Liga de Quito, ganó sus 5 partidos como local y ninguno como visitante (3 empates y 2 derrotas), Arsenal de Sarandí, que obtuvo el título en 2007, no venció en ninguno de sus compromisos en calidad de local (4 empates y una derrota) pero se mantuvo invicto como visitante (venció en 4 partidos y empató el restante).

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José Francisco Sanfilippo y Antonio Roma, fueron compañeros en Boca y en el seleccionado nacional. Pero cuando el 'Nene' jugaba para San Lorenzo y Roma era el arquero de Boca, las cargadas entre ellos eran algo cotidiano.
Según relata Sanfilippo en su biografía, escrita por Alfredo Di Salvo, cuando los dos estaban concentrados con el seleccionado, previo a un clásico entre San Lorenzo y Boca que se disputaría el 12 de Octubre de 1962, ocurrió la siguiente anécdota: "Los chistes y las jodas estaban a la orden del día; lo teníamos de punto a ese gran tipo llamado Antonio Roma; nunca se enojaba y mejor así, porque con su físico era mejor que te agarrara un tren. Estábamos almorzando (con la selección), le guiño el ojo al 'petiso' Menéndez (Norberto) y lo llamo a Don Victorio Spinetto (el técnico).
-Quiero hacerle una apuesta, Don Victorio, al Tano. Usted tiene que dar el consentimiento.
-¿Qué es lo que pasa, Nene?
-El tema es el siguiente; el domingo juegan San Lorenzo y Boca, y hago esta apuesta, a pesar de correr con desventaja, no importa. Si le hago dos goles el domingo a Roma, usted lo desafecta de la Selección. Y si no los hago, el que se va soy yo, ¿de acuerdo?
-Sí, Nene, está todo jugado.
Nos damos la mano en señal de conformidad. Se prendía Don Victorio en las bromas. Todos aplaudieron, formalizando el desafío. Se acerca Antonio y me dice:
-¿A quién le vas a hacer dos goles, enano podrido..?
El partido en cuestión, disputado en el Viejo Gasómetro de Avenida La Plata, finalizó 2 a 2. Los dos goles de San Lorenzo los convirtió Sanfilippo (el primero a los 5 segundos, de taco, -en la foto de la izquierda- y el segundo de tiro penal), pero tanto él, como Roma, siguieron siendo titulares de la Selección Argentina.

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A principios de 1939 llegó desde tierras vascas un jugador que se destacaba por su decisión y eficacia en el fútbol español.
San Lorenzo, que buscaba desesperadamente un hombre goleador para integrar el centro de la línea de ataque inició tratativas y luego de cristalizar las negociaciones importó desde España a Isidro Lángara.
El dia 21 de Mayo y en oportunidad del clásico frente a River Plate, la entidad azulgrana hizo debutar al promocionado número 9 y su presentación quedaría para siempre en la historia y en el corazón de los sanlorencistas.
El encuentro se jugó en el "Gasómetro" y San Lorenzo presentó a Gualco, Terzolo, Gilli, Zubieta, Montoya, Colombo, Cavadini, Waldemar, Langara, Ballesteros y Baristain. Los riverplatenses a su vez formaron con Besuzzo, Vaghi, Cuello, Dofolfi, Minilla, Werfigker, Peucelle, Vaschetto, Rongo, Moreno y Pedernera.
A los 7 minutos el Vasco Langara hacia estallar la tribuna sanlorencista con un golazo de su sello poniendo en ventaja a su equipo. Seis minutos después Peucelle lograba el empate. A esta altura cada vez le resultaba más difícil a la defensa de River poder cubrir las entradas punzantes del hispánico que los tenía a mal traer. A los 15', 21' y 39' el vasco lograba sendos goles para su equipo y ponía el resultado 4-1 al término de la primera etapa, convertido en goleador absoluto y desde ese momento en ídolo indiscutido de la hinchada azulgrana.
El partido terminó 4 a 2 al descontar Rongo mediante tiro penal.
Isidro Lángara había entrado por la puerta grande en el fútbol argentino.

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Dinamitero (Francisco Laino / Adolfo Dispagna - Argentina)

* dedicada a Isidro Lángara [1912-1992]


Con bombos y platillos, lo recibieron
al formidable vasco Dinamitero.
Los hinchas de los 'gauchos' están contentos
pues les cayó una estrella del firmamento.

Domingo tras domingo se va portando,
partido tras partido se va agrandando.
Que era justa la fama con que venía
lo demostró con creces el primer día.

¡Dinamitero¡ ¡Dinamitero!
es el grito de la hinchada,
que lo alienta entusiasmada,
contagiándole emoción.

¡Dinamitero! ¡Dinamitero!
Vasco lindo que trajiste
Ese shot que no resiste,
el arquero más varón.

Te temen los contrarios, Dinamitero
pues que tus dinamitas tumban arqueros.
¡Un goal Dinamitero!, grita la hinchada
y entra al arco rugiendo, la ball shoteada.

Para este formidable Dinamitero,
¡Que de cemento armado le hagan arqueros!
Que por algo es Isidro Vasco fornido
y en cancha donde pise será temido.

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Historia de un 'cuervo' (Daniel Delfino “Maracho” - Argentina)


Entramos a un bar de Caseros y Labardén y nos sentamos en una mesa con inmejorable panorámica de la avenida.

