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Un emotivo encuentro (Eduardo Pérsico - Argentina)


Si Atlanta jugaba con Rácing no sería bueno atropellarse con la multitud y habían decidido juntarse en el bar cercano a la cancha. El Ruso llegó un poco atrasado, entretenido por un amigo que le regalara una entrada, dijo, y los tres salieron caminando por Dorrego.

- Hoy ganamos, Ruso -dijo el Bebe palmeándole el hombro.

- Dios te oiga, pero Racing viene primero -agregó Alberto cuando del subterráneo de Corrientes surgió un malón flameando una bandera.

- ¿Así que vos ya tenés la entrada, Ruso?

- Sí.

En la puerta del edificio donde vivía el Bebe un remolino de gente los separó y al cruzar la vía, Alberto preguntó.

- Che Bebe, ¿y el Ruso?

- No sé, andará por ahí adelante.

Siguieron por Humboldt, retrocedieron a la barrera del ferrocarril y no verlo el Bebe suspendió la búsqueda.

- Vamos, ya empieza y este Ruso boludo ya vendrá.

- ¿Dónde se habrá metido? -se dijo Alberto y entraron.

En los primeros minutos no sucedió nada interesante, salvo un derechazo del nueve de Atlanta por encima del travesaño y el Ruso metiendo con delicadeza la mano bajo la blusa de Nora. Ninguno de los equipos se preocupaba por atacar, en cambio Nora estiró una mano y dejó el dormitorio a media luz. El inicio prometía: el diez de Racing se apresuró en un contragolpe y el Ruso se quitó despacio la camisa mientras Nora cumplía el rito de acariciarle el pecho. En Atlanta, el medio campo era luchado, pero al abandonar el Ruso sus mocasines, Nora, descalza, se subió sobre sus pies y trastabilló en la alfombra riendo como una chiquilina.

El encuentro siguió sin variantes hasta la media hora, cuando Alberto reclamó un foul en el área de Racing y el Bebe lo secundó puteando al referí que pitaba siempre en contra de Atlanta. Sin reclamar ningún penal Nora y el Ruso se devoraban y la mujer levantó las piernas al infinito en un gemido cuando el Ruso se venía se venía y en la misma jugada ella cruzaba la línea del gol del alma y de todos los sentidos...

En tanto Racing hacía valer su mejor condición física, luego de la primera emoción de la tarde Nora pegadita al Ruso le murmuraba en el oído, ya que los del departamento contiguo no eran sordos ni ciegos como ese referí hijo de puta que durante el primer tiempo cero a cero pitó siempre en contra de Atlanta y ni cobró un penal evidente al revolcarse los dos sobre la alfombra del área chica.

En el entretiempo Alberto y el Bebe estiraron la cabeza pero no vieron al Ruso que se perdía el partido por tener sus ojos entornados y echando humo al cielorraso, el tarado. Con el clima algo fresco los jugadores tomaron agua natural, Alberto y el Bebe manotearon dos vasitos de Pichi Cola y Nora, contrariando el reglamento de su casa, sirvió dos traguitos de whisky sin hielo.

Al principio del segundo tiempo no hubo nada interesante, salvo dos cruces hacia la izquierda del ocho de Atlanta y las manos del Ruso recorriendo minucioso el cuerpo de Nora, recostados en la cama al cambiar de arco. Pero cuando Racing abrió el marcador tras un tiro libre que desvió un defensor, hubo un griterío y ahí Nora y el Ruso se preguntaron la hora aunque el juego seguía emocionante como en la primera etapa. Faltando cinco minutos para terminar Alberto y el Beto no hallaban consuelo si no empataban, el Ruso y Nora se besaron en una arremetida final antes de abrir sigilosos la puerta del departamento por donde se filtró un delantero de Atlanta para anotar el justiciero uno a uno...

El Ruso se apuró en llegar, averiguar cómo fueron los goles y todavía ver el final cansino bajo un sol en retirada. Todo dicho, y al reencontrarse en la vereda con sus amigos Alberto le preguntó.

- ¿Qué te pareció, Ruso?

- Que el referí nos robó el partido -soltó la remanida frase que el Bebe no le creyó.

-Callate traidor; te fuiste a la tribuna visitante. Con hinchas como vos nos vamos al descenso -se despidió riendo el Bebe ya entrando al edificio donde su esposa estaría mirando televisión.

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De los primeros tiempos de nuestro fútbol profesional existe una enorme lista de habilidosos. Era el puro estilo rioplatense; gambeta y pases cortos. Uno de los más brillantes jugadores técnicos, un verdadero maestro de la gambeta, fue Vicente Zito.
A Zito se lo denominaba "La Bordadora", como símbolo de su endiablada capacidad para quitarse a los adversarios de encima, "bordando" jugadas espectaculares.
Se inició futbolísticamente en 1931 con la camiseta de Quilmes, pero su consagración definitiva la logró en Racing de Avellaneda. Allí actuó desde 1933 hasta 1941. Al año siguiente tuvo un breve paso por Atlanta para retornar en 1943 a la Academia, donde solo jugó esa temporada.
Cuentan memoriosos hinchas 'cerveceros' que en un partido ante Platense, Zito eludió a cuatro defensores y al enfrentar al arquero le pasó la pelota por sobre la cabeza, pero cometió un error; quiso completar la jugada de lujo, de espaldas al arco, para tocar de taquito al gol. La pelota salió apenas desviada. Lo querían matar.
Pero ‘La Bordadora’, tan atrevido como futbolista, era tímido para las fotos. En los testimonios gráficos, posando con el equipo de Racing, siempre aparece con la cabeza gacha. Y no lo hacía por cábala. Vicente Zito jugó un total de 324 partidos, convirtiendo 106 goles.
Falleció en Quilmes el 26 de Julio de 1989, a los 78 años.

