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Partido Independiente-Lanús, año 1993. Llueve. Carlos Mastrángelo, el juez, entra para ver si pica la pelota. Yo hago mi propio chequeo en la punta opuesta y al verlo me mando gran pique. Cuando estoy llegando noto que no podré frenar y que me llevaré puestos a Mastrángelo y a varios periodistas. Me deslizo varios metros en “culopatín”. Víctor Hugo, que me seguía desde la cabina de radio Continental, se tentó y tuvo que mandar avisos. Todavía recuerdo el canto de la hinchada: “¡Qué boludo, qué boludo!”. Cuánta razón.

(DIEGO "Chavo" FUCKS, periodista deportivo argentino, trabajando actualmente en Canal 9)

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En la clasificación para el Mundial de Fútbol de 1954, que organizaba Suiza, ocurrió un hecho inusual (no repetido), cuando en uno de los grupos europeos, España quedó eliminada mediante un sorteo.
El tema fue que el seleccionado español (en la imagen), dirigido por Luis Iribarren Cavanilles, debía lograr su clasificación enfrentando al representativo de Turquía. Había tranquilidad entre los españoles, porque el fútbol turco de entonces, carecía del nivel que mantiene en la actualidad.
El primer partido se disputó en Madrid. Fue el 6 de Enero de 1954 y allí el local le ganó a Turquía por 4 a 1. Parecía ‘pan comido’.
La revancha se realizó en Estambul y allí la sorpresa. Fue el 14 de Marzo de ese año, donde los turcos lograron vencer por 1 a 0, con mucho amor propio y un público que alentaba a sus jugadores a luchar hasta el último minuto.
Lo cierto es que como en aquellos tiempos no existía el "gol de diferencia", se disputó un tercer partido, jugado el 17 de Marzo en Roma, donde hubo un empate: 2 a 2. Y no estaban contemplados en el reglamento los penales que definieran la situación. Ya las cosas no aparecían tan sencillas para España.
Fue allí cuando las autoridades de FIFA determinaron que la clasificación quedara determinada por sorteo. Para ello se colocaron dos bolillas en una hielera de acero donde un niño, con los ojos vendados, sacó una de ellas, la que determinó que España quedara afuera del Mundial de Suiza. Puro azar. A partir de esa situación, el sorteo nunca más definió una clasificación mundialista.

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El gran goleador de la historia de Peñarol, Fernando Morena, convirtió su primer gol para el equipo aurinegro el día 11 de Febrero de 1973
Este ídolo 'carbonero' nació el 2 de Febrero de 1952, su carrera la comienza jugando en Baby Fútbol, con el equipo de Faro de Punta Carretas, más tarde entra en las formaciones inferiores del Club Racing.
Una de las instituciones que le dio cobijo fue el Club River Plate, donde debuta en primera división.
Para 1973 se concreta el gran pase a Peñarol, quien logró con gran visión de futuro para él. Su primera anotación fue en un encuentro amistoso en el Estadio Centenario, contra San Lorenzo de Almagro (Argentina), en ese encuentro Peñarol gana 3 a 2 y dos de los tantos fueron convertidos por el 'Potrillo' al arquero argentino Agustín Irusta. Si debemos destacar una, entre muchas cosas de nuestro goleador, es que en tan solo una década obtuvo para sí y la institución 31 títulos, convirtiendo 34 goles en el año 1975 por el campeonato Uruguayo, batiendo así el récord de Pedro Young. Luego llegó a 36 anotaciones en el Campeonato Uruguayo de 1978, además de convertir la friolera de siete goles en un partido.

