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Comienzo de un romance con la red


El 14 de Noviembre de 1976, Diego Maradona marcaba sus primeros dos goles oficiales en el fútbol argentino.

Habían pasado cuatro partidos desde su debut. Aquel 0-1 con Talleres en La Paternal, que lo vio ingresar en el segundo tiempo. Cuatro días más tarde, Juan Carlos Montes volvía a confiar en él, esta vez como titular. En Rosario, Newell's ganó 4 a 2 y fue la despedida del Director Técnico.

Jorge Enrico tomó las riendas del plantel, y el pibe volvió a ser titular un día después de su cumpleaños número 16. El 0-3 en el primer tiempo ante Ferro precipitó su salida para el complemento. Volvió a arrancar desde el banco y, junto a 'Bartolo' Álvarez, le cambiaron la cara a un apático Argentinos para ganarle en Boyacá a Huracán de Comodoro Rivadavia por 2 a 0.

En su quinto partido, nuevamente fue relevo. Álvarez, con sus dos goles del encuentro anterior, jugó de entrada por Ovelar. La cita era en el desaparecido Estadio San Martín, de la ciudad de Mar del Plata. El Rival, el San Lorenzo local. 'Bartolo' cumplió de inicio con su cuota goleadora, pero el legendario Norberto Omar Eresuma puso las cosas iguales. La clave estaba otra vez en el banco. Maradona reemplazó a Giordano y otro Argentinos saltó al San Martín en el complemento. Álvarez volvió a adelantar al Bicho con dos goles, descontando Miccio a quince minutos del final.

El gran segundo tiempo de Maradona se iba a redondear con dos goles. Sus primeras dos conquistas oficiales. A tres minutos del final (foto), y en tiempo de descuento, venció en dos oportunidades a Rubén Lucangioli, para el 5-2 final a favor del ‘bicho’.

Las frías estadísticas dirán que Argentinos formó con Carlos Alberto Munutti; Dante Alfonso Roma, Miguel Ángel Gette, Ricardo Daniel Fusani y Humberto Jorge Minutti; Carlos Guillermo Fren (reemplazado a dos minutos del final por Rodolfo Carlos Ingaramo), Mateo Di Donato y Rubén Alcides Giordano (en el entretiempo ingresó Diego Armando Maradona); Jorge Orlando López, Carlos Alberto Álvarez e Ibrahim Hallar. Maradona volvería a ser suplente los dos partidos siguientes.

En ambos -victoria 3-0 sobre Central Norte de Salta en La Paternal y derrota 1-4 ante All Boys en Jonte y Mercedes- fue necesario su ingreso para la mejoría futbolística del Bicho. Ya no volvería al banco. Recién anotaría nuevamente en el Metro '77. Lucangioli pudo contarle a los suyos que los primeros goles que hizo Maradona se los marcó a él... No cualquiera se ha dado el lujo de contar semejante historia...

(texto del periodista Javier Roimiser, publicado en la página ¿Te acordás bicho? el 19/07/08)

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En su libro, "Simplemente Fútbol", Enrique ‘Quique’ Wolff destaca los mejores momentos de su vida deportiva. Relata que a su regreso de Europa, a fines de los '80, mientras se le cerraban las puertas para un retorno a River, o a Racing, se lo convocó para un partido amistoso como parte de los festejos por los 75 años de vida de Argentinos Juniors.
Escribe Wolff: "El 15 de Agosto de 1979 se organizó un partido en la cancha de Vélez Sarsfield, contra Talleres de Córdoba, que tenía un equipo bárbaro, con la ‘Pepona’ Reinaldi, Valencia, el ‘Chupete’ Guerini, Ludueña. Para la ocasión nos invitó al ‘Loco’ Gatti, a Bochini y a mí, a integrar el equipo junto a Diego Maradona. Fue un partido bárbaro que terminó 5 a 4 a favor nuestro, con un gol de Bochini, después de tirar mil paredes con Diego que fueron increíbles".
Y continúa su recuerdo: "Pasados dos días de ese partido, me llamó Delem, en ese momento director técnico de Argentinos. Lo había tenido como técnico en River, y no solo empecé a respetarlo por todo lo que sabía y transmitía, sino porque se trata de un tipo muy querible. Él me dijo que tenía una idea, la de hacer con Argentinos con Maradona una especie de Santos con Pelé y para eso quería rodearlo de algunos jugadores conocidos y así salir por el mundo. Definitivamente me convenció. Arreglé un contrato a préstamo por tres meses con una opción con Don Próspero Cónsoli y Cía. Yo cerraba mi carrera con un ciclo realmente espectacular, haber jugado contra Pelé, Johan Cruyff y con Diego Maradona. Diego era muy chico, aunque ya era Campeón Mundial Juvenil y tenía una magia incomparable. Verlo en los entrenamientos era un privilegio de pocos. Y los domingos era como tener el as de espadas en todas las manos. La idea de Delem me pareció bárbara, pero impracticable en nuestro fútbol. Jugamos dos partidos por el campeonato, empatamos los dos y luego echaron a Delem".