-Acá no digas que soy de San Lorenzo porque los de Huracán me achuran -le dije temiendo sus típicas humoradas. Painito es un Joker, un payaso, pero el ambiente de fútbol no entiende mucho de bromas. Y ni terminé de decírselo, que empezó con su show.

-Maaaaraaaaachooo es de Saaaannn Loren..... - y señaló mi cabeza con el dedo.

En el bar había más o menos diez personas, la mayoría tipos grandes, que al escuchar el cantito de Painito, comenzaron a mirarse entre sí, con ojos cómplices, informándose la presencia del cuerpo extraño, que lamentablemente, era yo. En voz baja le supliqué.

-No seas pelotudo, loco.

-No pasa nada, son toda gente buena -dijo en voz alta para que lo escuchen.

Un viejo que estaba apoyado en la barra abrió el fuego, el café se detuvo en mi garganta y retornó a mi boca.

-Che, por qué no vas a acomodar los changuitos al supermercado.

Yo lo miré a Painito con odio.

-Viste boludo, acá se arma el quilombo.

-No pasa nada, quedate tranquilo.

Un pelado desde una mesa me decía no sé qué. Yo no los miraba y observaba nervioso hacia afuera por la ventana. Painito hablaba con todos y todos juntos iniciaron un cantito: "San Lorenzo, no se diga, van a jugar un campeonato con Jumbo y Casa Tía".

Painito conducía la orquesta ampulosamente con los brazos y yo los miraba a todos presintiendo la catástrofe.

Como era de esperar, la jocosidad del cantito pasó a migas voladoras teledirigidas hacia mi cabeza. De repente uno con una remera verde se paró y con voz cruda dijo:

-Loco ¿qué tiene que hacer un cuervo acá? En este lugar no queremos pajarracos.

El clima se espesaba y Painito comenzó a defenderme tratando de calmar los ánimos. Pero la moción del de remera verde cosechaba nuevos adeptos a cada segundo.

-Loco paren, es mi amigo -Painito buscaba remendar el desastre que había desatado de puro fresco.

-Qué paren ni ocho cuartos. ¿Sabés cómo nos habrá puteado éste en la cancha? Que se vaya a acomodar changuitos con todos los cuervos piojosos a la Avenida La Plata.

No aguanté más y me levanté. Al verme de pie, todos enmudecieron como leones expectantes, saboreando a cuenta al cristiano próximo a devorar...

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Al futuro Viejo Gasómetro (Ernesto Pierro - Argentina)


La cancha tenía platea de pibes
con unos asientos pintados de azul;
a nuestras espaldas, un alto alambrado,
mi viejo mirando y la multitud.

Los ojos buscaban después adelante
el otro alambrado, tras el cual creciò
la leyenda santa de un fútbol sagrado
que un cura de barrio al mundo brindó.

Tras ese alambrado del sueño más puro,
el césped, los arcos, las líneas de cal,
y el túnel de donde surgían los héroes
buscando la historia de sesgo inmortal.

La Voz del Estadio traía del cielo
la Marcha sagrada, el canto de amor;
aquella que hablaba del club más querido
que siempre había sido glorioso campeón.

El Alumni, allá enfrente, era incomprensible:
¿qué sería X?, que sería O?
No es O, sino cero, pronto corregía
un pibe de apenas año más que yo.

Carrillo lucía su buzo amarillo,
y en negro enfundado se acercaba el juez
con un ayudante como él ataviado
y entre ambos palpaban la deseada red.

De pronto un murmullo crecía incesante:
la cinco rodaba… ¡Vamos "El Ciclón"!
Mi viejo seguía tras el alambrado
mirando el partido con mi corazón.

¡Pasámela Higinio! -gritaba Facundo-,
en tanto ya "El Nene" picaba hacia el gol.
Un nuevo triunfo llegaba en la tarde
y un mar de pañuelos saludándolo.

Al irse ya todos, vivir la aventura
de subir tablones de a uno, de a dos
mirar Avda. La Plata de arriba…
ver pasar la vida desde el escalón.

Bajo los tablones nacía otro cielo
con la misma honra, con igual honor
por aquel pasillo todo embaldosado
seguía el camino del más ganador:
el hockey, el tenis, natación o tiro
-algunos ejemplos de orgullo sin fin-;
Catedral de básquet, de box y atletismo
que vio aquel gigante salón San Martín.

De un lado la escuela, de otro lado el cine,
y unos Carnavales para no creer;
ajedrez, folklore, y una biblioteca
que solo el más grande podía tener.

Patín, yudo, pesas, en todo campeones,
y en cuanto a pasiones ninguno mejor;
ninguno que luzca más lindos colores
ni hinchada que ame con tan fiel amor.

Volverán las tardes aquellas, te juro,
Gasómetro hermano, aunque yo no esté.
Será en Avda. La Plata, tu calle,
tu barrio Boedo te verá volver.

Se oirá más fuerte que nunca ese grito
de “¡Ciclón!” bajando de la multitud.
Y tendrá la cancha platea de pibes
y asientos pintados de color azul.