Títulos conseguidos

* Campeón Uruguayo con Peñarol en 1973, 1974, 1975, 1978, 1979, 1981 y 1982.
* Campeón de la Copa Libertadores e Intercontinental con Peñarol en 1982
* Campeón de la Liguilla Pre-Libertadores en 1974, 1975, 1977, 1978 y 1984.
* Campeón de la Copa Teresa Herrera en 1973 y 1974 y Costa del Sol en 1975.
* Campeón de la Copa América con Uruguay en 1983
* Campeón de la Super Copa Europea con el Valencia en 1980

(tomado del blog “Soy carbonero”)

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Isaac Newell nació el 4 de Abril de 1853 en Strood, Taylor’s Lane, Inglaterra. Cuando tenía apenas 16 años, arribó a la ciudad de Rosario, para trabajar como telegrafista ferroviario en tiempos en que los ingleses iban desarrollando dicho transporte a través de todo el territorio de nuestro país.
A los 23 años, Isaac Newell se casó con Anna Jackinson, de origen alemán y, como profesor de inglés, fundó el Colegio Argentino de Rosario.
De allí, un grupo de alumnos, incluido su hijo Claudio, colocó la piedra fundamental, creando un club al que bautizaron con el apellido Newell, agregándole lo de Old Boys, sintetizando en inglés el sentir de esos jóvenes: “Los viejos muchachos de Newell”.
Los colores de su casaca fueron elegidos específicamente teniendo en cuenta algún color de la bandera de Inglaterra (rojo) y otro de la de Alemania (negro).
A partir de ese momento, el club creció enormemente en Rosario, inaugurándose, en 1911, el estadio (en el mismo Parque Independencia donde está instalado en estos días), consagrándose por primera vez como campeón rosarino en 1914.
Fue el comienzo de la historia de vida de uno de los grandes clubes del fútbol argentino.

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Fue campeón de Europa cuando llevaba cuatro partidos jugados con la selección y puso fin a su carrera internacional a los cuarenta años después de ganar una Copa Mundial.

El principio y el fin de mi aventura con selección fueron extraordinarios. Del Campeonato Europeo al principio, en 1968, hasta la Copa Mundial de la FIFA de 1982... no se puede pedir más.

Cuéntenos la anécdota del regreso a Roma en el avión de Pertini

Aquel Mundial de España se vivió en mi país con un fervor extraordinario. Regresamos a Italia en el avión del Presidente Pertini, que se había entusiasmado mucho en el estadio. Nos pidió que jugáramos una partida de escoba. El Presidente, Bearzot, Causio y yo. Nos pasamos la hora y media de viaje jugando. Pertini era un hombre capaz de hacer que te sintieras muy cómodo en su compañía, parecía uno más del grupo, era extraordinario. Aterrizamos en Roma y se desató la locura hasta el Quirinale. Pertini dice que tenemos que comer algo y va y salta: "Mi sitio es éste. Quiero a Bearzot a un lado, Zoff al otro y a todos los jugadores. Si hay sitio para los Ministros y para los Diputados, vale. Si no, que se vayan a un restaurante". Sabía expresarse, Pertini.

¿Cree que esa pasión de la gente por las calles, tan sólo por un partido de fútbol, es justificada?

Somos un pueblo que, socialmente, siempre ha vivido con pasión el fútbol. Es un deporte muy popular. Ha prendido en todas las clases sociales. Por eso, se celebran así las victorias y el triunfo en un Mundial, especialmente en un Mundial en el que se ha cumplido, se ha llegado hasta el final con corrección, porque eso es lo que caracteriza a Bearzot: la corrección, la responsabilidad. Cumplir con nuestro cometido y, encima, ganar, enarbolar bien alta la bandera italiana, es un placer y es justo que la gente lo celebre por todo lo alto.

(DINO ZOFF, recordando en la página oficial de la FIFA la conquista del Mundial de 1982 por parte de la selección 'azzurra')