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Normalmente para concurrir a los entrenamientos uno se pone de acuerdo con otro compañero, decidiendo el turno de la semana y el auto a utilizar. La elección se produce debido a la proximidad domiciliaria y a la afinidad que los pueda unir.
Me acuerdo perfectamente como fue aquel día, el "Puma" Carlos Morete me pasó a buscar con su coupé Renault "Fuego", roja, por mi departamento en Belgrano, al subir al auto el "Puma" me advirtió que me contaría un secreto, pero con una condición, que no se lo contara a nadie del plantel y menos al "Negro" Juan José López (en la imagen), porque el Negro no paraba de cargarlo.
Lógicamente le dije que me contara, por ese entonces después de un rato de estar en el auto, yo sentía un olor muy desagradable dentro del habitáculo. En medio de esa situación el "Puma" empezó el relato: "Pepe, gracias a mi abuela voy a volver a tener pelo y por consiguiente no se caerá más", acercándome la cabeza a mi nariz me pidió que oliera y que le dijese que sentía, lógicamente oculté, a fuerza de un gran esfuerzo, el hedor asqueroso que se instaló en mis fosas nasales respondiéndole que no sentía absolutamente nada, sí le pregunte el porqué de su actitud, contestándome que su abuela le había mandado un preparado a base de perejíl, ajo y otras yerbas, para que se lo frotara por su cabeza antes de dormir y no se la lavara por tres días, oculté mi risa y nos dirigimos rumbo al entrenamiento.
Apenas llegué, sin perder tiempo me fui al sector donde el "Negro" J.J. se cambiaba y le conté lo sucedido en el viaje con el Puma, pidiéndole por favor que le huela la cabeza, el Negro que lo volvía loco esperó al límite del horario para comenzar con el entrenamiento para que la concurrencia fuese mayor. Acercándose al "Puma" empezó a gritarle que tenía un olor nauseabundo en su cuero cabelludo e incitando a todos los compañeros a alejarse de su lado. El "Puma" me quería comer y no tuvo más remedio que contarles lo que había sucedido, lo que el "Puma" no tuvo en cuenta que el famoso preparado de su abuela había fermentado e impregnado de tal forma que se tuvo que lavar la cabeza con Espadol.

(anécdota extraída de la página web de José "Pepe" Castro)

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El fútbol está estrechamente emparentado con el arte. Por esa razón, ser hincha de Argentinos Juniors es un orgullo. Simplemente porque muchas tardes de mi vida sentí placer viendo que sus jugadores exponían en la cancha ese estilo vinculado con la estética y el buen gusto.

(CARLOS CARELLA [1925-1997], inolvidable actor y director teatral argentino -1996-)

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¿Llegaste a practicar con Maradona?

Sí, él estaba en Primera cuando yo llegué a la Reserva. Nos limpiaba a todos con una facilidad asombrosa, nunca vi nada igual. El viejo Spinetto no quería que le pegáramos, así que el pibe se armaba un festín. Tengo varias anécdotas con él.