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Antes los zagueros centrales agarraban la pelota y se la daba al volante. Si Perfumo o Basile tiraban una pelota a la platea de Racing, los silbaba todo el estadio. Antes era prohibitivo que un central tirara la pelota a la tribuna. Se perdió la exigencia por el espectáculo, la belleza.

(OSVALDO “Chiche” SOSA, entrenador argentino)

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Para los estadígrafos argentinos, hubo tres goleadas históricas dentro del fútbol nacional, partidos en que en la suma de tantos de uno y otro bando, siempre dio 14. En el campeonato de 1945, Huracán venció a Rosario Central por 10 a 4. En el torneo de 1960 Racing derrotó a Rosario Central (nuevamente la víctima) por 11 a 3, y en 1974, Banfield apabulló a Puerto Comercial de Bahía Blanca, por 13 a 1 (foto).
Entre las curiosidades que ofrece la estadística de esos partidos, se destaca que al término del primer tiempo del encuentro entre Racing y Central, los de Avellaneda ganaban apenas por 4 a 3. ¡Lo que le esperaba a los canallas en la segunda parte! Los goles albicelestes los anotaron Rubén Sosa (4), Orestes Omar Corbatta (3), Pedro Mansilla (2) y Juan José Pizzuti (2).
De este encuentro hubo otro dato curioso porque el único de los delanteros que no convirtió fue el puntero izquierdo Belén que, de su amargura, se fue llorando a los vestuarios.
En cuanto a la mencionada goleada de Banfield en 1974, también quedó un récord marcado por Juan Alberto "Juanchi" Taverna, quien esa tarde hizo ¡7 tantos! Inolvidable.

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Uno de los goleadores históricos del fútbol argentino fue, sin dudas, Luis Artime (padre de Luis Fabián ‘Luifa’ Artime, ídolo de Belgrano de Córdoba).
Artime comenzó en Atlanta, se consagró en el River de los años 60, y también se cansó de hacer goles en Independiente, Palmeiras, Nacional de Montevideo y el seleccionado argentino, sin ejecutar penales. La única vez que lo hizo en Primera, se desgarró.
Fue un goleador excepcional, querido y respetado por todos y, por sobre todas las cosas, modesto y criterioso en sus procederes y declaraciones.
Pues bien, Luis Artime nunca negó su cariño por Racing, pese a ser el club al que le convirtió muchos goles. Uno de esos partidos en los que estaba inspirado, jugando para River y teniendo enfrente la camiseta de la Academia, se disputó el 26 de Mayo de 1963, en Núñez, por la 5ª fecha del torneo.
Racing era superior y en el segundo tiempo ya ganaba por 2 a 0, y con baile. Pedro Marchetta, de Racing, habilidoso y pícaro, hacía lujos, sombreros y caños, que dio insólito motivo para que el árbitro Roberto Goicoechea lo reprendiera por sus "cargadas".
Claro que sobre el final, Luisito Artime se despachó con 3 tantos en ocho minutos, para dar un vuelco fundamental al partido, ganando River por 4 a 2.
La síntesis de ese cotejo, fue la siguiente:
River Plate (4): Amadeo Carrizo; Ramos Delgado y Grispo; Sáinz, Cap y Varacka; Onega, Pando, Artime, Delem y Roberto.
Racing Club (2): Luis Carrizo; Anido y Mesías; Martín, Reynoso y Sacchi; Mattera, Marchetta, Mansilla, Julio San Lorenzo y Belén.
Goles en el primer tiempo: 35' Mattera (RC).
Goles en el segundo tiempo: 4' Julio San Lorenzo (RC), 25' Onega, de penal (RP), 35', 39' y 43' Luis Artime (RP).