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En 1963, José Francisco Sanfílippo fue transferido de San Lorenzo a Boca Juniors, en pase millonario. El ‘Nene’ Sanfílippo había sido ídolo indiscutido del club de Boedo, donde domingo tras domingo coreaban su nombre, respondiendo siempre con goles. Sanfílippo, con la camiseta azulgrana, fue máximo goleador de cuatro campeonatos consecutivos -1958, 1959, 1960 y 1961- artífice de innumerables alegrías para esa hinchada. Sin embargo, cuando le tocó jugar con la camiseta de Boca, por primera vez contra San Lorenzo, sucedió un hecho que lo amargó mucho.
Fue por la 3ª fecha del campeonato de 1963, más precisamente el 12 de Mayo, partido jugado en el Gasómetro de Boedo. Apenas se había jugado un cuarto de hora cuando tras un encontronazo entre Sanfilippo y el defensor local, Alberto Mariotti, se produjo un incidente que motivó que el árbitro Roberto Goicoechea expulsara a ambos jugadores. Enardecido por lo que consideró una injusticia -Mariotti le fue muy fuerte- Sanfilippo protestó airadamente la decisión de Goicoechea frente a la platea sanlorencista que, olvidando el pasado glorioso del ‘Nene’ en el club, lo insultaba en su totalidad.
Fue tal la indignación de Sanfilippo que, antes de dejar la cancha e ingresar al túnel que daba a los vestuarios, no tuvo mejor idea que besar la camiseta de Boca, actitud que durante muchos años no le fue perdonada por la hinchada de San Lorenzo.
Ya en la década del 70, un veterano pero vigente Sanfilippo, luego de pasar por Nacional de Montevideo, Bangú y Esporte club de Bahía de Brasil, regresó a San Lorenzo, retirándose como un grande, al formar parte del plantel que conquistó, en 1972, los torneos Metropolitano y Nacional.

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De huracanes y ciclones (Juan Garlos Guastoni - Argentina)


Domingo de trifulca y entrevero.
Encono singular. Domingo denso
de pasión y de grito futbolero...
se enfrentan Huracán y San Lorenzo.

Las hinchadas del “cuervo” y el “quemero”
Hoy concuerdan un único consenso:
les parece más linda “la de cuero”
y el verde de la cancha más intenso...

Son noventa minutos de porfía
ciñendo el corazón. Y de repente
¡la explosión!; ¡el clamor!; ¡la algarabía!

De un ”Goooooool” inapelable y concluyente
trayendo tu pesar o tu alegría.
(Mi alegría o pesar, inversamente).

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En 1959, San Lorenzo de Almagro se consagraba campeón del fútbol argentino y como tal, al año próximo le tocaba en suerte participar de la disputa de la primera Copa Libertadores de América.
Tras eliminar al Bahía (Brasil) por el Grupo II, su futuro rival, en semifinales, era Peñarol de Montevideo. Entre los aficionados argentinos, y particularmente en los hinchas de San Lorenzo, esta Copa no interesaba demasiado. No tenía mucha "prensa".
El primer partido se disputó en el estadio Centenario de Montevideo (foto), ante 55 mil espectadores. En Uruguay, las cosas se tomaron de una manera diferente. Allá, las expectativas eran muchas. Pero pese a todo, como San Lorenzo tenía un equipo muy fuerte, en especial en su ofensiva (Facundo, Ruiz, Oscar Rossi, Sanfilippo y Boggio) se logró un importantísimo empate. Linazza convirtió para los mirasoles y Boggio para los santos.
La revancha fue en Buenos Aires, en el estadio de Huracán, ante solo 10 mil personas. Muy poca gente para la época. Y fue empate en cero.
Como en esos tiempos no existía el gol de visitante para definir la paridad, tuvo que realizarse un tercer partido, en país neutral. Y ahí apareció la experiencia del recordado directivo de Peñarol, Washington Cataldi, viendo el negocio y el cierto desinterés del club argentino. Entonces, ofreció una suma de dinero (50 mil pesos de la época) para que la definición se realizara en el Estadio Centenario.
Los dirigentes de San Lorenzo aceptaron y Peñarol, nuevamente como local, y con dos tantos del ecuatoriano Alberto Spencer al arquero Vladimiro Tarnawski llegó a la final.
Finalmente, Peñarol ganó la primera Copa Libertadores al derrotar a Olimpia, quedando en la historia sudamericana.

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Bambino Veira, personaje de Buenos Aires


(fragmento del Capítulo 11 en el cual narra los días posteriores al 17/09/92 en donde recupera la libertad)

Pasó menos de un año aferrado a la vida sólo por los afectos. La familia, los amigos y la certeza de que lo que no llega a matar, fortalece. El abrazo interminable con Carlos Gatti no se detuvo nunca. Siempre estuvieron ligados y, naturalmente, cara a cara buscaban retazos de energía y coraje para seguir adelante.

- Me comí un garrón, Carlitos. Me embocaron.

- Hay que seguir Bambi, no te podés caer.

- Ya lo sé, pero pasé por un momento muy duro. Muy especial, muy doloroso. Me ayudó mucho mi conciencia, mi fe. Y, por supuesto, mi familia, mis amigos y la gente que siempre me quiso. Yo intuyo que el hincha de fútbol me va a apoyar.

- No tengas dudas.

- Solamente mi conciencia me hizo seguir adelante. Yo tenía la gran tranquilidad de que era inocente de todo lo que se me acusaba. Y eso me ayudó a salir. Era mi tranquilidad mental. Sabía que en algún momento todo ese flagelo se iba a terminar.