Contá una…

Un día, jugando en Parque Saavedra para los Tricolores, nos tocó enfrentar a los famosos Cebollitas. Terminamos 1-0 el PT y nos agrandamos: “¿Estos son los famosos Cebollitas? Pan comido, les hacemos cinco”. Para ellos jugaban Diego, Delgado, Carrizo, el Mono Rodríguez… En el segundo nos metieron siete. Y en los últimos minutos llegaban hasta el área chica y tanto Diego como el Mono la tiraban por arriba del travesaño. ¿Sabés por qué? Atrás del arco había un nido de horneros. Y como ya no les divertía seguir metiéndonos goles, jugaban a ver quién lo volteaba. Eramos tan fáciles que los turros jugaban para voltear al hornero…

¿Otra con Diego?

Para mí, fue inolvidable cuando con Parque, le ganamos la final de Fútbol de Salón a Sarmiento de Olivos, cuando él estaba suspendido en el Napoli. Goleamos 5-1, con tres míos y dos de él. Cuando hice el primero, me levantó para el festejo y le besé la cabeza. “No tenés a Careca, pero tenés a Caruso”, le dije. Se mataba de risa.

¿Eras vago para entrenar?

Vaguísimo. Me mataba entrenando sólo cuando los técnicos me borraban. Si me volvían a poner, chau, me dejaba estar. Si íbamos a correr a la zona del golf, me escondía detrás de los árboles y nunca me encontraban. En Defensores, el profe nos sacaba por Lugones o Libertador. Ahí me colgaba de un camión y viajaba adentro de la caja. Me bajaba unas cuadras antes, me mojaba el pelito como si hubiera transpirado y me mezclaba entre los punteros. “Muy bien, Caruso: sexto”, me decía el profe. A los jugadores, les inculco que no sigan mi ejemplo. Por eso me lesionaba mucho, largué a los 29. No elongaba nunca, ni loco me quedaba después de hora. Era vago, pero en los partidos me mataba. Igual, tenía un atenuante.

(RICARDO CARUSO LOMBARDI, ex jugador y actual entrenador del Racing Club de Avellaneda, en revista “El Gráfico”, Febrero de 2009)

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El presidente de Argentinos no sabe nada de fútbol. Cuando le dije de traer a Peñalba él pensaba que era una pinturería.

(RICARDO CARUSO LOMBARDI, entrenador argentino, a fines de Agosto de 2007 al desvincularse de Argentinos Juniors)

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Crónica de un caño con historia


El 20 de Octubre de 1976, cambiaría para siempre la historia del fútbol argentino. Un pibe de 15 años hacía la primera de sus miles de gambetas...

El 20 de Octubre de 1976 no fue un día más... Si bien el país pasaba por uno de sus momentos más negros -quizás el peor- de su historia, los cientos -años después fueron miles, millones- de simpatizantes que estuvieron ese día de mitad de semana en el viejo estadio de madera de Boyacá y Juan Agustín García veían consumado el hecho más destacado desde lo futbolístico que se había vivido en Argentinos Juniors en los últimos 15 años. Desde aquel espectacular equipo de 1960 que el hincha del 'Tifón de Boyacá' no se deleitaba ante tanto fútbol.

Aquel 20 de Octubre de 1976 por vez primera integraba el banco de los suplentes un pibe que 10 días más tarde cumpliría 16 años. Ese miércoles por la tarde, el Director Técnico Juan Carlos Montes decidía que, para el segundo tiempo del partido que Argentinos perdía 1 a 0 por el gol de Ludueña -resultado finalmente definitivo- ante Talleres de Córdoba, ingresara por Rubén Aníbal Giacobetti un pibe... Un tal Diego Armando Maradona...

El pequeño gran genio llevaba en sus espaldas la casaca N° 16, y bastaron unos pocos minutos para que quienes no lo conocían supieran de su presencia y su capacidad de juego. Fue el 'Bicho' Pellerano quien le pidió al juez, Roberto Maino, que protegiera a ese muchachito de tres lustros de vida de los posibles golpes de los rivales. Quizás Juan Domingo Patricio Cabrera fue quien intentó imponer presencia y mostrarle a ese chiquilín que el fútbol no era lirismo y gambeta... Pero ese pibe le mostró toda su magia en tan sólo escasos segundos...