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El recordado futbolista y director técnico argentino Luis "Yiyo" Carniglia [1917-2001], de prestigio internacional, en sus recuerdos volcados en una biografía resalta uno de los momentos más amargos por los que atravesó en su larga carrera de entrenador.
Fue cuando era responsable técnico de Milan de Italia que, como campeón de Europa, le tocaba enfrentar en Octubre de 1963 al Santos por la Copa Intercontinental.
En el partido de ida, disputado en Italia, la principal preocupación de Carniglia (en la imagen) era la marca sobre Pelé, el mejor jugador del mundo.
"Yiyo" le dio la responsabilidad a Trapattoni, quien prácticamente anuló a O’Rey. El partido lo ganó Milan 4 a 2. Al conjunto italiano le tocaba viajar a Brasil, para la revancha.
Los entendidos decían que el Milan tenía más de media copa ganada, porque Pelé no iba a poder ser de la partida al haberse desgarrado. Lo cierto es que el 14 de Noviembre de 1963, en el Maracaná de Río de Janeiro, Milan perdió 4 a 2. Un partido que, para los italianos, tuvo un principal protagonista: el árbitro argentino Juan Brozzi, a quien se lo acusó de parcial y de haber recibido regalos de parte de los brasileños.
El tercer partido se disputaría nuevamente en el Maracaná, pero el Milan solicitó cambio de árbitro, lo que la Confederación Sudamericana de fútbol se negó a aceptar.
Fue así que Brozzi, quien aseguraba haberse equivocado en dicho encuentro a favor de Santos, les prometió que no iba a volver a repetir tamaños errores.
Pero esa confianza que le había dado Brozzi a los milaneses se derrumbó. El juez no sólo sancionó en el primer tiempo un penal inexistente a favor del Santos, sino que además, por protestar levemente la sanción, expulsó al capitán del Milan, Cesare Maldini.
Esta fue la síntesis del partido final, del 16 de Noviembre de 1963 ante 120 mil almas.
Santos (1): Gilmar; Ismael, Mauro, Haroldo; Dalmo, Lima y Mengalvio; Dorval, Coutinho, Almir y Pepe.
Milan (0): Balzarini; Maldini, Trapattoni, Pelagalli; Benítez, Trebi, Mora, Lodetti, Altafini, Amarildo y Fortunato.
Gol: a los 31' Gallo (S), de penal
Expulsado: 30' del PT, Cesare Maldini (M)

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El legendario futbolista camerunés, Rogert Albert Milla, jugó 3 Copas del Mundo para su país. La primera de ellas fue en España ‘82, cuando tenía 30 años, y allí Camerún empató los 3 partidos que jugó. Luego intervino en el Mundial de Italia, en 1990, enfrentando a la Argentina, luego a Colombia (le anotó 2 goles) y a Rumania (convirtió 2 tantos). Milla quedó segundo en la tabla de goleadores, detrás del líder absoluto, el italiano Schillaci (Camerún se ubicó en la 7ª posición).
En 1991 le otorgaron el Balón de Oro de la prensa europea, como el mejor jugador de la temporada. Milla jugó en el Valenciennes, luego en Mónaco y más tarde en el Bastia, equipos franceses. Posteriormente integró el plantel del Puebla, de México. Su tercer y último mundial lo jugó para Camerún en los Estados Unidos ‘94, cuando tenía 42 años de edad. Siempre demostró una enorme calidad.
Pudo tener su jornada de gloria al organizársele un homenaje en Wembley, cuando se enfrentaron los seleccionados de Camerún e Inglaterra. Claro que poco antes de salir a jugar, exigió una cotización personal cercana a los 70 mil dólares. No se los dieron y entonces optó por retirarse del estadio, sin jugar el partido.
Entre otra de sus facetas, para Milla el canto y la música ocupó un lugar importante de su vida, habiendo grabado un disco con el ex tenista Yannick Noah. Rogert Albert Milla, tan genial como díscolo: un verdadero personaje.

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Con el nombre de Zaire fue conocido entre el 27 de Octubre de 1971 y el 17 de Mayo de 1997 el país africano actualmente llamado República Democrática del Congo quien se convirtió, en Alemania 1974, en la primera selección subsahariana que alcanzaba la fase final del máximo torneo futbolístico.
Los 'leopardos' emprendieron viaje hacia Alemania con una advertencia de su presidente, el delirante dictador Mobutu Sese Seko: "Si pierden, no vuelvan". Lo recordaron, sin duda, cuando Yugoslavia les ganó por 9 a 0.
Ya consumada su eliminación, intentaron poner en práctica un plan desesperado: subieron al autobús que les prestaba la organización e intentaron huir hacia cualquier sitio, menos hacia su propio país.
Según algunas versiones, el plan consistía en volver a Zaire por carretera y aplacar la ira de Mobutu regalándole el vehículo. La cosa no funcionó. La policía alemana les detuvo en la frontera y les obligó a devolver el autocar. Volvieron a Kinshasa, capital de ese país y, como temían, sufrieron represalias y alguna paliza policial.

