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El día del arquero

“A los penaltys que tan bien parabas
acechado tu acierto,
nadie más que la red le pone trabas
porque nadie ha cubierto
el sitio, vivo, que has dejado, muerto”. 

El poeta español Miguel Hernández jugaba de volante, pero su poema futbolístico más conocido se lo dedicó a un arquero, a “Lolo, portero del Orihuela”. El poeta escribió también el himno del equipo que fundó en Orihuela, su pueblo natal. “Vencedora surgirá / la terrible y colosal Repartiora”. En La Repartiora (así llamada porque todos tenían algo para repartir), Hernández, que tenía unos quince años, era “Barbacha”, porque su juego lento hacía recordar a unos caracoles pequeños. 

Su padre no lo quería ni cura ni escritor y lo obligó a que cuidara las cabras. De poeta pastor de Orihuela y su amigo católico Ramón Sijé (“compañero del alma, compañero”), Hernández, mudado a Madrid, pasó a poeta comunista y miliciano. Cavó trincheras y dio aliento con lecturas a los soldados en el frente. En 1942 tenía apenas 31 años. Murió tuberculoso, hacinado y hambriento en las cárceles franquistas, donde las ratas cagaban en su cabeza. 

Hace unos meses, el Tribunal Constitucional de España rechazó un pedido de la familia, de que se declarara nula la condena a muerte que le había decretado el franquismo en juicio sumarísimo. Los jueces ni siquiera le han permitido ahora reparar su honor. Sí lo hizo Jaén y su nuevo himno en 2013, que llevará la letra de uno de los poemas más célebres que Hernández escribió en plena Guerra Civil española: “Andaluces de Jaén / aceituneros altivos / decidme en el alma: ¿quién / quién levanto los olivos?”.

Lolo Sampedro, el arquero hecho poema por Hernández, muere al chocar contra un poste (“¡Ay fiera! En tu jaulón medio de lino / se eliminó tu vida”). El puesto del arquero fue siempre el más literario del fútbol. Más aún desde que la modernidad renunció a los wines, un puesto de locos, de Garrinchas y Housemans. “Oh Platko, Platko, Platko”, escribió en 1928 Rafael Alberti. El poeta español dedicó una célebre oda al arquero húngaro deBarcelona, Franz Platko, héroe en una final de Copa frente a Real Sociedad, porque volvió al campo con seis puntos de sutura y un vendaje aparatoso, tras recibir una patada brutal en la cabeza. 

El arquero más mítico de la propia España fue “El Divino” Ricardo Zamora, estrella de Real Madrid. Fue detenido por milicianos descontrolados porque, además de atajar, Zamora escribía artículos en el diario católico “Ya”. Zamora casi muere fusilado en la cárcel Modelo de Barcelona. Le salvó la vida, contó alguna vez su hijo, un miliciano que lo reconoció. Se refugió en la embajada argentina, hasta que el torpedero con bandera argentina “Tucumán” lo llevó hasta Francia. Su larga permanencia allí, paradójicamente, enojó luego al franquismo, que sospechó de él a la hora del retorno y hasta llegó a detenerlo algunos días. Quedó un dicho famoso, síntesis de que era garantía de seguridad: “Uno cero y Zamora de portero”. Lo contrario sucedió más de medio siglo después con Luis Miguel Arconada, a quien se le escapó infantilmente una pelota en un tiro libre de Michel Platini que dio un recordado triunfo a Francia en la Eurocopa de 1984. Su error provocó otro dicho célebre: “Ay Dios, ha hecho una Arconada”.

Tremendo error de Luis Miguel Arconada en la final de la Eurocopa de 1984. 
Minuto 57, tiro libre de Michel Platini, Francia 1 - España 0.

Es así. El arquero es el puesto más expuesto del fútbol. De Tarzán se pasa al ridículo. “Una difícil regulación de la autoestima”, me dijo alguna vez un psicólogo que atendió arqueros. Son los únicos que visten distinto y pueden usar las manos. Grandotes y hasta goleadores como José Luis Chilavert o extravertidos como Hugo Gatti o René Higuita, los arqueros suelen ser los futbolistas favoritos de los escritores. “Bien podría ser llamado mártir, paganini, penitente o payaso de las bofetadas”, escribió Eduardo Galeano. “La segunda muerte de Barbosa”, tituló un diario el 8 de Abril de 2000, al día siguiente del fallecimiento del primer arquero negro de la selección de Brasil. La primera ‘muerte’ había sido la de su error en el Maracanazo del Mundial 1950. Y eso que todavía no había TV como ahora, de 24 horas sobre 24. Imágenes que repiten y repiten goles, no atajadas. 

