Aunque sólo creía en los portentos del agua milagrosa
sabía que los éxitos necesitan su liturgia
y tienen sus servidumbres.
En la ofrenda de trofeos a la Virgen del Pilar
o a la de Monserrat
se borran las diferencias de religión y raza.
En esos momentos de embriaguez y religiosa unción
se lanzan promesas
que jamás se cumplirán:
El año que viene volveremos a ser campeones,
dice alguien que sabe que ni siquiera estará en el equipo.
Y sabiendo que no es verdad
gritamos enfervorizados.
sabía que los éxitos necesitan su liturgia
y tienen sus servidumbres.
En la ofrenda de trofeos a la Virgen del Pilar
o a la de Monserrat
se borran las diferencias de religión y raza.
En esos momentos de embriaguez y religiosa unción
se lanzan promesas
que jamás se cumplirán:
El año que viene volveremos a ser campeones,
dice alguien que sabe que ni siquiera estará en el equipo.
Y sabiendo que no es verdad
gritamos enfervorizados.
(Mi agradecimiento al Maestro Francisco J. Uriz quien, con toda generosidad, me envió su libro "Un rectángulo de hierba" de donde tomé este poema)
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