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A los árbitros se les nombra en España por sus dos apellidos, Andújar Oliver, Álvarez Margüenda, Urío Velázquez, Pino Zamorano... etc.
Pero no siempre fue de esta manera.
A los colegiados se les llamaba por su apellido paterno, y se podía leer en las crónicas de los periodicos deportivos o escuchar en la radio "Pérez tuvo una mala actuación o García estuvo correcto", pero hace unas décadas hubo un colegiado de apellido Franco que tuvo una tarde nefasta.
Por esos tiempos, había que ver quién era el guapo que tenía bemoles de radiar o escribir "Franco estuvo desacertado, Franco se equivocó constantemente o Franco no da ni una" cuando el destino de la Madre Patria estaba en manos del Generalísimo.
La solución que tomó la prensa fue la de nombrar al trencilla por sus dos apellidos y al no haber lugar a confusión podían ponerlo a caldo sin riesgo de acabar delante de un tribunal con juez togado y fiscal.

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A principios de 1939 llegó desde tierras vascas un jugador que se destacaba por su decisión y eficacia en el fútbol español.
San Lorenzo, que buscaba desesperadamente un hombre goleador para integrar el centro de la línea de ataque inició tratativas y luego de cristalizar las negociaciones importó desde España a Isidro Lángara.
El dia 21 de Mayo y en oportunidad del clásico frente a River Plate, la entidad azulgrana hizo debutar al promocionado número 9 y su presentación quedaría para siempre en la historia y en el corazón de los sanlorencistas.
El encuentro se jugó en el "Gasómetro" y San Lorenzo presentó a Gualco, Terzolo, Gilli, Zubieta, Montoya, Colombo, Cavadini, Waldemar, Langara, Ballesteros y Baristain. Los riverplatenses a su vez formaron con Besuzzo, Vaghi, Cuello, Dofolfi, Minilla, Werfigker, Peucelle, Vaschetto, Rongo, Moreno y Pedernera.
A los 7 minutos el Vasco Langara hacia estallar la tribuna sanlorencista con un golazo de su sello poniendo en ventaja a su equipo. Seis minutos después Peucelle lograba el empate. A esta altura cada vez le resultaba más difícil a la defensa de River poder cubrir las entradas punzantes del hispánico que los tenía a mal traer. A los 15', 21' y 39' el vasco lograba sendos goles para su equipo y ponía el resultado 4-1 al término de la primera etapa, convertido en goleador absoluto y desde ese momento en ídolo indiscutido de la hinchada azulgrana.
El partido terminó 4 a 2 al descontar Rongo mediante tiro penal.
Isidro Lángara había entrado por la puerta grande en el fútbol argentino.

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En el partido que disputaban el 10 de Julio de 1971 por el Torneo de Primera ‘B’, Temperley y Almirante Brown, se suscitó esta increíble historia: El árbitro Teodoro Nitti cobró un penal para Temperley cuando el cotejo estaba igualado 1 a 1.
Remató el futbolista Horacio Corbalán, y el tiro salió desviado. El juez, ordenó una nueva ejecución ante el adelantamiento indebido del arquero Migueluchi.
Cambió el ejecutor; pateó entonces Nicolás Bieladinovich, pero Migueluchi volvió a adelantarse y contuvo el remate. Nitti lo amonestó e hizo reiterar la acción.
Otra vez ejecutó Bieladinovich, Migueluchi se adelantó por tercera vez y atajó el disparo. El árbitro observó nuevamente un adelantamiento, indicó la nueva ejecución del penal y expulsó al arquero.
El zaguero Ricardo Tello ocupó el arco de Almirante Brown, Bieladinovich se hizo cargo nuevamente del penal, y el improvisado portero contuvo el remate sin adelantamiento alguno.
En síntesis, el penal se pateó 4 veces, y en ninguna de las 4 fue gol.