Moacir Barbosa comienza a pagar una condena que sería eterna

Cuando los arqueros dominan la escena, es por algún ridículo. Como le sucede hoy mismo al gran Gianluigi Buffon en Italia, señalado por sus errores en la derrota de Juventus ayer 2-0 contra Bayern Münich. La TV, en realidad, suele regodearse ya no ante el simple error humano, sino frente al exceso de confianza, el del superhombre derrumbado por el error infantil. ¿Cuántas veces se exhibieron en estas horas algunas torpezas del hoy encarcelado Pablo Migliore, como la del gol del Racing-Colón en el que sacó rápido, la pelota pegó en la cabeza del ‘Bichi’ Fuertes y se le metió en el arco? “En el puesto de los bobos -solía decir Hugo Gatti- yo soy el más vivo”. “El día del arquero”, sabemos, no es un homenaje; es el día que no llegará nunca.

Albert Camus fue arquero del primer equipo de la Universidad de Argel (R.U.A.). El Premio Nobel de Literatura de 1957 se hizo arquero de niño porque era el puesto en el que las zapatillas le duraban más. Aprendió a moverse siempre a último momento. Hoy no podría hacerlo porque las pelotas, pobres arqueros, son cada vez más livianas y traicioneras. Pero la zapatilla casi intacta evitaba a Camus el reto a latigazos de la abuela. ¡Cómo no citar la frase con la que, más que al fútbol, Camus buscó acaso reivindicar lo mejor del deporte!: “Porque, después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol”. Más crítico, en cambio, fue siempre Umberto Eco. Algunos interpretaron que su mirada dura hacia el fútbol se debe a que, de niño, como nunca fue bueno, lo mandaban al arco. Cuando éramos niños, los malos iban al arco, salvo que fueran los dueños de la pelota. Puesto también de los más gordos, el arco dejó las bromas y pasó a ser un drama cuando en 2009 el arquero alemán Robert Enke, que todavía aspiraba a jugar el Mundial de Sudáfrica, se tiró debajo de las vías de un tren. Nueve futbolistas se habían suicidado antes en la Argentina en los últimos años. Cinco de ellos eran arqueros. Ocupaban el puesto más solitario y extremo. “El más ingrato del fútbol”, como lo llamó una vez Amadeo Carrizo.

Amadeo Carrizo cortando un centro con una mano

Hay numerosos ejemplos que se contraponen al supuesto modelo del "arquero bobo". Arqueros que analizan y se convierten en técnicos (habitualmente cautelosos). Arqueros lectores. Y arqueros poetas. Me quedo con Américo Tesorieri, seis veces campeón con Boca de 1919 a 1926, 37 veces selección argentina. Admirador de Quinquela Martín y amigo del Gordo Troilo, “Mérico” decidió escribir “poemas indigestos para matar el tiempo, antes de que el Tiempo me mate a mí”. En “Jonedick” recordó los viejos Boca-River en la isla Demarchi, con sus canchas separadas por un par de cuadras. En “Imploración” pidió a Dios: “¿No podrías darme por unos domingos mi perdida juventud?”. Y en “Ocaso” escribía: “Escuchemos, querida, por radio el partido/ está muy fría la tarde y más frío el olvido”. “U.S.A.” cita a Abraham Lincoln, Walt Whitman, Tomas Edison, Jack Dempsey, Babe Ruth, Bessie Smith y Louis Armstrong, entre otros. Pero el homenaje del poema no es para ellos. “No/ fue solamente porque alumbró mi feliz infancia/ con madre, padre y siete hermanos más/ una humilde lámpara de querosén/ acogedora luz, acariciadora luz, amorosa luz/ Se llamaba “Miller” y era de reluciente níquel/ con palabras enigmáticas, jeroglíficas, incomprensibles/ “Made in USA”/ pequeña lámpara, amiga nuestra/ es por ella mi querencia y deslumbramiento/ ¡Oh, U.S.A.!”