- Y decís bien… Tu mundo se había reducido al pabellón VIP, una cuadra con las camas una al lado de la otra, un solo baño para diez personas, un televisor viejo, una heladera, un teléfono público, una mesa de ping pong y cuatro livings con una mesa y cuatro sillas para recibir familiares y amigos. ¡Eso lo usaste mucho vos porque no pararon de visitarte!

- Tenés razón ¡Cuánto me ayudaron! Cuánto y cuántos. La lista es interminable. Todos los amigos del barrio, obviamente, más Carlos Veglio, Toscano Rendo, Victorio Cocco, Víctor Hugo Morales, el loco Gatti, Marcelo Araujo, Fernando Niembro, Roberto Rimoldi Fraga, que se puso a cantar, ¡y muchos más!.. Y el gran Joan Manuel Serrat, claro.

- Todos se portaron muy bien. Lo de Serrat fue impresionante.

- Un fuera de serie. No sé si te conté alguna vez como fue que te ubicó. Vino a cantar a Argentina y me llamó por teléfono a mi trabajo. Me empezó a hablar y yo pensé que era alguien que me estaba cargando, pero no, me citó en el Hotel Panamericano y me explicó que quería verte. Él consideraba que tenía que obrar con vos del mismo modo que lo hiciste en Guatemala, cuando lo recibiste en tu casa. Teníamos una relación linda desde que en 1969 presentó “Tu nombre me sabe a hierba” en San Lorenzo y nos vimos al salir de un entrenamiento.
Ahora se bancó toda la fila como uno más y eso que los guardias le ofrecieron pasar de largo. Esperó pacientemente y después estuvo como cinco horas con vos. ¡Un domingo a la mañana, después de un show y antes del siguiente! Yo no me olvido nunca más de eso. No me va a alcanzar todo el tiempo del mundo para agradecerle.


- El mejor agradecimiento es que estés entero.

- Estoy entero. No me quebraron. Para mí esto fue un accidente de vida. Me la tuve que bancar. Tuve que poner el pecho y salir adelante. A mí me tocó eso. Tuve la suerte, la fortuna de que no me quemaron la mente, que no lograron quebrarla. Yo estaba fuerte y mi fuerza crecía día a día porque yo sabía cuál era la verdad. En el pabellón de Villa Devoto leí mucho la Biblia y eso me ayudó bastante. Me tranquilizó. Recuerdo los salmos 27 y 70. Fueron los que más me reconfortaron, sobre todo el primero: “Cuando se juntaron contra mí los malignos para comer mis carnes, ellos mismo, mis adversarios y mis enemigos, tropezaron y cayeron”.

- ¿Qué vas a hacer ahora? No tenés que esconderte.

- ¡Noooo! ¿Por qué? Mirá, cuando abandoné el pabellón me sentí totalmente liberado. Voy a hacer una vida normal, como la que había hecho antes de ingresar en la cárcel. No tengo por qué esconderme.

- Así te quiero escuchar.

- Así va a ser. Tengo dos opciones: vengarme de todos o dedicarme a mi familia. Sonia, mi mujer, y mi papá Víctor me aconsejaron bien. Voy a optar por la segunda. Vuelta de página y a continuar.

- Tenés razón. Vamos ya mismo a sacarte la duda sobre cómo te va a recibir la gente. Vamos a caminar por la calle.

-¿Te parece? ¿Ahora?

- Ahora, levantate. Es plata o mierda. Vamos a la calle Florida.

Llegaron a la peatonal y divisaron a una veintena de alumnos que paseaban de excursión. Antes de que cualquier otra persona se les acercara, la maestra apuró el paso y les solicitó permiso tímidamente para que se tomaran fotografías. Rieron durante varios minutos y, ya completamente distendidos por la prueba superada, volvieron al bar a encontrarse con la barra de amigos. A poco de entrar, el Bambino miró fijamente a Carlos y le aseguró: “Estoy de vuelta, gracias por todo”. Cuarenta días después, San Lorenzo lo citó otra vez.

La otra versión, no menos confusa, viene de Malenna (ex Sebastián) Candelmo. Ocurrió el 17 de Octubre de 1987 en el departamento que entonces Héctor Veira tenía en el barrio de Caballito. Por miedo, por vergüenza y también por ser menor de edad, Sebastián Candelmo, el chico de 13 años que acusó al ex técnico de Boca y San Lorenzo de haber sido abusado, permaneció en silencio. Hace unos años, a sus 27, Malenna, como Sebastián se hace llamar, apareció “Aunque recuerdo todo, trato de no revivirlo porque me hace mal”, adelantó ante las cámaras de “Intrusos”. Se negó a dar detalles. “No sé si Veira usaba slip, me acuerdo del pantalón marrón que llevaba y que peló el coso -dijo y pidió que no lo obliguen a dar precisiones-. Pasó lo que puede pasar en una cama”, resumió. Fue mi primer hombre”.

Según Candelmo todo empezó con un pedido de autógrafo. Viajaba con su padre en auto cuando vio al Bambino en la calle: “Ese día mi padre lo reconoció y yo le pedí un papel para solicitarle un autógrafo”. Sebastián estaba con un amigo -explicó- y los dos se bajaron del coche y se acercaron para pedirle su firma. “Me dijo que la birome no funcionaba, y me invitó a subir al departamento”. Candelmo cuenta que subió solo por pedido del Bambino. Como no había lugar en la cuadra para estacionar su padre quedó dando unas vueltas a la manzana y al volver vio que su hijo no estaba. Una vez en el departamento Sebastián pidió permiso para ir al baño. “Cuando salí él me estaba esperando en la habitación”.

