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La palabra profesionalismo es un término complicado para los saudíes en estos momentos, porque exige cosas que les faltan a algunas de nuestras estrellas. Lo que más necesitan los saudíes que juegan profesionalmente en el extranjero son paciencia y capacidad de adaptación, cualidades de las que a menudo carecen.

(SAMI AL JABER, ex futbolista saudí, acerca de los retos que afrontan sus compatriotas que compiten en el extranjero)

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En el libro escrito por Daniel Roncoli, "Canilleras en el alma", se relata un hecho singular, con argentinos en un país árabe: "Gabriel Humberto Calderón (en la imagen) tenía una consigna compleja -dice Roncoli-. Nada parecía ser abismal para un hombre que cruzó de vereda para jugar de Racing a Independiente sin que le pusieran precio a sus piernas, pero este desafío planteaba complejidades. Había asumido como técnico de la Selección de Arabia Saudita y a la dificultad que le provocaba para el trabajo la religión -la conflictiva posibilidad de organizar turnos de entrenamiento por las horas de rezo- se sumaba el desconocimiento del medio y del idioma. Con su ayudante e intérprete, Eduardo Anzarda, comenzaron a ver partido por partido del certamen local para escoger a los integrantes para la primera convocatoria.
En uno de esos encuentros, en que 'Caldera' y el 'Chavo' se complementaban para en un listado ir volcando datos, Anzarda descubrió que uno de los equipos tenía diez hombres. Le pareció extraño, creyó estar equivocado. El juego se puso en marcha y repitió la cuenta. Otra vez le daba diez. Le comentó el episodio al técnico principal y a éste, el conteo siguió arrojándole diez hombres.
Lo que más curiosidad les despertaba es que en el banco del equipo disminuido se encontraba la nómina habitual de suplentes. Volvieron a contar a cuatro ojos y a cuatro manos y les seguía faltando uno. Ya enloquecidos por el disparatado ejercicio contable, apelaron al traductor que no parecía muy entusiasmado con el deporte. ¿Estarían observando visiones?, ¿Todo se trataría de un espejismo? El árabe saudí les indicó que tras la zona de bancos había un sillón de peluquero, donde podía percibirse a un hombre rasurando a otro.
Aquí no se puede jugar con pelo largo, la figura de este equipo pretendió entrar al campo con el cabello un poquito más extenso de lo estipulado y las autoridades lo mandaron a pelarse.
Es una situación que está contemplada, siempre hay peluquero y elementos por si esto sucede. Hasta que no estuvo acondicionado el look del desobediente de acuerdo a lo permitido, uno de los clubes se desempeñó con uno menos.
Podían haber incluido a un reemplazo, pero por tratarse de una de las estrellas del conjunto, lo esperaron".

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El 9 de Septiembre de 2001 me fui para Arabia Saudita, el 10 me hicieron el examen médico y al otro día firmaba contrato. El 11 de Septiembre tiraron las torres gemelas abajo y me tuve que venir. Fue increíble. Me levanto y resulta que me entero que se venía la guerra. Sentí temor, me quería venir, me llamaban mis familiares. Es que apuntaban a Arabia diciendo que estaban Bin Laden. Nosotros vivíamos a tres casas de la embajada de Estados Unidos y de noche sentíamos las sirenas. Me costó mucho salir del aeropuerto, no nos querían dar los pasaportes. Me acuerdo que en la calle todo el mundo rezaba, esperaban lo peor pero con el que hablaras estaba dispuesto a pelear. Aquella fue la oportunidad de cambiar mi vida, pero bueno, acá estoy, peleando como siempre. Mi viejo me enseñó que guapo no es quien gana, sino quien pelea. Yo no le gano a nadie, pero peleo.

(CARLOS CAMEJO, ex futbolista uruguayo, recordando su ida de la ciudad de Riyadh en 2001)

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