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Tras el Mundial de Argentina ‘78, hubo dos talentosos futbolistas de nuestro seleccionado nacional que emigraron a Inglaterra, más precisamente al Tottenham Hospur: Ricardo Julio Villa (Racing) y el Pitón Osvaldo Ardiles (Huracán) en una operación conjunta cuyo monto oscilaba en el millón y medio de dólares. El primer entrenamiento fue una prueba de fuego para ambos, por las dificultades del idioma y por las diferentes costumbres que, se suponía, mantenían sus colegas del Tottenham. Sin embargo, lo sucedido resultó gracioso.
Recordaba Villa en un libro escrito por el periodista Héctor Vega Onesime: “Estábamos en el medio del vestuario cuando se levantó Peter Taylor, encarándome. En ese momento me pasé mil películas hasta que el tipo estiró la mano derecha. Yo hice lo mismo. Me apretó tanto que casi me rompió los dedos. Entendí su saludo en inglés y lo retribuí. Al soltarme, noté algo duro en la palma de la mano ¡Me había quedado con un dedo postizo! Escuché una ovación. Los ingleses se tiraban al suelo de la risa y nosotros respiramos tranquilos”.
Por su parte, Ardiles, rememoraba: “A mi me dieron la ropa y unos pantalones que parecían para gigantes. Me los puse, me paré y sentí la carcajada de todos. Me dio vergüenza, me senté y esperé que trajeran indumentaria de las divisiones inferiores”. Después, Villa y Ardiles hicieron historia en el fútbol inglés.

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Invierno de 1980, River se encaminaba al tricampeonato y el 30 de Julio, enfrentó en el Giant’s Stadium al Cosmos de New York. En aquel momento ya no tenía a Pelé, pero contaba con estrellas como Beckenbauer, Rijsbergen, Neeskens, Chinaglia, Eskandarian (el iraní que jugó en Argentina 78), los paraguayos Julio Cesar Romero “Romerito” y un jovencísimo Roberto Cabañas.
El equipo de Angelito Labruna, por su parte viajó con todas sus figuras del momento, saliendo a la cancha con Fillol (Landaburu) Comelles, Pavoni, Passarella, Tarantini (Héctor López), J.J López, Merlo (De Los Santos), Alonso, Pedro González (Ramón Díaz), Luque y Comisso.
Para la ocación se puso en juego la Copa “Aerolíneas Argentina”. El match en cuestión terminó 1-1 y los goles fueron marcados por el ‘Negro’ López a los 83, empatando Bogicevic a los 90.
Un detalle de color fue que al jugarse en pasto sintético, algunos jugadores utilizaron el calzado provisto por Puma, otros no llegaron a un acuerdo económico para calzarlos, y el ‘Beto’ Alonso jugó con unas viejas y casi desvencijadas Flecha, como podemos ver en la foto. La otra imagen nos muestra al ‘Kaiser’ original, haciendo marca personal sobre un ya no tan veloz Pedrito González.
Un par de años más tarde el equipo americano terminó desapareciendo y la mayoría de sus estrellas retiradas. Al millonario le ocurriría algo similar en 1982/1983, ya sin la pléyade de figuras que formaron parte de este equipo.

(tomado del blog “En una baldosa”)