Candelmo reconoce que “él sabía que tenía una tendencia homosexual” y que tenía miedo “de la homosexualidad, porque si eras travesti en ese entonces te pegaban o te mataban”. Comentó que así se lo hizo saber a Veira. “Tuve miedo y yo se lo planteé”, dijo: “Fue mi primer hombre. Por eso es que siento que Veira es culpable de mi homosexualidad, aunque no de mi travestismo”. Y negó que todo haya sido “una cama” para sacarle plata a Veira. “Cuando sucedió este hecho vivíamos en Martínez -se defendió explicando que entonces gozaban de un buen pasar-. Después mi familia cayó en bancarrota por lo que tuvimos que pagar en abogados”. Se gastó todo, “el Bambino” también perdió.

El escándalo lo obligó a dejar el fútbol y después de tres años de acusaciones y desmentidas, pagó con 11 meses de cárcel en Devoto. Veira quedó en libertad en 1992, pero el caso siguió con una demanda por daños morales que se resolvió a favor de la familia Candelmo en 1998. Veira debió pagar una indemnización de 110.000 dólares más intereses -$ 145 mil- y sufrió el embargo del 90% de sus bienes y el 20% ciento de su sueldo en San Lorenzo que lo llevaron casi a la quiebra.

¿Qué hizo Candelmo con la plata que cobró? La gastó en menos de un año. Compró una oficina para su padre, la casa donde vive con su mamá y otra casa en Mar del Plata a donde se fue a vivir un año para escapar de su vida. “Mi apellido es una cruz. Mis amigos se borraron. A los 16 años me escupían y pegaban. Fui discriminado en el colegio y en el barrio. Aunque nos mudábamos seguido, la gente se enteraba, y siempre era conocido como el chico del caso Veira…”, dijo.

La depresión que vivió desde los 16 lo hizo cambiar de hábitos. “La droga fue un escape, empecé a consumir cocaína a los 17 y dejé a los 22, porque siempre que consumía me los imaginaba a mis viejos llorar”.

En ese lapso estuvo varias veces muy cerca de la muerte. “Me internaron en el Ramos Mejía y me hicieron un lavaje de estómago porque había tomado un montón de pastillas”. No fue una casualidad, dice que varias veces más intentó acabar con su vida. “Quise suicidarme otras veces, me corté las venas a los 16 y, también, a los 18″. Dijo haber terminado con “tanta locura”. Pero ni la plata cobrada, ni el cambio de imagen -“me hice las lolas el 8 de Mayo de este año” (2000)-, cuenta le dieron tranquilidad. Con las operaciones de cola y de nariz (con la que dijo a Foco no haber quedado satisfecha), los peeling faciales, la plata se acabó rápido y Sebastián se volcó a una nueva vida.

Adoptó el nombre de Malenna por una película que había visto, y que trata de una chica que es violada, y abrió un sitio web para mostrarse. Un amigo la convenció de sacarse fotos desnuda, cuenta a Foco. “Para poder trabajar publiqué mis fotos en Internet con el nombre de Malenna Candelmo. Usé mi apellido porque sé que muchos van a buscarme para decir: ´A ver qué se siente hacerlo con el chico del caso Veira”.

Debutó unas semanas después y fue una situación traumática: “Con el primer tipo que tuve relaciones estaba en pedo, tomé tres whiskies, y cuando estaba un poco mareada subimos al hotel alojamiento. Una hora después volví a casa corriendo. Subí las escaleras, me encerré en mi cuarto y me puse a llorar” -cuenta angustiado-. Aunque jura que sus padres la apoyan, cuenta que vio la vergüenza en la cara de su padre cuando se lo confesó, y que su mamá Nélida sufre un ataque de nervios desde que salió la nota de Intrusos. Sentido dolor Pero hay quienes dicen que su dolor no es genuino.

Yanina Veira, la hija del Bambino, desliza que en la homosexualidad de Candelmo está la prueba de la inocencia de su padre. “Él lo acusó de violación y ahora aparece siendo un tremendo travesti. Yo también tuve que cambiarme de ocho colegios porque mi vida era un caos, y ahora tengo que remontar todo ese pasado”.

Lidia Pepe, la primera esposa de Veira, también acusa a Candelmo: “Su condición venía de nacimiento y ahora dice que el caso del Bambino lo arruinó, que tuvo que hacer la calle y en un año se gastó la plata. Yo sabía que lo habían echado del colegio por amanerado. Además ellos vivían en una pocilga y ahora tienen dúplex”.

Malenna se defiende y mostró a Foco su casa sin lujos, donde vive con su madre, su perra Luna y su gato Chatrán. En su cuarto se ven algunas de sus fotos. Todas son de la infancia, antes del escándalo con Veira, antes de que se reconociera como “travesti”, condición de la que está orgullosa (sueña con llegar a ser como Florencia de la Vega).

Además, está repleto de imágenes de Jesús y la Virgen. “Dios es fundamental” dijo su mamá, y Malenna reza para poder mitigar su dolor. “Odiar, no odio a nadie, pero si me cruzase con el Bambino Veira le diría: ‘¡Cómo me cagaste la vida!´”.