El mismo Maino fue testigo de un 'caño' que hizo historia... y Cabrera, con su impotencia a cuestas, sólo pudo observar como ese mago sacó un conejo de la galera... Las frías estadísticas dicen que Argentinos Juniors aquella tarde formó con Carlos Munutti; Dante Roma, Ricardo Pellerano, Miguel Gette y Humberto Minutti; Carlos Fren, Mateo Di Donato y Rubén Giacobetti; Jorge López, Carlos Álvarez y Sebastián Ovelar. En el entretiempo ingresó Diego Maradona por Giacobetti y promediando el complemento Ibrahim Hallar por Ovelar.

En ese Nacional de 1976 Argentinos desarrolló una buena tarea pero no pudo alcanzar las rondas finales. Quiso el destino que once días más tarde, Juan Carlos Montes dimitiera de su cargo de entrenador del primer equipo. Sin embargo Jorge Enrico primero y Antonio D'Accorso después no hicieron caso omiso a lo que se había gestado. Una nueva figura nacía... Quizás, la más importante de los últimos 32 años... Por varios años, Maradona mediante, la gente de Argentinos se olvidó del descenso... Por varios años, y por 166 partidos, la gente de Argentinos tuvo en sus filas a un jugador por el que valía la pena pagar la entrada...

Ese 20 de Octubre de 1976, miércoles laboral por la tarde, hubo un millar de personas en La Paternal... Varios años después, ese millar se transformó en un millón... Para los que dudaban de la capacidad del viejo y querido 'Cajoncito de Boyacá'...

Testimonios

JUAN CARLOS MONTES (DT ARGENTINOS Jrs.)
"Jamás imaginé que aquella tarde iba a quedar en la historia del fútbol. Nunca pensé que ese pibe de rulitos iba a ser el mejor del mundo en poco tiempo más. Antes de entrar le dije que tirara un caño, ¡y lo hizo!"

JUAN DOMINGO CABRERA (TALLERES Cba.)
"¡Cómo me voy a olvidar de ese caño! Es más: cada día estoy más orgulloso de haberlo recibido. Nuestro DT no nos había dicho nada sobre él. En realidad, eran pocos quienes conocían su potencial"

RUBÉN GIACOBETTI (ARGENTINOS Jrs.)
"Diego tenía que jugar. La gente lo pedía y hasta nosotros veíamos que él era diferente. Por el cambio quedé en la historia del mejor del mundo de casualidad, y bienvenido sea"

MIGUEL GETTE (ARGENTINOS Jrs.)
"Todo el mundo se acercó al vestuario para felicitarlo, especialmente la gente de inferiores. Diego puso una cara de felicidad que no olvidaré. Todos le dijimos que la derrota no importaba"

HUMBERTO MINUTI (ARGENTINOS Jrs.)
"Fue un caño terrible, pero no sé si fue la primera pelota que tocó o no. Lo que sí recuerdo es que Diego estaba cerca de uno de los laterales"

(artículo del periodista Javier Roimiser, publicado en la página web ¿Te acordás bicho?, 28/06/08)

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En el invierno de 1979, Argentinos Juniors viajó al exterior en una gira nacional e internacional que tenía la finalidad de solventar la continuidad de Diego Armando Maradona en sus filas. En esa ocasión, Argentinos enfrentó a un seleccionado peruano con figuras destacadas de la talla de Héctor Chumpitaz, Jaime Duarte y Roberto Rojas, el combinado de Perú recibió a los "bichos colorados" en el Estadio Nacional de Lima.
En el equipo argentino sobresalían los nombres de Rafael Domingo Moreno, Hugo José Saggioratto y Ricardo Pellerano. En la foto podemos ver a Maradona junto César Cueto, figura peruana de aquellos días, que había disputado el Mundial de 1978 en Argentina. El partido finalizó igualado en dos tantos por bando.
Maradona había adelantado a Argentinos en el tanteador antes de finalizar la primera etapa, pero en el amanecer del complemento igualó Leguía. Minutos más tarde Rafael Moreno puso en ventaja nuevamente a los de La Paternal pero Minutti, en contra de su propia valla, dejó las cosas empatadas, resultado que se mantendría hasta el final. Casi 15 mil personas presenciaron el encuentro, que fue arbitrado por Sergio Leibinger.