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Racing Club de Avellaneda inauguró su actual estadio (foto) el 3 de Septiembre de 1950, enfrentando a Vélez Sársfield, por la 21ª fecha del campeonato de ese año. Ganó la "Academia" por 1 a 0, con gol de Llamil Simes (las crónicas de la época señalan que lo convirtió en clara posición adelantada).
Un marcador que resultó poco contundente teniendo en cuenta que Vélez jugó con suplentes porque los titulares estaban suspendidos por el Tribunal de Disciplina de la AFA, y que Racing peleaba por ser puntero del certamen.
La construcción del estadio de Racing se gestó en 1944 y culminó durante la presidencia del club de Carlos Alberto Paillot, aunque todos recuerdan la colaboración del directivo Ramón Cereijo, por entonces integrante del gabinete del Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón. Es por eso que a Racing se lo denominada, por aquellos tiempos, irónicamente, como "Sportivo Cereijo".
Lo cierto es que Racing mantuvo invicto su estadio poco más de un año. Perdió dicha condición en el torneo de 1951, cuando recibió la visita de Boca Juniors, que lo venció por 2 a 1. Fue el 28 de Octubre de 1951 y esta es la síntesis del partido:
Racing Club (1): Rodríguez; H. García y García Pérez; Giménez, Rastelli y Gutiérrez; Cupo, Ameal, Blanco, Simes y Sued.
Boca Juniors (2): Diano; Colman y Otero; Sosa, Acosta y Pescia; Pentrelli, Seghini, Borello, Ayué y H. González.
Gol en el primer tiempo: 42m. Borello (BJ)
Goles en el segundo tiempo: 13m. Ameal (RC) y 37m. Ayué (BJ)

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No veo la hora de salir, para seguir cantando (José M. Pascual - Argentina)

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Así como Independiente tuvo a un 'Bocha' como ídolo máximo (Ricardo Enrique Bochini) también Racing tuvo a un ‘Bocha’ que quedó, aunque en otra dimensión, en la historia grande de su fútbol: Humberto Dionisio Maschio.
Tras haber sido goleador de la 'B' en 1953 con la camiseta de Quilmes, se incorporó al Racing Club de Avellaneda.
Su debut en Primera División fue el 7 de Mayo de 1954, ante Chacarita Juniors. Ganó la "Academia" por 4 a 0 y el ‘Bocha’ anotó un gol.
Tras lograr su consagración con el seleccionado nacional en el Sudamericano de Lima de 1957, se lo transfirió al Bologna, de Italia, para luego pasar a Atalanta, Inter de Milán (fue campeón) y Florentina.
Fue tal importante su paso por Italia, que se lo convocó a la selección azzurra que participó del Mundial de Chile de 1962.
En 1967 regresó a la Argentina, y cuando todos pensaban en su ocaso, se incorporó a Racing sin sospechar que cumpliría un inolvidable ciclo, al ser el conductor, dentro de la cancha, del legendario ‘Equipo de José’, conquistando en 1967 la Copa Intercontinental, por primera vez para la Argentina.
Lo curioso es que la vuelta de Maschio al fútbol argentino la hizo justamente frente a Chacarita, en la tarde del 10 de Abril de 1966, en San Martín, cuando Racing, con gol de J. J. Rodríguez ganó 1 a 0.
Este era el equipo "académico" que integró en su retorno al país: Cejas; Perfumo y Díaz; Martín, Mori y Basile; Martinoli, Rulli, Cárdenas, J. J. Rodríguez y Maschio.

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Para que Racing salga campeón hay que conseguir el Movicom de Dios.


(MARIANO DALLA LÍBERA, ex jugador argentino, haciendo referencia en 1996 a una conocida empresa de telefonía celular)

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Vos tirá el ollazo, que alguno va a cabecear


Doble turno, pelotas detenidas, jugadas preparadas. Hace 40 años, Racing ganó la Intercontinental estrenando recursos que hoy aplican casi todos los equipos.

Faltan pocos días para que se cumplan 40 años de la obtención de la primera Copa Intercontinental por un equipo argentino. El 4 de Noviembre de 1967, día del triunfo definitivo de Racing contra el Celtic, fue una fecha de quiebre para la historia de nuestro fútbol. Y se hizo añicos un paradigma: "Los europeos corren más que nosotros". Era algo que no podíamos superar. En el Mundial 58 hicimos un papelón por correr menos que ellos. Lo mismo sucedió en el 66. Como buenos colonizados, teníamos metida en la cabeza la idea de que eran superiores, por condición táctica y atlética.

El "equipo de José" arrasó con esos prejuicios. En Glasgow compartí la pieza con Basile. Y después del primer partido (ganaron ellos), le dije: "Yo no vi que sean más rápidos que nosotros... Creo que es más grande el susto que la disparada". "Es cierto, pero son muy ordenados", me retrucó el 'Coco'. Y siguió: "La única forma de desordenarlos es con garrote. Se van a enojar, y ésa es la chance que tenemos; que se enojen y no jueguen". Tal cual. La revancha en Avellaneda fue palo y palo y les ganamos.

Hubo tercer partido en Montevideo. Más enojados que nunca, no jugaron a nada. Nosotros tampoco, pero Cárdenas metió un gol, y ellos ninguno. Basile acertó en su diagnóstico, como siempre. Y cuando se iba expulsado -nunca lo olvidé- me dijo: "Cuidá la defensita". Le respondí lo que él esperaba después de años de convivencia: "¡Te echaron, andá a la concha de tu madre!".