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Yo no hago goles, soy un instrumento de Dios para hacer goles.

(PAULO SILAS, ex futbolista brasileño, cuando jugaba en San Lorenzo de Almagro y militaba en los Atletas de Cristo)

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Mucha gente no le perdona su pátina intelectual…

El fútbol tiene tics conservadores y autoritarios, tal vez porque es un juego primario, con un punto de brutalidad evidente. Alguien que pretenda reflexionar sobre el fenómeno del fútbol no tiene buena aceptación. Por otra parte, yo poseo una gran facilidad para hacer amigos y enemigos. Sin darme cuenta siempre me veo metido en medio de dos trincheras.

¿Qué le molesta más, que le llamen cursi, rojo o sudaca?

Sin duda, sudaca. El término es despectivo. Le contaré una historia de Lángara que a mi me gusta mucho. Lángara fue un futbolista vasco, republicano, que tuvo que exiliarse y fue a parar a la Argentina. El día de su debut en San Lorenzo de Almagro metió tres goles, y toda la hinchada le gritó "vasco, vasco, vasco". Bueno, pues entre ese "vasco, vasco, vasco" y el "indio, indio, indio" con que nos reciben aquí a los sudamericanos, hay una diferencia donde cabe toda la injusticia inimaginable.

¿Sigue siendo un ídolo, Maradona?

Es un personaje al que mucha gente quiere imitar, un personaje polémico, amado, odiado, que provoca gran convulsión social, sobre todo en Argentina... El error está en poner el acento sobre su vida privada. Maradona es incomparable dentro de un campo de juego, pero también ha convertido en espectáculo su vida.

(Fragmento de una entrevista a Jorge Valdano, publicada en el Diario “El Mundo” de Madrid)

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Cierta vez me preguntaron a mí qué cuadro prefería, y yo pensé que se referían a telas o a óleos,y les expliqué que como no veía bien, la pintura no me interesaba demasiado. Pero parece que no: se referían al cuadro de fútbol. Entonces yo les dije que no sabía absolutamente nada de fútbol, y ellos me dijeron que ya que estábamos en ese barrio de Boedo y San Juan, yo tenía que decir que era de San Lorenzo de Almagro. Yo aprendí de memoria esa contestación, siempre decía que era de San Lorenzo, para no ofender a mis compañeros. Pero pronto noté que San Lorenzo de Almagro, casi nunca ganaba. Entonces yo hablé con ellos, y me dijeron que no, que el hecho de ganar o perder era secundario -en lo que tenían razón-, pero que San Lorenzo era el cuadro más científico de todos. Eso me dijeron, sí… Se ve que no sabían ganar, pero lo hacían metódicamente.

(JORGE LUIS BORGES [1899-1986], célebre escritor argentino, uno de los autores más destacados de la literatura del siglo XX)

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Antes de la final del Mundial de 1930, el delantero argentino Luis Monti, (foto) había recibido innumerables amenazas anónimas contra él y su familia. De urgencia mandan a llamar a Bidegain y Larrandart, dos de los dirigentes de mayor peso del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, institución donde jugaba Monti.
En un principio los dirigentes argentinos le atribuyeron las amenazas a algunos fanáticos uruguayos, debido a que en la final del Campeonato Sudamericano de 1929, disputada en Buenos Aires y ganada por Argentina, Monti se había trenzado a golpes de puño con el guapo de la otra orilla, Lorenzo Fernández.
Francisco "Pancho" Varallo recordaba años después: "Monti no tendría que haber entrado en la final, se lo notaba cohibido, como con miedo a jugar".
Pero con el tiempo se sabría que se trataba de la mafia italiana, comandada nada más ni nada menos por Benito Mussolini. La idea era que la selección argentina fuera derrotada por los locales y que el culpable del subcampeonato sea de Luis Monti, para que todo el pueblo de su país lo maltrate y menosprecie, para que finalmente cuatro años más tarde acepte defender la camiseta del seleccionado italiano, el cual sería local en el '34.
Los espías italianos encargados de cumplir la misión eran Marco Scaglia y Luciano Benetti, quién apenas comenzada la final del mundo le comentó por lo bajo a su colega: "Dentro de noventa minutos sabremos si tendremos que matarlo a él, a su madre u ofrecerle mucho dinero para ir a jugar a Italia".
Finalmente Monti jugó contra su voluntad, pero el miedo le impidió hacerlo como merecía la afición argentina. Tiempo después recordaría: "Me mandaban anónimos, no me dejaron dormir la noche anterior".

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Profesionalismo vs. Amor a la camiseta


Los ídolos de equipos grandes que de chicos hinchaban por “la contra”

Racing e Independiente tienen técnicos con pasiones cruzadas. Pero también los tuvieron Boca y River y San Lorenzo y Huracán. ¿Es condición ser hincha para triunfar en un equipo? El listado de los que cuando eran niños alentaban a los rivales.

La llegadas de Claudio Borghi y de Juan Manuel Llop a las direcciones técnicas de Racing e Independiente y sus pasados como hinchas de la “contra” provocaron revuelo entre los fanáticos de ambas instituciones de Avellaneda. Mientras que a unos poco parecía importarles el pasado de “tablón” de sus nuevos directores técnicos, otros salieron ofuscados a denostarlos en los distintos foros de Internet.