(Extraido del blog "En una baldosa")

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Ese día estuvimos todos (Rodrigo Damián Gaite - Argentina)


“En el colegio me enseñaron
que este país es grande y tiene libertad”
(Moris)

La semana anterior, mientras acomodaba unos apuntes sobre el mantel de hule en la mesa de la cocina, le prometió a Clarita que la plata del préstamo la iba a emplear en la refacción de la casa. O parte de la refacción, porque para todo no iba alcanzar. En el baño iba a cambiar los azulejos y los artefactos, pero lo más probable era que la cocina quedara para más adelante. Pero por lo menos hasta que se casaran podría dedicarse tranquilo a arreglar la vivienda de sus padres, sobre todo la habitación matrimonial que comenzarían a utilizar cuando regresaran de la luna de miel. Tenía que rasquetear las paredes y darles unas manos de pintura, reparar el placar y engrasar las bisagras de las puertas.

Y como iba a ver polvo por todas partes, le pidió que esperara para llevar el Wincofon y los discos de vinilo de rock nacional, encima ella era tan cuidadosa que a los de Almendra y Pescado Rabioso solo faltaba que los pusiera adentro de una caja de cristal.

A ella la conocía de toda la vida por que vivían en el mismo barrio, pero recién en un asalto que hicieron sus compañeras de 5º comercial, se animó a encararla, desde entonces comenzaron un noviazgo que fue afianzándose cada vez más hasta que llegó la propuesta que a ella casi la deja muda: El casamiento.

Cuando llegó al bar se acordó que al otro día debía llevar la seña por el juego de muebles del comedor.

Hacía rato que el Ford Falcon estaba estacionado sobre la calle Gavilán, pero Manuel no lo vio; de haberlo visto, tampoco le hubiese llamado la atención. Desde que veía camiones del ejército apostados en las esquinas parando a los colectivos y haciendo una minuciosa requisa de los pasajeros, ya nada le llamaba la atención.

Desde que había comenzado a trabajar en la empresa nunca le manifestaron nada por su aspecto personal, pero hacía unos días, le habían “sugerido” que se cortara el pelo, para que sus cabellos castaños luciesen lo más prolijos posible.

Le pidió al mismo mozo lo mismo de todos los días. Se le vinieron a la mente las palabras que no se atrevió a decirle a su madre cuando la encontró en el patio regando los malvones y hablando con los canarios: “Tengo el presentimiento que hoy va a pasar algo importante”. Pero para qué. No fuese a ser que con la situación que se estaba viviendo la vieja pensara cualquier cosa y se hiciese mala sangre.

De hecho no era un día cualquiera, cientos de cordobeses habían llegado al barrio porteño de La Paternal para ver a su amado Talleres, ese Talleres fino y exquisito de Valencia, Ludueña, Galván, Bravo y Bocanelli.

Manuel, acodado en la superficie de madera y con los dedos de la mano entrecruzados, los veía pasar caminando a través del ventanal, siempre tardaba bastante el gallego para traerle un simple café con leche y tres medias lunas. Igual tenía tiempo para entrar a la cancha, no para ver a Talleres sino para ver a su querido Argentinos Juniors, y de paso ver si ese pibe que vio jugar un par de partidos en la tercera podía soportar la presión y las patadas en primera división.

También lo había visto tiempo atrás en el programa de Pipo Mancera haciendo malabares con la pelota, cuando su primo Rafael invitó a toda la familia para mostrarles el nuevo televisor blanco y negro que había comprado y costado un ojo de la cara. Pero lo que más le llamó la atención fue la estampa y la personalidad de ese pibe que ahora le faltaban diez días para cumplir los 16 años.

Como en su casa el fútbol importaba poco y nada, no se sintió afectado para ser de determinado equipo. Le gustaba Independiente por que le gustaba la camiseta roja. Pero quizás si haya tenido influencia eso de querer ser distinto, de pensar de otra manera, por que de Boca, de River y hasta de Independiente eran todos. Entonces no dudó en hacerse hincha de otro que también tenía la divisa roja y el nombre ya lo hacía sentir orgulloso: “Argentinos”. Claro que para eso también debía soportar el mote de equipo chico y el sin sabor de magras campañas.