(artículo de Ezequiel Fernández Moores publicado el 2 de Abril de 2013 en el suplemento "Cancha llena" del Diario "La Nación")

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Ladislao Mazurkiewicz [1945-2013]


En la mañana de hoy, 2 de Enero, falleció el ex arquero de la selección uruguaya y de Peñarol, Ladislao ‘Chiquito’ Mazurkiewicz. 

‘Mazurca’ fue uno de los más grandes arqueros que diera nuestra América, considerado el mejor portero del mundo en la década del ’60, campeón de la Copa Libertadores y de la Intercontinental con los aurinegros en 1966 y ese mismo año fue el arquero de Uruguay en el Mundial de Inglaterra, lo cual repitió en México 1970, cuando los celestes obtuvieron el cuarto puesto.

Días pasados, otro gran arquero uruguayo y que sucediera a Mazurkiewicz en el arco de Peñarol, Fernando Álvez, contó una anécdota en su cuenta de Twitter que pintó de cuerpo entero la personalidad del portero ‘carbonero’: “Les voy a contar una anécdota increíble de Ladislao antes de jugar contra Inglaterra en el Mundial de 1966. Ambos equipos debían subir al palco a saludar a la Reina, que aún vive. Primero los ingleses y seguido Uruguay. Era reverencia a la Reina frente a ella y la mano al marido que estaba a su lado como siempre. Tengan en cuenta que 10 minutos después iba a empezar el partido, cuando ‘Chiquito’ queda frente a la Reina, le hace la reverencia y da un paso, le extiende la mano al marido de la Reina Isabel y, cuando éste le da la mano, ‘Chiquito’ le dice: “Vos sí que estás pintado” y siguió su camino. Sus compañeros no lo podían creer. Dicen que eso sirvió para que alguno de ellos aflojara la tensión que el partido provocaba”.

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Alemania, un huracán; Maier, un coloso.

(Titular del diario español "Hoja del Lunes", al otro día de la Final del Mundial de 1974)

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La más divertida anécdota del "Mono" Burgos

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El secreto para ser un buen arquero es haberse comido 400 goles, siempre que no sean en el mismo campeonato.

(AMADEO CARRIZO, célebre arquero riverplatense, opinando en 1965 sobre los secretos de su puesto)

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El portero de hierro del Manchester City


Bert Trautmann nació en 1923 en Bremen. Estuvo en la Luftwaffe, las fuerzas aéreas alemanas, y partició en la segunda Guerra Mundial, era un paracaidista. Estuvo luchando en el Frente del Este, por ello le dieron cinco medallas, entre ellas, la "Iron Cross".

Después de esto, le mandarían a luchar al frente Oeste, allí no tendría tanta suerte. Fue capturado por los británicos. Lo llevaron a un campo de concentración de Ashton-in-Makerfield (en Lancashire) con 1.000 soldados más, él fue uno de los 90 que consiguieron sobrevivir. Un poco más tarde le ofrecieron repatriarse a Alemania, pero se negó, entonces se quedó a vivir en el norte de Inglaterra, trabajando como granjero y jugando al fútbol. Era el portero del St.Helens Town (actualmente en la North West Counties Football League). Allí jugaría 43 partidos, en la temporada 1948-49. Ese año su fama iría creciendo, sobre todo tras una final de una competición local, la Mahon Cup, a la que acudirían unas 9.000 personas.

Entonces llegaría su momento, varios clubes se interesaron por él, finalmente ficharía por el Manchester City con un contrato amateur. Era su oportunidad, y no la desaprovechó, ya que no tardarían en hacerle contrato profesional. Su pasado como soldado (posteriormente también fue sargento) de la Alemania nazi no gustaba a la afición. Muchos seguidores bombardearon la sede del City con cartas de protesta y pancartas en las que se podían leer leyendas como "Fuera el alemán". Además, tenía que sustituir a toda una leyenda de los citiziens, Frank Swift.