La historia demostró que no siempre los que fueron más admirados por las hinchadas de los equipos grandes de la Argentina fueron los que desde la cuna abrazaron los colores que los consagraron. Hasta en algunos casos, los más ganadores con una escuadra, cuando pequeños soñaban con gritar goles trepados al alambrado de la tribuna diametralmente opuesta a la que los admira.

Enumeramos entonces los casos de ídolos de los cinco equipos grandes que de niños eran hinchas de otros cuadros.

ÍDOLOS DE BOCA JUNIORS

Diego Cagna (hincha de River)
El padre del capitán del equipo que batió el récord de partidos invicto trabaja en el estadio Monumental de Núñez desde hace décadas. Cagna heredó esa pasión pero tantos años en el Xeneize llevaron a que declare que ahora le quiere ganar sí o sí al que fue el equipo de sus amores durante su infancia.

Carlos Bianchi (hincha de River)
El entrenador que más títulos consiguió en la historia de Boca Juniors, soñaba de pequeño con lograr lo que logró pero con una banda roja en su pecho y el “9” en su espalda. Hoy ya se considera parte de la “familia” del equipo de la Ribera pero no niega su pasado.

Diego Armando Maradona (hincha de Independiente)
¿Quién puede negar que el “Diego” sea fanático de Boca? Su padre era desde siempre seguidor del equipo de la Ribera pero el más grande de todos los tiempos se eclipsó ante la magia del “Bocha” Bochini y tiró durante un tiempo por el “Rojo”. Su palco en la “Bombonera” hace que ese pasado quede totalmente sepultado.



ÍDOLOS DE RIVER PLATE

Daniel Passarella (hincha de Boca)
El defensor más goleador de la historia de River Plate, en su Chacabuco natal pateaba con su zurda el balón soñando con ser Marzolini, Rattín o “Rojitas”. En el ’98 estuvo a punto de ser entrenador Xeneize pero por algunos detalles el acuerdo se cayó y el elegido fue Carlos Bianchi. ¿Qué hubiera pasado?

Norberto Alonso (hincha de Racing)
El “Beto” se probó en Racing varias veces pero lo rebotaron. Cansado de no poder cumplir su sueño, se fue hasta Núñez en una época en la que el “Millonario” contaba años sin títulos. Cuando la sequía cumplía 18, con la “10” en la espalda llevó al equipo a la gloria y la hinchada lo adoptó como ídolo.

Reinaldo Merlo (hincha de San Lorenzo)
En las veredas de La Paternal donde Paysandú y Añasco se cruzan, un nene de cabello rubio jugaba de delantero emulando a José Sanfilippo. Todo cambió con los años para Mostaza. Se quedó con la “5” de River hasta su retiro y dice que el Monumental es "su casa".

ÍDOLOS DEL RACING CLUB

Juan José Pizzutti (hincha de Independiente)
Uno de los máximos goleadores de la historia de Racing y el técnico más ganador con esa casaca, confesó que de chico le tiraba la contra. Con el tiempo esa pasión se le fue yendo y hoy nadie puede negar que “José” es tan de Racing como Gardel.

Claudio “Turco” García (hincha de Huracán)
Inolvidable es el “Turco” para los hinchas de la “Academia”. Su gol con la mano y los pantalones que se “dejaron caer” ante Independiente lo ponen entre los máximos ídolos de Racing. Pero ese atrevido wing nunca negó su pasado “Quemero”.

Rubén Oscar Capria (hincha de San Lorenzo)
Cuando era pequeño en General Belgrano, el “Mago” pateaba tiros libres con la misma precisión que lo caracterizó siempre pero soñando con que los hacía con la camiseta azulgrana. Su hermano Diego cumplió ese sueño pero al último “10” que tuvo Racing, le quedó como asignatura pendiente.

ÍDOLOS DE INDEPENDIENTE

Ricardo Bochini (hincha de San Lorenzo)
Nunca negó el “Bocha” que de chico era hincha de San Lorenzo. Poco les importa a los del “Rojo” que disfrutaron de sus pases milimétricos y de su talento por casi dos décadas. Una calle lindera al futuro estadio lleva su nombre por lo que su pasado “cuervo” queda para el álbum de fotos familiares.

Enzo Trossero (hincha de Racing)
En el ’83, Racing se estaba despidiendo de la Primera División e Independiente se estaba consagrando campeón. El árbitro sancionó un penal en contra de los más sufridos de Avellaneda y un férreo marcador central lo convirtió en gol. Ese era Enzo Trossero que de chico nunca hubiera imaginado ser protagonista de esa historia.

Luis Artime (hincha de Racing)
Su admiración por Rubén Bravo lo llevó a jugar siempre de delantero y a acostumbrarse a gritar goles. Uno de los más eficientes centro atacantes de los ’60 fue ídolo “Rojo” antes de pasar a River y Nacional de Montevideo pero nunca negó su fanatismo por la “Academia”.

ÍDOLOS DE SAN LORENZO DE ALMAGRO

Héctor “Bambino” Veira (hincha de Huracán)
“De la mano del ‘Bambino”, la vuelta vamos a dar” cantaba la hinchada de San Lorenzo. Veira fue la cuota de picardía de los “Carasucias” junto a Rendo, Doval, Areán y Casa pero de pequeño era ciudadano de Parque Patricios y como casi todos los de allí, el “Globo” era su pasión.