Ese era nuestro Racing, liderado por Pizzuti, un maestro en el arte de manejar y disciplinar a una manga de hijos de puta que ni sabían en qué cancha jugaban y que estuvieron 39 fechas invictos. Un récord sólo superado no hace mucho por el Boca de Bianchi. José agarró ese equipo -anteúltimo- a mediados del 65 (creo que último iba el Pincha que luego tomó Zubeldía y ganó todo). Fuimos los primeros en entrenarnos mañana y tarde; y también en el recurso de la pelota detenida. Despectivamente, porque se decía que abusábamos de ese recurso, se nos criticó por tirar centros "a la olla". Y luego de un triunfo contra Boca, tituló Osvaldo Ardizzone: "La olla más popular". Sí, fuimos los primeros... La gente festejaba un córner como se grita la sanción de un penal a favor. Los impecables centros de Martinoli hacían blanco en las cabezas de Basile, de Díaz, de Yaya Rodríguez, Raffo o Cardozo... Cada tiro libre, cada "ollazo", era medio gol.

Ese Racing se adelantó cuarenta años al fútbol actual. Me debía esta nota porque jugué, porque es un homenaje a los compañeros, los utileros, cuerpo médico, hinchas, dirigentes... Y a Pizzuti, el que armó todo. Felices 40 años.

(artículo de Roberto Perfumo en el diario “Olé” del 30 de Octubre de 2007)

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Cuando recién empezaba mi carrera, relaté un amistoso entre Racing y el Bayern Múnich alemán. El recordado Juan Carlos Rousselot era el comentarista, y yo hacía de relator y locutor. Relataba, él comentaba y después cambiaba la voz y metía un aviso. No podíamos hablarnos. Pensé que venía bárbaro, pero cuando terminó el primer tiempo Rousselot me pasó un papelito donde lacónicamente decía: “El siete es João Cardoso, y no lo nombraste ni una sola vez”.
Para mí, Racing había jugado con diez jugadores. Al día siguiente, todos los diarios dieron como figura a Cardoso.

(VÍCTOR HUGO MORALES, relator deportivo uruguayo)

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El primer clásico de barrio entre Independiente y Racing, se disputó el 9 de Junio de 1907, lógicamente, dentro del fútbol aficionado.
Esta primera versión del duelo de los equipos de Avellaneda, terminó con el triunfo de Independiente por 3 a 2, pese a que los pronósticos lo daban como al equipo más débil, porque venía de perder por goleada frente Atlanta.
La expectativa era mucha. El primer tiempo había terminado 2 a 2 y ya era toda una sorpresa, porque Independiente ofrecía enorme tenacidad a su poderoso adversario.
Pero la sorpresa fue mayor cuando, faltaban solo 3 minutos para el final, el delantero Rosendo Degiorgi anotó el gol de la victoria.
Los diarios de la época reflejaron las alternativas del juego, iniciándose una rivalidad futbolera que aún perdura en estos tiempos, seguramente hoy con mucho más fervor.
Racing alineó con Marengo; Mignaburo y Deluchi; Werner, Juan Ohaco y Larralde; B. Ochoa, Collazo, Bruzone, Ibáñez y Piatti.
Independiente formó con Bazara; González y Paist; Zetti, Hermida y Degiorgi; Pumarini, Arregui, Tagliaferri, Peluffo y Rosendo Degiorgi.

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Profesionalismo vs. Amor a la camiseta


Los ídolos de equipos grandes que de chicos hinchaban por “la contra”

Racing e Independiente tienen técnicos con pasiones cruzadas. Pero también los tuvieron Boca y River y San Lorenzo y Huracán. ¿Es condición ser hincha para triunfar en un equipo? El listado de los que cuando eran niños alentaban a los rivales.

La llegadas de Claudio Borghi y de Juan Manuel Llop a las direcciones técnicas de Racing e Independiente y sus pasados como hinchas de la “contra” provocaron revuelo entre los fanáticos de ambas instituciones de Avellaneda. Mientras que a unos poco parecía importarles el pasado de “tablón” de sus nuevos directores técnicos, otros salieron ofuscados a denostarlos en los distintos foros de Internet.

La historia demostró que no siempre los que fueron más admirados por las hinchadas de los equipos grandes de la Argentina fueron los que desde la cuna abrazaron los colores que los consagraron. Hasta en algunos casos, los más ganadores con una escuadra, cuando pequeños soñaban con gritar goles trepados al alambrado de la tribuna diametralmente opuesta a la que los admira.

Enumeramos entonces los casos de ídolos de los cinco equipos grandes que de niños eran hinchas de otros cuadros.

ÍDOLOS DE BOCA JUNIORS

Diego Cagna (hincha de River)
El padre del capitán del equipo que batió el récord de partidos invicto trabaja en el estadio Monumental de Núñez desde hace décadas. Cagna heredó esa pasión pero tantos años en el Xeneize llevaron a que declare que ahora le quiere ganar sí o sí al que fue el equipo de sus amores durante su infancia.

Carlos Bianchi (hincha de River)
El entrenador que más títulos consiguió en la historia de Boca Juniors, soñaba de pequeño con lograr lo que logró pero con una banda roja en su pecho y el “9” en su espalda. Hoy ya se considera parte de la “familia” del equipo de la Ribera pero no niega su pasado.

Diego Armando Maradona (hincha de Independiente)
¿Quién puede negar que el “Diego” sea fanático de Boca? Su padre era desde siempre seguidor del equipo de la Ribera pero el más grande de todos los tiempos se eclipsó ante la magia del “Bocha” Bochini y tiró durante un tiempo por el “Rojo”. Su palco en la “Bombonera” hace que ese pasado quede totalmente sepultado.