Alguna vez lloró por su cuadro, era muy chico pero recordaba bien que había sido allá en el 60. Hicieron una campaña brillante, pero perdieron 3 a 1 con Lanús en La Paternal y con esa derrota terminaron segundos a dos puntos del campeón Independiente. Pero nunca en su vida había llorado con tanta angustia y tanto dolor, como dos años antes cuando aquel 1º de Julio falleció el General. Igual se puso contento cuando en el 73, los diablos rojos vencieron a la Juventus con el gol antológico de Bochini.

Durante su adolescencia se enteró que los fundadores de Argentinos eran de ideales socialistas y por eso no era un club, sino una “asociación atlética” y de ahí el color rojo para la casaca. Cuando no lo iba ver de visitante, le gustaba escuchar al gordo José Maria Muñoz, en la oral deportiva. Por que de tanto en tanto interrumpían la transmisión para informar desde las otras canchas y así se enteraba de la suerte de su equipo. Por eso el bichito colorado era algo especial en su vida, era una alegría ir a la cancha, encima desde aquel 24 de Marzo lo que menos tenía el pueblo era alegría.

Se le escapó una sonrisa irónica con eso de “Proceso de Reorganización Nacional”. Hacía poco había estado con otros compañeros en La Plata reclamando por el boleto estudiantil cuando sucedió lo que más tarde se conocería como “la noche de los lápices”.

“Linda manera de reorganizar al país a palazo limpio”, pensó.

Cuando salió del bar, se dirigió rápidamente al estadio y se ubicó en la colmada platea que daba espaldas a Boyacá.

El campo de juego estaba en muy malas condiciones y no daba pie con bola Argentinos cuando empezó el partido, y como era de suponer a mediados del primer tiempo Talleres se puso en ventaja con gol de Ludueña. Cuando terminó la primera etapa, todos se preguntaban por el pibe que estaba sentado en el banco de suplentes.

En el entretiempo Manuel desvió sus pensamientos hacia otras cuestiones. Pensó en sus viejos y sus hermanos, en el sueño de compartir con Clarita toda la vida, en el sueño de que sus hijos crecieran en un país mejor, sin miedos y sin ataduras, con la libertad de expresarse y de elegir, en un país con igualdades sociales. Maldijo la hora de haberse metido en la facultad, estaba jodida la mano en Filosofía y Letras. Maldijo la hora de pensar distinto.

Ese zurdito que la descosía en los potreros de Villa Fiorito y se preparaba para ingresar en el segundo tiempo, lo hizo volver a la realidad. La melena enrulada, la camiseta roja con la banda blanca cruzada en diagonal, el número 16 en la espalda y los botines Adidas, eran el centro de atención de todos los presentes. Era el mismo que Manuel había visto llegar a la cancha vestido con camisa blanca y pantalón de corderoy turquesa con botamangas y se había preguntado si el pibe no tendría calor con la temperatura que hacía.

Años después el pibe contaría casi con gracia que ese pantalón era el único que tenía.

El árbitro Maino autorizó el cambio que todos esperaban que hiciera el técnico Montes por Giacobetti, y Manuel se acordó de sus presentimientos “Va a pasar algo importante”.

Él, nunca le podría contar a nadie, que a la primera jugada el pibe recibió el balón a espaldas de su marcador, se dio vuelta al tiempo que hacía pasar la pelota Pintier por entremedio de las piernas del número 8 Cabrera y mientras bajaban los aplausos de las tribunas, sin saber muy bien por que Manuel tuvo la sensación que comenzaba a escribirse una nueva historia y a partir de ese momento muchas cosas importantes iban a suceder.

Para la historia quedará que Talleres se llevó la victoria por la mínima diferencia. Para las estadísticas también quedará que esa no sería una tarde más.

Al salir de la cancha, no tuvo mucho tiempo de pensar en lo que había presenciado. A pocos metros de la parada de colectivos los cuatros integrantes del Ford Falcon se bajaron y lo increparon al tiempo que le pedían documentos. Eran todos iguales: peinados a la gomina, con camperas de cuero y lentes oscuros. El que tenía cierto aire de “jefe” le inmovilizó los brazos y lo metió a los empujones en el asiento trasero del auto que aceleró bruscamente. Sus ojos marrones se vieron por última vez con un brillo de resignación y desconsuelo. Nunca más se supo de él. Por supuesto nadie vio nada.