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El 14 de Mayo de 1961, en Liniers, Vélez recibió a Lanús, por el campeonato de Primera. Vélez formó con Sarmiento; Simeone, Dalmao, Volken y Mareque; Basílico, Cielinsky y Callá; Mosca, López Espinosa y José Fernández Den.
Lanús con: Righini; Canela, Bravo, Bertulessi y J. Díaz; Godoy, Guidi y Gambassi; Curia, Reynoso y Lallana.
Lo que dejó este partido para destacar, más allá del resultado favorable al local, 3-1 (Callá -2- y Bertulessi, en contra, para Vélez y Gambassi para Lanús) fue un hecho acontecido a los pocos minutos de la iniciación del cotejo.
Fue cuando el capitán de Lanús, Héctor Guidi, que había observado el primer tiempo del encuentro preliminar (tercera división), le advirtió al árbitro Miguel Comesaña, que el arquero suplente de Vélez, Rodolfo Piazza, quien ocupaba el banco de Primera, había sido expulsado a los pocos minutos del partido anterior y entonces, no debería tener la posibilidad reglamentaria de ingresar.
El juez le respondió al inolvidable Nene Guidi que él no lo había expulsado a Piazza y que aquél fue otro cotejo, que ni siquiera había dirigido.
De todas formas, Abel Sarmiento ocupó la valla de Vélez sin contratiempos, y no dando lugar al ingreso de Piazza. Vélez ganó y Guidi se fue del estadio con la bronca por la derrota y con las dudas de su reclamo reglamentario, que el árbitro desestimó.

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Gol de Atilio


Fue en 1939, Nacional de Montevideo y Boca Juniors de Buenos Aires iban empatados en dos goles, y el partido estaba llegando a su fin. Los de Nacional atacaban; los de Boca, replegados, aguantaban, entonces Atilio García recibió la pelota, enfrentó una jungla de piernas, abrió espacio por la derecha y se tragó la cancha comiendo rivales.
Atilio estaba acostumbrado a los hachazos. Le daban con todo, sus piernas eran un mapa de cicatrices. Aquella tarde, en el camino al gol, recibió trancazos duros de Angeletti y Suárez, y él se dio el lujo de eludirlos dos veces.
Valussi le desgarró la camiseta, lo agarró de un brazo y le tiró una patada y el corpulento Ibañez se le plantó delante en plena carrera, pero la pelota formaba parte del cuerpo de Atilio y nadie podía parar esa tromba que volteaba jugadores como si fueran muñecos de trapo, hasta que por fin Atilio se desprendió de la pelota y su disparo tremebundo sacudió la red.
El aire olía a pólvora.
Los jugadores de Boca rodearon al árbitro: le exigían que anulara el gol por las faltas que ellos habían cometido. Como el árbitro no les hizo caso, los jugadores se retiraron, indignados, de la cancha.

(texto tomado del libro “El fútbol a sol y sombra” de Eduardo Galeano)

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Joaquín Rodríguez Ortega [1903-1984], fue un torero sevillano conocido también como “Cagancho, el torero fantástico”.
“Cagancho”, poseedor de una gran incultura, era tan famoso por sus habilidades taurinas como por sus respuestas disparatadas. Cierto día fue invitado a presenciar, por primera vez, un partido de fútbol. Observó atentamente el desarrollo del encuentro y cuando sonó el pitazo final le preguntaron qué le había parecido el mismo. La infeliz respuesta fue la siguiente:

- No está mal, pero no me explico cómo esos hombres con esas piernas tan fuertes y esas patadas tan tremendas, no han podido, en hora y pico, desinflar la pelota.

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Roma, Italia, año 1934. Despacho del entonces presidente Benito Mussolini, padre del fascismo mundial. El mandatario, feliz porque su nación iba a ser la sede del II Campeonato Mundial de Fútbol, pidió entrevistarse con Vittorio Pozzo, director técnico de la selección italiana.

- Señor Pozzo, terminada la ceremonia inaugural de la Copa del Mundo se hará un desfile militar. Sucede que quiero saludar al pueblo, y sucede también que los jugadores y usted tendrán que hacer presencia en el mismo.

- Presidente, me parece buena idea lo del desfile, pero mis muchachos no podrán asistir. Eso los podría desconcentrar.

- Vamos, señor Pozzo, es una simpleza. Además, yo quiero que usted y el resto del equipo participen del desfile.

- Pero a usted también le gustaría que Italia consiga el título mundial y esas dos situaciones se contraponen.

- Señor Pozzo, seré más concreto. Asuma que la presencia suya junto a la de la selección, es una orden mía.