ÍDOLOS DE RIVER PLATE

Daniel Passarella (hincha de Boca)
El defensor más goleador de la historia de River Plate, en su Chacabuco natal pateaba con su zurda el balón soñando con ser Marzolini, Rattín o “Rojitas”. En el ’98 estuvo a punto de ser entrenador Xeneize pero por algunos detalles el acuerdo se cayó y el elegido fue Carlos Bianchi. ¿Qué hubiera pasado?

Norberto Alonso (hincha de Racing)
El “Beto” se probó en Racing varias veces pero lo rebotaron. Cansado de no poder cumplir su sueño, se fue hasta Núñez en una época en la que el “Millonario” contaba años sin títulos. Cuando la sequía cumplía 18, con la “10” en la espalda llevó al equipo a la gloria y la hinchada lo adoptó como ídolo.

Reinaldo Merlo (hincha de San Lorenzo)
En las veredas de La Paternal donde Paysandú y Añasco se cruzan, un nene de cabello rubio jugaba de delantero emulando a José Sanfilippo. Todo cambió con los años para Mostaza. Se quedó con la “5” de River hasta su retiro y dice que el Monumental es "su casa".

ÍDOLOS DEL RACING CLUB

Juan José Pizzutti (hincha de Independiente)
Uno de los máximos goleadores de la historia de Racing y el técnico más ganador con esa casaca, confesó que de chico le tiraba la contra. Con el tiempo esa pasión se le fue yendo y hoy nadie puede negar que “José” es tan de Racing como Gardel.

Claudio “Turco” García (hincha de Huracán)
Inolvidable es el “Turco” para los hinchas de la “Academia”. Su gol con la mano y los pantalones que se “dejaron caer” ante Independiente lo ponen entre los máximos ídolos de Racing. Pero ese atrevido wing nunca negó su pasado “Quemero”.

Rubén Oscar Capria (hincha de San Lorenzo)
Cuando era pequeño en General Belgrano, el “Mago” pateaba tiros libres con la misma precisión que lo caracterizó siempre pero soñando con que los hacía con la camiseta azulgrana. Su hermano Diego cumplió ese sueño pero al último “10” que tuvo Racing, le quedó como asignatura pendiente.

ÍDOLOS DE INDEPENDIENTE

Ricardo Bochini (hincha de San Lorenzo)
Nunca negó el “Bocha” que de chico era hincha de San Lorenzo. Poco les importa a los del “Rojo” que disfrutaron de sus pases milimétricos y de su talento por casi dos décadas. Una calle lindera al futuro estadio lleva su nombre por lo que su pasado “cuervo” queda para el álbum de fotos familiares.

Enzo Trossero (hincha de Racing)
En el ’83, Racing se estaba despidiendo de la Primera División e Independiente se estaba consagrando campeón. El árbitro sancionó un penal en contra de los más sufridos de Avellaneda y un férreo marcador central lo convirtió en gol. Ese era Enzo Trossero que de chico nunca hubiera imaginado ser protagonista de esa historia.

Luis Artime (hincha de Racing)
Su admiración por Rubén Bravo lo llevó a jugar siempre de delantero y a acostumbrarse a gritar goles. Uno de los más eficientes centro atacantes de los ’60 fue ídolo “Rojo” antes de pasar a River y Nacional de Montevideo pero nunca negó su fanatismo por la “Academia”.

ÍDOLOS DE SAN LORENZO DE ALMAGRO

Héctor “Bambino” Veira (hincha de Huracán)
“De la mano del ‘Bambino”, la vuelta vamos a dar” cantaba la hinchada de San Lorenzo. Veira fue la cuota de picardía de los “Carasucias” junto a Rendo, Doval, Areán y Casa pero de pequeño era ciudadano de Parque Patricios y como casi todos los de allí, el “Globo” era su pasión.

Néstor “Pipo” Gorosito (hincha de River)
Su padre le puso de nombre Néstor y de segundo nombre Raúl como claro homenaje a Rossi. De niño emulaba a su tocayo jugando de mediocampista central. Los años lo convirtieron en enganche y en símbolo “cuervo”.

Leandro Romagnoli (hincha de Huracán)
“Pipi” estuvo cerca del ring side en una oportunidad en la que se homenajeó a un ícono “quemero” como lo es Oscar “Ringo” Bonavena. Cuenta una leyenda que heredó esa pasión de su papá Atilio y hasta se hizo un tatuaje de un globo que ya tapó con otro.

Otros equipos

No es todo esto ya que podemos nombrar a otros símbolos de los equipos más importantes de la Argentina que simpatizan (o simpatizaban) por los denominados chicos.

En lo que respecta a Rosario Central cuenta como hinchas a Javier Mascherano (ex River) y Leandro Gioda (actual Independiente) e incluso al ex “leproso” Juan Simón. Su archirrival Newell’s tiene a Lionel Messi y al “Tolo” Gallego como simpatizantes.

Diego Latorre y el “Pipa” Jorge Nicolás Higuaín gritaron los goles del “Beto” Márcico en el Ferro de Griguol pero nunca pudieron ponerse la “verde” de sus amores, algo que sí pudo hacer Roberto Fabián Ayala.

