18 de mayo de 2010


Es cierto que se han comparado los estadios con santuarios y que existe mucha afinidad entre la pasión por el fútbol y la religión. Hay, en efecto, un espacio consagrado (el césped), oficiantes (los jugadores), feligreses con un gestualidad codificada similar a la liturgia y toda una serie de actitudes mágico-religiosas. Creo, no obstante, que se diferencia de una religión por el hecho de que el fútbol no aporta ningún mensaje sobre la salvación.

(CHISTIAN BROMBERGER, antropólogo francés)

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