- En ese caso no tenga ninguna duda, presidente. Ellos estarán, pero sin mí. Yo solamente dirijo lo que puedo controlar.

- Está bien, señor don Vittorio. Tiene usted razón. Si va a desconcentrar al equipo no asistan al desfile, pero Dios le ayude si Italia no gana la Copa del Mundo.

Y con esa Espada de Damocles sobre su cabeza, Vittorio Pozzo, director técnico de la selección italiana de fútbol a la II Copa del Mundo, encaró el compromiso, ganó el evento, y salvó su vida.
Vittorio Pozzo, 4 años más tarde, en 1938, también dirigió el equipo ‘azzurri’ a la tercera Copa del Mundo que se celebró en Francia y también ganó. En la ocasión Italia se convirtió en el primer país que gana en 2 Campeonatos del Mundo de manera consecutiva, Brasil ganó en 1958 y 1962, pero la única que lo hace con un mismo Director Técnico.

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Una anécdota muy graciosa en el fútbol español fue protagonizada años atrás entre el jugador danés John Lauridsen (foto) y José María Maguregui su entrenador en el Espanyol de Barcelona.
Maguregui, más bien conservador, era conocido por poner tranvías en la portería y el danés apostaba por un futbol creativo en el centro del campo.
La cuestión es que Lauridsen se descolgó a principio de temporada con unas declaraciones en las que decía que el Espanyol debía apostar por el espectaculo, el toque y el buen futbol. En la siguiente sesión de entrenamientos, Maguregui llamó a Lauridsen delante de sus compañeros y le dijo que le iba a hacer caso, "durante 90 minutos hará usted lo que yo le mande, y al final del partido llegará el momento del espectáculo, se va usted al centro del campo y se baja los pantalones".

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Por la 6ª fecha del Torneo Nacional de 1972 Huracán vencía de local 2 a 0 a Estudiantes de La Plata, y casi sobre el cierre del primer tiempo, el árbitro Washington Mateo cobró un penal para el visitante, que uno de los jueces de línea corrigió.
Mateo se retractó y dio tiro libre. Los jugadores del "Pincha" se le fueron al humo al árbitro, que terminó expulsando al joven Carlos Alberto De Marta (en la imagen), quién recién daba sus primeros pasos en el fútbol profesional.
El partido finalizó con la victoria de Huracán por 5 a 1, pero la cuestión continuó en la semana, ya que todos esperaban fuertes sanciones para De Marta por sus insultos, sin embargo el Tribunal de Penas le dio apenas una fecha al jugador por protestar el fallo.
No es que el tribunal fuera un órgano inmaculado que estaba desautorizando el informe arbitral, el tema fue que De Marta era sordomudo de nacimiento.

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Una de las grandes anécdotas del Mundial 1974 tuvo a la República Federal Socialista de Yugoslavia como protagonista.
Desde el punto de vista futbolístico fue una verdadera pena pues las rivalidades nacionalistas impidieron que un equipo formidable explotara al máximo su talento en la cita germana. Disponían de un centrocampista sensacional, el esloveno Brane Oblak, y de un genial extremo zurdo, el serbio Dragan Djazic.
Las cosas se desarrollaron bien durante la primera fase porque los futbolistas se comprometieron a mantenerse unidos en la lucha por un objetivo común: la prima que les había prometido el mariscal Tito. El plan se torció tras la brillante clasificación para la segunda fase. Un grupo de jugadores, entre ellos Djazic, reclamó que se les anticipara una parte de la prima. Querían aprovechar su estancia en Alemania para ir de compras.
El presidente de Yugoslavia hizo entonces una cosa poco aconsejable: viajó a Alemania, se reunió con los futbolistas, les lanzó una arenga sobre la gloria y el triunfo y les pagó todo el dinero prometido. Ese mismo día comenzó el desastre. Ya nadie se preocupó de otra cosa que de gastar, preferiblemente en compañía de señoritas. También quedó olvidado el pacto de unidad. Serbios y croatas dejaron de hablarse.
Oblak, esloveno, lo resumió años más tarde con una frase: "El dinero fue nuestra ruina".

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