Su primer partido como titular lo disputaría ante el Bolton Wanderers, aquello sirvió para que los fans del City se dieran cuenta de su calidad como portero. Pero cuando jugaban fuera, era abucheado por los seguidores de los equipos rivales, tanto que un día cuentan que se desconcentró por completo, al ser el centro de las iras rivales, y le metieron 7 goles, concretamente jugando ante el Derby County.

Poco después, en Enero de 1950 tenía que jugar en Craven Cottage, su primera visita a Londres. La prensa londinense recordaba su pasado todos los días, y en aquel partido la afición del Fulham no paró de llamarle "nazi" durante todo el partido. Pero al final de aquel partido, tras realizar grandes paradas terminó siendo aplaudido, sobre todo por los jugadores de ambos equipos, el Fulham y el Manchester City. A pesar de sus grandes partidos, no pudo evitar que el City bajase a segunda ese año, aunque no tardarían en volver a la First Division.

Comenzó a ser considerado uno de los mejores porteros de la época, y fue uno de los primeros porteros en jugar con los pies ya que sería uno de los participantes del Revie Plan que utilizó aquel Manchester City. Este sistema les llevaría a jugar la Final de la FA Cup de 1955, donde cayeron por 3-1 ante el Newcastle, en un partido totalmente nefasto. Pero solo una temporada después, tendrían la revancha. Esta vez llegaban al viejo Wembley para jugar contra el Birmingham City. La final iba bien para el City, ganaban por 3-1 y quedaban 15 minutos.

Un balón disputado provocó un fuerte golpe entre Trautmann y Peter Murphy. Trautmann tenía un gran dolor en su cuello y en su rodilla derecha. En esa época no había cambios, por lo que continuó jugando a pesar de su estado físico. Con esos problemas, todavía tuvo tiempo para realizar paradas espectaculares en los últimos minutos, la más destacada ante Murphy. Se acabó el partido y ganaron, pero pudo recoger su medalla, aunque después tendría que permanecer con su cabeza inmóvil debido a que su dolor en el cuello incrementaba.

Acudió al St.George´s Hospital donde le dijeron que solo tenía tortícolis, pero tres dias después en Manchester el diagnóstico fue otro, se había roto cinco vértebras, de las cuales la segunda de ellas se había fracturado en dos, lo que pudo haberle costado la vida. Después volvería mucho más tarde a jugar, pero no se había recuperado bien de su lesión y duraría poco más.

Fue nombrado jugador del año por la prensa inglesa en 1956, y antes, en 1953 le ofrecieron jugar con su país pero lo rechazó, no quería más polémicas sobre su pasado. En su juego destacó además de por tener un porcentaje muy alto de paradas por tener un saque muy largo que realizaba con su mano, ya que había jugado al balonmano cuando era más joven.

En la actualidad vive en un pueblo valenciano (desde 1990) y ha trabajado para mejorar las relaciones anglo-germánicas. Su último homenaje se lo dieron en 2005, cuando pasó a formar parte del National Football Musseum de Preston.

Aquí debajo, el resumen de aquella final de la FA Cup de 1956 que le llevaría a la fama:


(publicado en el blog “Neighborhood Football”, el miércoles 21 de Octubre de 2009)

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José Francisco Sanfilippo y Antonio Roma, fueron compañeros en Boca y en el seleccionado nacional. Pero cuando el 'Nene' jugaba para San Lorenzo y Roma era el arquero de Boca, las cargadas entre ellos eran algo cotidiano.
Según relata Sanfilippo en su biografía, escrita por Alfredo Di Salvo, cuando los dos estaban concentrados con el seleccionado, previo a un clásico entre San Lorenzo y Boca que se disputaría el 12 de Octubre de 1962, ocurrió la siguiente anécdota: "Los chistes y las jodas estaban a la orden del día; lo teníamos de punto a ese gran tipo llamado Antonio Roma; nunca se enojaba y mejor así, porque con su físico era mejor que te agarrara un tren. Estábamos almorzando (con la selección), le guiño el ojo al 'petiso' Menéndez (Norberto) y lo llamo a Don Victorio Spinetto (el técnico).
-Quiero hacerle una apuesta, Don Victorio, al Tano. Usted tiene que dar el consentimiento.
-¿Qué es lo que pasa, Nene?
-El tema es el siguiente; el domingo juegan San Lorenzo y Boca, y hago esta apuesta, a pesar de correr con desventaja, no importa. Si le hago dos goles el domingo a Roma, usted lo desafecta de la Selección. Y si no los hago, el que se va soy yo, ¿de acuerdo?
-Sí, Nene, está todo jugado.
Nos damos la mano en señal de conformidad. Se prendía Don Victorio en las bromas. Todos aplaudieron, formalizando el desafío. Se acerca Antonio y me dice:
-¿A quién le vas a hacer dos goles, enano podrido..?
El partido en cuestión, disputado en el Viejo Gasómetro de Avenida La Plata, finalizó 2 a 2. Los dos goles de San Lorenzo los convirtió Sanfilippo (el primero a los 5 segundos, de taco, -en la foto de la izquierda- y el segundo de tiro penal), pero tanto él, como Roma, siguieron siendo titulares de la Selección Argentina.