En ese momento, en un rincón oculto del deteriorado vestuario, el pibe estaba sentado en un banco de madera cubierto por una toalla, contestando las preguntas de algunos cronistas.

Lástima que Manuel y miles más no podrán contar jamás, la historia que comenzaba a escribirse desde aquel caluroso miércoles, del 20 de Octubre de 1976.

(Mi agradecimiento a Rodrigo Gaite por cederme este hermoso cuento que alude al debut en 1ª División de Diego Armando Maradona)

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Por el Bicho todo (Marcelo Ruiz Díaz - Argentina)


Era inexorable, tarde o temprano nos iríamos a la “B”, y no por la culpa de aquellos pibes del club que pusieron el pecho en las malas allá por 96, sino por el cúmulo de dirigentes corruptos que mancharon y fundieron a un club que supo ser ejemplo de institución.
Como sea, Argentinos Juniors venia de varias campañas malas pero esa vez, el descenso nos comía los pies y teníamos que ganar sí o sí los últimos partidos y esperar que Ferro perdiera. Y estuvo cerca, con el "Polo", con Pena y con Leo Mas entre otros fuimos a Santa Fe y ganamos dos a cero con dos goles del indiecito Liber Vespa y la fe volvió, faltaban dos partidos con San Lorenzo y con Central.
Yo en ese entonces trabajaba en el hipermercado “Coto” en el barrio de Pompeya y Argentinos jugaba como local en cancha de Atlanta un sábado por la noche. No podía dejar de pensar, el bicho jugándose la permanencia y yo reponiendo botellas.
Un compañero me dice: “está por empezar el partido, anda a electro", cuando fui y vi salir al equipo no lo dude, corrí y le dije “Javi me tenes que salvar, me voy a la cancha ya”, por favor fíchame y prestame veinte mangos que mañana te cuento gracias ja...", pobre no le di ni tiempo para que lo piense.
Salí por la entrada principal vestido de Coto y paré el primer taxi que pasó: “Llevame a la cancha de Atlanta lo más rápido que puedas”.
Después de una hora me vi revoleando el buzo con la garganta roja y con la ilusión prolongada una semana. Lástima que ese dos a cero a los curvos no sirvió para torcer el destino que me hizo llorar como pocas veces en los mismos tablones al domingo siguiente cuando los canallas nos daban vuelta el partido que ganábamos con un gol del Polo.
La radio de un viejo bicho decía que Ferro había empatado y Argentinos con su futbol con su toque y con toda la magia de su historia se iba a la segunda categoría del futbol argentino.
Tuve que esperar que se vayan todos y cuando la cancha quedo vacía me volví a Moreno con los ojos rojos, con la amargura más grande que me dio el futbol y con cien pesos menos que me costo la suspensión y el presentismo por el amor inexplicable a mi Argentinos querido.

(Un gracias enorme a Marcelo por autorizarme a publicar este cuento)

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Maradona (Argentina)


Una sola vez nos encontramos dentro de una cancha. Fue en 1977. Él venía llegando al fútbol profesional y yo me estaba yendo. Todavía no había cumplido 18 años y ya mostraba el talento que después desarrolló. Recuerdo que en una jugada me tragué el amague y, cuando me iba a pasar, le pegué un muslazo. Diego me miró como reprochando el golpe y yo le dije: "¿Qué te pasa mocoso?"
Cada vez que lo veo esa jugada reaparece porque pienso que debe ser el único recuerdo que Diego tiene de Perfumo como jugador. En cambio, a mí me quedó de Diego esta impresión: no es un jugador de fútbol, es El Fútbol.

(extraído del libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)

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Gracias a Diego, yo soy como el pintor que pintó el mejor cuadro. Tuve la suerte que me cayó a mí, pero le podría haber caído a cualquiera ¿Quién no se iba a dar cuenta de lo que era Maradona? Uno lo veía y ya sabía que era distinto.

(FRANCIS CORNEJO, descubridor de Diego Maradona, fallecido el 13 de Marzo de 2008 a los 76 años de edad)

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¿A usted lo marcó aquel Argentinos del 85?
Sí, la gente no olvida la final con Juventus ni el juego que desplegó el equipo. Pero en ese Argentinos tuve muchos problemas, al grupo le costaba comprender mi mensaje.
Cuando se ganó, nadie reconoció
"José tenía razón". Tal vez fue culpa mía, nunca dije lo que realmente pasaba.