Entre los cordobeses podemos decir que Pablo Aimar sueña con jugar en su querido Belgrano como lo hizo Mario Kempes en su amado Instituto y Oscar Dertycia en Talleres. Dos hinchas de equipos de La Plata como Ricardo Caruso Lombardi (Estudiantes) y Rodrigo Palacio (Gimnasia) nunca tuvieron vínculo alguno con los equipos de su corazón pero sueñan con poder conseguirlo.

El “Tigre” Gareca volvió de Colombia (tres veces finalista de la Libertadores con el América de Cali) para cumplir su sueño de jugar en Vélez. También Hernán Díaz pudo jugar en Colón (siempre dijo ser “sabalero”) cuando River lo cedió a préstamo. Cerca estuvo el “Chanchi” Estévez de jugar en su Huracán querido pero hasta ahora no lo concretó.

Si a equipos que están en el fútbol del ascenso nos referimos, podemos decir que Chacarita Juniors tendría un técnico que ahora dirige a un equipo grande (Carlos Ischia) y a un arquero de Selección (Oscar Ustari) si ambos se decidieran a trabajar en el equipo de sus amores. Siguiendo esa línea, Julio Cruz volvería al país para cerrar su carrera en su querido Témperley tal como lo hizo Néstor Fabbri (otrora capitán de Boca y Racing) en All Boys.

¿Amor a la camiseta?

Queda claro entonces que para triunfar en el fútbol no hace falta tener ese fuego sagrado que tienen los sufridos hinchas que pagan semana tras semana su popular para alentar al equipo. Profesionalismo, talento y garra son los condimentos necesarios para lograr ser ídolo.

Las viejas camisetas de piqué quedan archivadas y tanto futbolista como técnicos demuestran que con el pitazo inicial no hay pasado ni tradición que valga. Así entonces, los hinchas de Independiente podrán soñar con dar la vuelta de la mano del racinguista Borghi mientras que la “Guardia Imperial” anhela evitar la Promoción y por qué no construir una nueva estatua de un Juan Manuel Llop que cuando niño admiraba a Bochini.

Los verdaderos hinchas entonces están detrás del alambrado...

(artículo publicado en Abril de 2008 en el portal “26 Noticias”)

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Maradona no sirve, lo dije hace un año y parece ser que no lo quieren entender. Yo analizó a Maradona como técnico y lo que hizo fue casi mandar al descenso a Racing y a Mandiyú lo hizo desaparecer. Todo cero, nada a favor tiene. Maradona debe hacer las valijas urgente, no sabe nada. Yo pondría otro técnico ya, porque estamos en la lona. Argentina fue un desastre. Para mí, Bianchi tendría que ser el técnico de la Selección.

(JOSÉ FRANCISCO SANFILIPPO, recordado goleador argentino, pegándole al DT de la Selección Argentina, tras la dura derrota sufrida ante Brasil horas atrás)

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El domingo 31 de Mayo de 1931 fue un día muy particular para la historia del fútbol argentino. Es que en esa tarde, además de ser muy fría, se disputaba la primera fecha de nuestro campeonato de fútbol profesional.
En esa primera jornada, donde las crónicas de la época señalan que los estadios estuvieron colmados de público, se dieron los siguientes resultados:
Atlanta 0 - River Plate 1
San Lorenzo 4 - Tigre 2
Boca Juniors 0 - Chacarita Juniors 0
Platense 1 - Vélez Sársfield 0
Quilmes 0 - Huracán 4
Ferrocarril Oeste 2 - Argentinos Juniors 0
Lanús 1 - Gimnasia y Esgrima La Plata 2
Los dos partidos restantes, dejaron tema para la historia. Es que Estudiantes de La Plata le ganó a Talleres de Remedios de Escalada por 3 a 0 y allí el platense Alberto Zozaya convirtió el primer gol de la “era profesional” de la Argentina, quedando como un hito histórico que resaltan los estadígrafos.
El otro cotejo de importancia se dio en el primer clásico barrial que disputaron Racing Club e Independiente (el partido no se jugó ese día, porque fue postergado) y allí la “Academia” dio exhibición y se quedó con un triunfo por demás categórico: 4 a 1. El primer campeón de nuestra era profesional fue Boca Juniors (foto).