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El arquero más importante de la historia de Chile es Sergio "Sapo" Livingstone, quien ocupó la valla de su selección en el Mundial de Brasil de 1950, enfrentando a España, Estados Unidos e Inglaterra.
"El Sapo", -así se lo apoda-, se aproxima a los 90 años de edad y es uno de los periodistas deportivos trasandinos más importantes de la televisión. Jugó 22 temporadas en la Universidad Católica, un año en Racing de Avellaneda, y uno en el Colo Colo de su país.
En sus memorias recuerda con sumo orgullo su estadía en la Argentina, atajando para la "Academia". Para él fue un paso muy importante, jugando al lado de compañeros de gran renombre.
Claro que hoy rememora esa época, en 1943, cuando tenía 23 años, con cierto arrepentimiento en el tema de sus decisiones personales, porque en vez de continuar en nuestro fútbol, verdadero espaldarazo internacional para la posibilidad de irse a jugar en Europa, retornó a Chile, por estar enamorado de una compatriota.
Si bien el amor todo lo puede, dejó entrever que ese noviazgo finalmente no prosperó y le quedó trunco ese sueño ambicioso en cuanto a lo deportivo.
De todas formas, Livingstone, quien admite que el mejor futbolista que vio, el más completo, fue Alfredo Di Stéfano, defendió el arco de Chile en 75 partidos (34 en 6 Copas de América) retirándose el 18 de Noviembre de 1959, en el estadio Nacional de Santiago, cuando su representativo le ganó, en un amistoso y por primera vez en su historia, a la Argentina (4 a 2).
El padre de "El Sapo" había sido árbitro de fútbol, llegando a dirigir la final del Sudamericano de 1917, entre Argentina (1) y Uruguay (0). Fue un buen antecedente de un grande del fútbol sudamericano.

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Fue campeón de Europa cuando llevaba cuatro partidos jugados con la selección y puso fin a su carrera internacional a los cuarenta años después de ganar una Copa Mundial.

El principio y el fin de mi aventura con selección fueron extraordinarios. Del Campeonato Europeo al principio, en 1968, hasta la Copa Mundial de la FIFA de 1982... no se puede pedir más.

Cuéntenos la anécdota del regreso a Roma en el avión de Pertini

Aquel Mundial de España se vivió en mi país con un fervor extraordinario. Regresamos a Italia en el avión del Presidente Pertini, que se había entusiasmado mucho en el estadio. Nos pidió que jugáramos una partida de escoba. El Presidente, Bearzot, Causio y yo. Nos pasamos la hora y media de viaje jugando. Pertini era un hombre capaz de hacer que te sintieras muy cómodo en su compañía, parecía uno más del grupo, era extraordinario. Aterrizamos en Roma y se desató la locura hasta el Quirinale. Pertini dice que tenemos que comer algo y va y salta: "Mi sitio es éste. Quiero a Bearzot a un lado, Zoff al otro y a todos los jugadores. Si hay sitio para los Ministros y para los Diputados, vale. Si no, que se vayan a un restaurante". Sabía expresarse, Pertini.

¿Cree que esa pasión de la gente por las calles, tan sólo por un partido de fútbol, es justificada?