¿Borghi pudo haber sido el heredero de Maradona?

Pudo pero no quiso. Se conformó con lo que era. Sigue pensando igual que cuando debutó en Primera.

¿Maradona fue el mejor jugador que vio?

Del 50 hasta hoy no hubo nadie que jugara como Diego. Puede darse el lujo de volver todas las veces que le dé la gana.

(JOSÉ "Piojo" YUDICA, ex jugador y técnico campeón de América con Argentinos Juniors en 1985, en revista "Mística" del 9 de Agosto de 1997)

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Gregorio "Goyo" Carrizo, gran amigo de la infancia de Maradona y compañeros en la época de Argentinos Juniors cuenta con profunda emoción esta anécdota vivida junto a Diego: “Nos sentábamos en la mesa para comer y, entonces, Doña Tota –madre de Maradona- se acercó y le dijo: - Pelusa, andá a comprar un sifón de soda.
Fuimos a comprarlo como suelen hacerlo todos los chicos, corriendo. Al volver, doblando una esquina Diego cae y se le revienta todo el sifón en la mano. Le ayudé a levantarse y vi que tenía mucha sangre. Al llegar a casa, Doña Tota se asustó mucho y le llevó a una salita. Le pusieron unos diez puntos de sutura y un yeso que le cubría prácticamente todo el antebrazo.
Al día siguiente teníamos que ir a jugar contra Banfield, en cancha de Argentinos Juniors, y él iba diciendo que quería jugar por encima de todo.
- Pelu, no vas a poder jugar
–le dije-.
Nosotros le teníamos miedo al técnico, Francisco Cornejo. Llegamos al vestuario, siempre nos llamaba con una seña y un ruido que hacía con los labios. ¡Eso era terrible para nosotros! cuando nos llamaba así teníamos mucho miedo. Diego se acercó y se puso frente a él con la cabeza agachada, yo también le acompañé y me puse a su lado.
- ¿Qué te ha pasado? –preguntó el técnico-.
Diego le contó lo sucedido con el sifón.
- Bueno, vas a quedar un mes parado sin jugar –le contestó el entrenador-.
Diego bajó más la cabeza y empezó a llorar. Nos empezamos a cambiar, dio la formación y yo iba a usar la 10 por él. Entonces, el Pelusa me dijo:
- Goyo, decile que quiero jugar.
- Pero, no vas a poder jugar así.
- Sí, sí… yo quiero jugar porque vamos a salir campeones.
Lloraba tanto que decidí hablar con el técnico.
- Francis, Diego quiere jugar.
El entrenador, en ese momento, le llamó aparte.
- ¿Cómo vas a jugar con los puntos de sutura y el yeso?
- Sí, sí… Va, déjame jugar que yo no voy a correr, solo quiero festejar el campeonato que vamos a ganar.
Ante la insistencia le dejó jugar. Entró al campo con un pañuelo en el cuello que le inmovilizaba en parte el brazo, con el yeso… Ganamos 7 a 0 ese partido y Maradona hizo 5 goles.
Eso fue un recuerdo muy grande. A Diego muchos no lo han sabido valorar. Ha jugado muchas veces con lesiones y hoy es más fácil criticarlo que decirle: ¡Gracias Diego por jugar lesionado! ¡Gracias Diego por dar el pecho por nosotros! ¡Gracias Diego por la alegría! Es mucho más fácil decirle: sos un drogadicto, sos un enfermo…”
En ese momento, a Goyo Carrizo se le quebró la voz y, con semblante de pena, no pudo continuar...

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Tuyo siempre (Andrés Calamaro - Argentina)

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No importa lo que pase los domingos
aunque ganes, aunque pierdas voy contigo
yo te voy a alentar toda la vida
porque este amor por vos no se termina.

Te seguiria por todas partes
y volveria a La Paternal
todos juntos, para poder festejar
un campeonato más!... mejor que antes
vamos Bicho que yo te sigo a todas partes
Argentinos, hay que poner mas huevo
te lo pide la Banda de Paternal!

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