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Corría 1983 y eran tiempos de angustia para los hinchas de Racing. Pero en medio de las penurias por un equipo con irremediable destino de descenso, surgió un soplo de aire fresco en el momento menos esperado. La razón fue el Torneo "Proyección 86", que organizó la AFA con juveniles de los equipos de Primera División y con televisación en directo para todo el país.
El certamen -para menores de 20 años- fue idea del periodista deportivo Horacio Aiello y sirvió de presentación en sociedad de figuras como Borghi, Passet, Percudani, Gorosito y Navarro Montoya. Pero nadie lo gozó como los chicos de la Academia.
El club estuvo a punto de no presentarse, hasta que Daniel Silguero -el coordinador de las inferiores por entonces- decidió dirigir el equipo. Que con un fútbol de alto vuelo empezó a sortear etapas y se convirtió en la atracción. La gente llenaba la cancha de Vélez y se pegaba a la pantalla de Canal 11 para ver en acción a Zubzuck; Héctor Fernández, Williner, Adrían Martínez, Garzete; Jorge Acuña, Anciart, Marcos Leiva, De Andrade; Gustavo Calderón y el Torito Raffo, los responsables de esos instantes de felicidad en épocas de vacas flacas. La final, ante más de 40 mil personas, fue con victoria frente a Newell's por 3 a 1 en la segunda final y vuelta olímpica.
Increíblemente, salvo Acuña, ninguno de esos pibes hizo larga trayectoria en la Primera División. Algunos forjaron su carrera en el ascenso y otros colgaron los botines de forma temprana. Hoy muchos tienen ocupaciones lejos del fútbol. Pero nadie les sacará el orgullo de haber formado parte de ese equipo inolvidable.

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Todos los grandes jugadores argentinos de la década del sesenta, afirman que Federico Sacchi fue uno de los más talentosos, de los de mayor prestancia como volante o marcador central, y con una pegada de balón inigualable.
Sacchi, un maestro futbolístico para toda una generación de jugadores, nació en Rosario el 4 de Septiembre de 1936.
Comenzó a jugar en Tiro Federal, en la divisional “C”, para pasar muy pronto a Newell's Old Boys, donde se hizo conocer en Primera, al lado de un compañero con el que se entendía de maravillas: Anacleto Peano.
Uno de los equipos de ‘la lepra’ de 1960, lo conformaban Gironacci; Ambrosich y D'Ambrosio; Amaya, Peano y Sacchi; R. González, Zurita, Sosa, Lallana y Ance.
Sacchi y Peano pasaron a Racing, para consagrarse campeones en ese mismo año: 1961. Era el equipo de Negri; Anido y Mesías; Blanco, Peano y Sacchi; Corbatta, Pizzuti, Mansilla, Sosa y Borges o Belén.
Fue la consagración de Sacchi quien, convocado por el técnico del seleccionado nacional, Juan Carlos Lorenzo, intervino en el Mundial de Chile de 1962. Con la casaca nacional jugó 15 partidos, convirtiendo un gol.
En 1965 pasó a Boca. Una de aquellas alineaciones xeneizes fue: Roma; Silvero y Marzolini; Simeone, Rattin y Sacchi; Pianetti, Ángel Clemente Rojas, Alfredo Rojas, Grillo y González. Sacchi no fue siempre titular, pero Boca se consagró campeón.
Más tarde jugó en Perú, (Porvenir Miraflores) y Brasil, retirándose en 1970, con la misma calidad de siempre.

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Carta para Lis (Federico Martínez - Argentina)


Avellaneda 25/8/1991


Querida Lis: Han pasado ya cinco meses de tu partida, sé que es difícil contactarnos por el tema de los horarios y demás, por eso lo único que me queda es mandarte esta carta en la que quiero contarte cómo me está yendo en mi carrera de futbolista, esa por la que tantas noches rezamos juntos para que se me dé.

Un mes después de que te fuiste, comencé a entrenar con el plantel profesional, me di el lujo de correr a la par de “la Tota” Fabbri, “Goyco”, Rubén Paz y tantos otros más.

Me hubiese encantado que estés para mi debut, fue algo mágico, indescriptible, lleno de emociones, largo de contar en una sola carta. Pero no te preocupes, los muchachos del pueblo me lo grabaron entero y me lo trajeron a la pensión para que lo puedas ver cuando regreses. Te juro que me temblaba todo y se me notó más el susto cuando después del partido, me hizo una nota el Flaco Viale.

Disputé cinco encuentros en Primera; todos con muy buenas actuaciones, hasta me citaron para una preselección de la Juvenil Argentina; no quedé, pero no fue por mi culpa.

¡La hinchada me conoce y me aprecia mucho! El último partido que jugué, salí por un dolor en la rodilla y me reemplazó otro pibe de las inferiores de apellido López, le dicen "el piojo", cuando me retiré todo el Cilindro coreaba:"...olé olé olé olé Mati Mati...olé olé olé olé Mati Mati..."

Fue una emoción muy grande, casi me largo a llorar, se me puso la piel de gallina, encima mi familia no había podido viajar porque tuvieron que cuidar a la tía Sara que estaba jodida por la artrosis.

Lo más importante que quiero contarte, es que en la 10ª fecha, contra Platense convertí 2 goles. El 1º fue de cabeza y el 2º de tiro penal (se la piqué al arquero como vos siempre me pedías que haga. ¿Te das cuenta? A la distancia te sigo haciendo caso).

¿Sabés cómo festejé los goles? Cuando hice el 1º me arrodillé en el pasto y comencé a tirar besos con mi mano hacia el norte, donde vos estás, para que te lleguen, en forma de dedicatoria. Para el 2º gol hice algo más evidente, salí corriendo desesperado hacia una cámara de ATC, la tomé con mis manos y bien cerca del micrófono, grité: "Para vos Lis, te quiero amor".