Somos un pueblo que, socialmente, siempre ha vivido con pasión el fútbol. Es un deporte muy popular. Ha prendido en todas las clases sociales. Por eso, se celebran así las victorias y el triunfo en un Mundial, especialmente en un Mundial en el que se ha cumplido, se ha llegado hasta el final con corrección, porque eso es lo que caracteriza a Bearzot: la corrección, la responsabilidad. Cumplir con nuestro cometido y, encima, ganar, enarbolar bien alta la bandera italiana, es un placer y es justo que la gente lo celebre por todo lo alto.

(DINO ZOFF, recordando en la página oficial de la FIFA la conquista del Mundial de 1982 por parte de la selección 'azzurra')

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Caloi (Argentina)

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¿La cancha más jodida en la que jugaste?

La de Victoriano Arenas. Ahí fui con Defensores, en la C. Caímos para jugar un partido clave, en el 81. Ellos tenían que ganar porque sino descendían. Yo era conocido, ya estaba en el Juvenil. Llegamos temprano y se me dio por tomar sol a un costado. En un momento se me nublo, abrí los ojos y eran dos monos: “Mirá que Victoriano tiene que ganar ¿eh?" Ganaron porque fueron mejores pero si no hubiera tenido que meterla yo de cabeza…

¿Lloraste muchas veces por el fútbol?

Dos. Después del 0-5 con Colombia y luego de debutar en el Mundial 90, aunque esa vez fue una mezcla de sentimientos: alegría por lo mío e impotencia por la fractura de Pumpido.

Tuviste una época en que las mujeres se te tiraban encima. ¿Hubo algún acoso desmedido que se pueda contar?

Un día salí con mi señora del programa de Susana Giménez y nos empezó a seguir un auto. En un momento paramos y se bajaron dos chicas. Les firmé, sacamos fotos y les di un beso. Todo bien hasta que una la mira a mi señora y le dice: “Y vos lo podrías dejar un poquito solo, ¿no?”. Mi mujer casi le salta a la yugular.

(SERGIO GOYCOCHEA, ex arquero argentino, en revista “El Gráfico” -Octubre de 2002-)

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Al fútbol se juega como se vive. Acá pasás a uno y te pegan una patada, en Europa te dejan pasar.

(HUGO ORLANDO GATTI, ex arquero argentino, en “Radio 10”, 29 de Enero de 2010)

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Los errores del arquitecto se tapan con columnas; los del cocinero, con salsas; los del médico, con tierra, y los del arquero, con insultos.

(ANÓNIMO)

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Los arqueros tenemos una función bastante antipática en el fútbol, evitar lo más lindo: que es el gol.

(CARLOS FERNANDO NAVARRO MONTOYA, ex futbolista argentino)

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En el libro "Memorias de la pelota", escrito por el periodista uruguayo Alfredo Etchandy, se menciona un dato curioso de un arquero absolutamente ganador en los torneos de la vecina orilla, casi un amuleto de la buena suerte para el equipo en el que jugara: Héctor Tuja.
“En un verdadero amuleto, en eso se convirtió Tuja. Con sus manos evitó goles, pero con su presencia generó una confianza que se veía confirmada al final de cada temporada cuando había que festejar con la vuelta olímpica”, comenzaba diciendo Etchandy.
“Defendiendo el arco de Central Español se coronó por partida doble. En 1983 logró el certamen de la B y al año siguiente repitió en el círculo de privilegio, siendo protagonista del único caso de la historia en la que un club que ascendió terminó ganando el título. Pero no quedó allí y en 1987, consiguió ser campeón uruguayo con Defensor. Más tarde lo logró con Racing en 1989 retornando a Primera e hizo lo propio con River Plate en 1991 y con Rampla Juniors en 1992. Cuando parecía que estaba cerca del retiro, en plena década del 90, sorpresivamente pasó a Peñarol e integró el plantel que se coronó como mejor en 1993 y 1994. En definitiva, ocho títulos conseguidos con varias instituciones en doce temporadas. En realidad, un verdadero récord que merece el más amplio reconocimiento. Además de arquero era el gran amuleto para esas conquistas” finaliza la anécdota Etchandy.

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No lo necesitamos, tenemos a un arquero joven que va a ser figura: Jaime Tejeda.