Néstor “Pipo” Gorosito (hincha de River)
Su padre le puso de nombre Néstor y de segundo nombre Raúl como claro homenaje a Rossi. De niño emulaba a su tocayo jugando de mediocampista central. Los años lo convirtieron en enganche y en símbolo “cuervo”.

Leandro Romagnoli (hincha de Huracán)
“Pipi” estuvo cerca del ring side en una oportunidad en la que se homenajeó a un ícono “quemero” como lo es Oscar “Ringo” Bonavena. Cuenta una leyenda que heredó esa pasión de su papá Atilio y hasta se hizo un tatuaje de un globo que ya tapó con otro.

Otros equipos

No es todo esto ya que podemos nombrar a otros símbolos de los equipos más importantes de la Argentina que simpatizan (o simpatizaban) por los denominados chicos.

En lo que respecta a Rosario Central cuenta como hinchas a Javier Mascherano (ex River) y Leandro Gioda (actual Independiente) e incluso al ex “leproso” Juan Simón. Su archirrival Newell’s tiene a Lionel Messi y al “Tolo” Gallego como simpatizantes.

Diego Latorre y el “Pipa” Jorge Nicolás Higuaín gritaron los goles del “Beto” Márcico en el Ferro de Griguol pero nunca pudieron ponerse la “verde” de sus amores, algo que sí pudo hacer Roberto Fabián Ayala.

Entre los cordobeses podemos decir que Pablo Aimar sueña con jugar en su querido Belgrano como lo hizo Mario Kempes en su amado Instituto y Oscar Dertycia en Talleres. Dos hinchas de equipos de La Plata como Ricardo Caruso Lombardi (Estudiantes) y Rodrigo Palacio (Gimnasia) nunca tuvieron vínculo alguno con los equipos de su corazón pero sueñan con poder conseguirlo.

El “Tigre” Gareca volvió de Colombia (tres veces finalista de la Libertadores con el América de Cali) para cumplir su sueño de jugar en Vélez. También Hernán Díaz pudo jugar en Colón (siempre dijo ser “sabalero”) cuando River lo cedió a préstamo. Cerca estuvo el “Chanchi” Estévez de jugar en su Huracán querido pero hasta ahora no lo concretó.

Si a equipos que están en el fútbol del ascenso nos referimos, podemos decir que Chacarita Juniors tendría un técnico que ahora dirige a un equipo grande (Carlos Ischia) y a un arquero de Selección (Oscar Ustari) si ambos se decidieran a trabajar en el equipo de sus amores. Siguiendo esa línea, Julio Cruz volvería al país para cerrar su carrera en su querido Témperley tal como lo hizo Néstor Fabbri (otrora capitán de Boca y Racing) en All Boys.

¿Amor a la camiseta?

Queda claro entonces que para triunfar en el fútbol no hace falta tener ese fuego sagrado que tienen los sufridos hinchas que pagan semana tras semana su popular para alentar al equipo. Profesionalismo, talento y garra son los condimentos necesarios para lograr ser ídolo.

Las viejas camisetas de piqué quedan archivadas y tanto futbolista como técnicos demuestran que con el pitazo inicial no hay pasado ni tradición que valga. Así entonces, los hinchas de Independiente podrán soñar con dar la vuelta de la mano del racinguista Borghi mientras que la “Guardia Imperial” anhela evitar la Promoción y por qué no construir una nueva estatua de un Juan Manuel Llop que cuando niño admiraba a Bochini.

Los verdaderos hinchas entonces están detrás del alambrado...

(artículo publicado en Abril de 2008 en el portal “26 Noticias”)

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Acá se confunde motivación con presión. En mi última etapa en San Lorenzo yo siempre decía: 'Escúchenme, muchachos, vamos a ir a jugar al fútbol, no a la cámara de gas'. Hay pibes que están tremendamente presionados.

(HÉCTOR “Bambino” VEIRA, ex jugador y entrenador argentino)

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Los colores de mi cuadro (Padre Raúl Entraigas - Argentina)


¡Rojo como sangre joven y azul,
como el mismo cielo,
son los colores que ostenta
nuestro heroico San Lorenzo!

Rojo como el sacrificio de sus muchachos primeros
que escalaron posiciones pero sólo a sangre y fuego;
y azul como la guardrapa turquí del cielo porteño
que envuelve, como una madre, la ciudad de los ensueños...

Rojo como los ocasos que tiñen de oro y bermejo
a nuestras pampas tranquilas en largas tardes de Enero;
y azul como los ideales que llevamos en el pecho
que son valor y energía en los bravos entreveros.

Rojo como los pimpollos de nuestro clásico ceibo,
que es la flor que simboliza todo lo criollo, lo nuestro;
y azul como la superficie dormida de un mar sereno
cuando parece que acuna diafanidades de sueños...

Rojo como sangre joven y azul como el mismo cielo
son los colores que ostenta nuestro heroico San Lorenzo.

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El día que le hice un gol a Boca, la gente de San Lorenzo en las tribunas gritaba: "Brasil, Brasil". Se cayó una barrera cultural esa vez.

(PAULO SILAS, ex jugador brasileño, de recordado paso por San Lorenzo de Almagro)

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