¡No te das una idea cómo me gastaron mis compañeros! el “Coco” Reynoso no paró de joderme, pero el “Pato” Miguez dijo que soy un fenómeno porque impuse una moda; ahora todos los jugadores de distintos equipos hacen lo mismo. Qué sé yo, a mí me salió así, no lo pensé mucho, vos me conocés.

Bueno linda, espero tenerte pronto junto a mí, te tengo guardadas las camisetas de tus ídolos, la de "gambetita" Latorre y la del "Turquito" Mohamed; las únicas que te pude conseguir, porque lamentablemente tuve que dejar el fútbol por culpa de una maldita lesión en la rodilla derecha que ya no me responde más.

Pero vos no te preocupes, quedate tranquila, ya me estoy recuperando de la operación y a la vez estoy haciendo el curso de técnico, porque el club me va a designar una categoría en las inferiores, para seguir ligado al fútbol, que es una de las cosas que más amo.

De mi parte te puedo decir que estoy bien y con paciencia, esperando que todo pase para empezar a trabajar pronto.

Además no me puedo quejar, porque sé que es difícil llegar, y yo no sólo llegué, sino que también pude hacer un par de goles. Pero lo más importante es que pude gritarle al mundo lo mucho que te quiero.

PD: En el clásico contra Independiente estrenamos una bandera que reza: "Más allá de toda lógica, más allá de toda razón, te entrego mi alma y mi corazón". La frase es mía, la hinchada piensa que es el sentimiento que tengo por la Acadé, pero en realidad es lo que siento por vos.
Hasta la vuelta, besos.

(Un gracias enorme a Federico y a Sebastián Farías por cederme este cuento y la ilustración correspondiente al mismo. Gracias amigos!)

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El primer arquero argentino en convertir 2 goles en un mismo partido, fue Ignacio González, del Racing Club de Avellaneda, cuando la Academia le ganó a Huracán 6 a 1, en un encuentro oficial disputado el 10 de Noviembre de 1996, en el estadio de Avellaneda.
Los dos goles convertidos por ‘Nacho’ González fueron de tiro penal, con una característica: potentes y al medio del arco.
El colega que sufrió ambas conquistas fue el guardavallas, aún vigente, Marcos 'Anguila' Gutiérrez.
‘Nacho’ González, surgido de las divisiones inferiores de Racing Club, se afianzó en la titularidad de la primera división cuando Carlos ‘Lechuga’ Roa fue transferido a Lanús.
La carrera de González prosiguió por varios equipos del exterior y de nuestro país, entre ellos Newell's Old Boys, Las Palmas de España, Estudiantes de La Plata, Pachuca de México, Nueva Chicago y Unión Española, de Chile.
En este último club, protagonizó un hecho lamentable cuando, en la temporada de 2005, Unión Española enfrentó a San Felipe. Ganaba San Felipe por 1 a 0 y, a poco del final, el árbitro Enrique Ossés amonestó al arquero argentino, quien protestó la tarjeta amarilla. Ello provocó que Ossés le mostrara la roja, hecho que exaltó a González, quien le aplicó al árbitro un trompis (foto) ante el estupor de sus compañeros, rivales y público en general.
A ‘Nacho’ González le dieron 22 fechas de suspensión, sanción récord en el fútbol chileno.

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Tras la disputa de la Copa del Mundo que ganaron los ingleses, Racing conquistó el campeonato de 1966 con un vendaval de fútbol, perdiendo apenas un encuentro y estableciendo una serie invicta de 39 partidos sin derrotas.
Al año siguiente Racing obtuvo la Copa Libertadores de América y también la Intercontinental, con lo que se convirtió en el primer equipo de Argentina en alcanzar la meta máxima de los clubes del mundo.
Pero para que ello sucediera, los muchachos de Pizzuti (DT) debieron superar unas cuantas dificultades, y no solo en el campo de juego.
Ya quedó registrado en el libro de los “Grandes Milagros” aquel viaje que el plantel académico efectuó entre Medellín y Bogotá, en plena disputa de la Libertadores, y que por muy poco no terminó en una tragedia. Allí quedó sellada la suerte de Racing para lo que quedaba del torneo. Perfumo lo recuerda así: “Aquella anécdota se contó mil veces, pero es insuperable. Viajábamos en un DC-4 y nos metimos en el medio de una tormenta. Pasaron cosas graciosas en el medio del cagazo que teníamos todos. Con nosotros venía Anselmo, un chico al que le faltaban las piernas, que era una especie de mascota de los equipos argentinos que iban a jugar a Colombia. Cuando el avión bajó unos 800 o 1000 metros de golpe, Luis Carrizo (arquero suplente de Agustín Mario Cejas), le dijo: “¿Y vos de qué te preocupás? Si nos estrellamos te morís la mitad”.
El “Panadero” Díaz se volvió loco. Empezó a insultar a los dirigentes a los gritos por hacernos viajar en ese avioncito. “Pará loco, que te van a suspender”, le decíamos. ¡Qué carajo me importa si total nos vamos a matar todos!, respondió.
En el medio del desvarío, Juan Carlos Rulli anticipó algo coherente: “Si salimos de esta, somos campeones del mundo”. Y acertó.

(tomado de “La Viruta”, las anécdotas del fútbol argentino, Enrique Escande, 2001)

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