(Dirigentes de Universidad de Chile despreciando a Roberto "Cóndor" Rojas -en la imagen-, quién había quedado sin club, en el año 1982)

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El puesto de arquero es muchas veces muy ingrato. En la soledad de los tres palos, se viven procesos inversos, mientras muchas veces los compañeros se abrazan con un gol, el arquero lo grita en soledad. Cuando se hace una atajada monumental, muchas veces la jugada continúa y a lo más se escucha un “vamos”, “excelente” y nada más. Pero es parte del oficio de ser arquero.
Carlos Fenoy fue un caso inusual en su época, su carrera transitó entre Newell’s Old Boys de Rosario, Vélez Sarsfield y Huracán, hasta que da el salto a España, más precisamente al Celta de Vigo para disputar la temporada 1976-1977.
En aquellos años, que un arquero pateara un penal era algo muy extraño, pero Carlos Fenoy se tenía fe y ya en la tercera fecha logra batir a Luis Arconada de la Real Sociedad, dando inicio a un verdadero ritual donde diversos arqueros de la Liga Española deben sufrir su eficacia en el punto penal: Esteban del Elche, Daniel Carnevali del club Las Palmas, Miguel Ángel del Real Madrid y nuevamente Carnevali, esta vez en el estadio insular. A excepción hecha de ese último partido ante Las Palmas, en las anteriores cuatro ocasiones, sus goles dieron la victoria al Celta.
Lamentablemente, los goles de Fenoy no pudieron evitar lo inevitable, el descenso del Celta de Vigo a la Segunda División producto de la mala campaña. Pasaron los años y Fenoy se retiró jugando en el Valladolid en 1988, pero inolvidable resultó su primer año, donde sentó un precedente para futuros arqueros goleadores.
Carlos Alberto Fenoy Muguerza, nació en Buenos Aires el 15 de Octubre de 1948.
Trayectoria profesional:
* 1970-1972: Newell’s Old Boys
* 1973-1975: Vélez Sarsfield
* 1976: Huracán
* 1976-1980: Celta de Vigo
* 1980-1988: Real Valladolid

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La recordada pelea Sanfilippo-Goycochea

El domingo 5 de Septiembre del año 1993, en el Estadio "Monumental", Argentina jugaba contra Colombia un partido por las eliminatorias del Mundial de EEUU 1994. El resultado de aquel partido es por todos recordado... Argentina 0 - Colombia 5.
Dos días más tarde, en el programa "Tiempo Nuevo", conducido por Bernardo Neustadt se producía un inolvidable episodio... José Sanfilippo, recordado goleador argentino, criticaba a un sorprendido Goycochea.
Carlos Salvador Bilardo, viendo lo acontecido por televisión, se dirigió a los estudios de TELEFE e ingresó al programa con el fin de defender al arquero...

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En los Juegos Olímpicos de 1996 disputados en Atlanta, Estados Unidos, el seleccionado de fútbol femenino del país anfitrión logró la medalla de oro.
Según el detalle de las crónicas de la época, la guardavallas del equipo, Briana Scurry, por entonces de 24 años de edad, había realizado una insólita promesa en el caso de ganar el torneo olímpico.
Scurry anticipaba que si llegaba el triunfo olímpico, recorrería las principales calles de Atlanta, desnuda y con la medalla de oro colgando de su cuello.
Fue asi que tras la final del torneo, cuando Estados Unidos venció a China por 2 a 1, en la primera participación del fútbol femenino en un torneo olímpico, aguardaban la actitud que tomaría Scurry en cuanto a cumplir la promesa.
Tras el triunfo, y como mujer de palabra, aprovechó la madrugada para salir de su hospedaje, y cuando no había ningún transeúnte, se desnudó dentro de su automóvil para luego comenzar a correr, por la Village Avenue, tal cual Dios la echó al mundo, portando solamente su oro olímpico. Una secuencia que fue filmada por una amiga. "Las promesas hay que cumplirlas. Si no hubiera hecho lo que hice, hoy estaría con una deuda espiritual muy importante" admitió la guardameta años más tarde.

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Discreción es mi nombre y cautela mi apellido.

(UBALDO MATILDO FILLOL, ex arquero de River y la Selección Argentina, haciendo gala de su prudencia)

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