En el libro "Memorias de la pelota", escrito por el periodista uruguayo Alfredo Etchandy, se menciona un dato curioso de un arquero absolutamente ganador en los torneos de la vecina orilla, casi un amuleto de la buena suerte para el equipo en el que jugara: Héctor Tuja.
“En un verdadero amuleto, en eso se convirtió Tuja. Con sus manos evitó goles, pero con su presencia generó una confianza que se veía confirmada al final de cada temporada cuando había que festejar con la vuelta olímpica”, comenzaba diciendo Etchandy.
“Defendiendo el arco de Central Español se coronó por partida doble. En 1983 logró el certamen de la B y al año siguiente repitió en el círculo de privilegio, siendo protagonista del único caso de la historia en la que un club que ascendió terminó ganando el título. Pero no quedó allí y en 1987, consiguió ser campeón uruguayo con Defensor. Más tarde lo logró con Racing en 1989 retornando a Primera e hizo lo propio con River Plate en 1991 y con Rampla Juniors en 1992. Cuando parecía que estaba cerca del retiro, en plena década del 90, sorpresivamente pasó a Peñarol e integró el plantel que se coronó como mejor en 1993 y 1994. En definitiva, ocho títulos conseguidos con varias instituciones en doce temporadas. En realidad, un verdadero récord que merece el más amplio reconocimiento. Además de arquero era el gran amuleto para esas conquistas” finaliza la anécdota Etchandy.
“En un verdadero amuleto, en eso se convirtió Tuja. Con sus manos evitó goles, pero con su presencia generó una confianza que se veía confirmada al final de cada temporada cuando había que festejar con la vuelta olímpica”, comenzaba diciendo Etchandy.
“Defendiendo el arco de Central Español se coronó por partida doble. En 1983 logró el certamen de la B y al año siguiente repitió en el círculo de privilegio, siendo protagonista del único caso de la historia en la que un club que ascendió terminó ganando el título. Pero no quedó allí y en 1987, consiguió ser campeón uruguayo con Defensor. Más tarde lo logró con Racing en 1989 retornando a Primera e hizo lo propio con River Plate en 1991 y con Rampla Juniors en 1992. Cuando parecía que estaba cerca del retiro, en plena década del 90, sorpresivamente pasó a Peñarol e integró el plantel que se coronó como mejor en 1993 y 1994. En definitiva, ocho títulos conseguidos con varias instituciones en doce temporadas. En realidad, un verdadero récord que merece el más amplio reconocimiento. Además de arquero era el gran amuleto para esas conquistas” finaliza la anécdota Etchandy.
Mantuvo el invicto por más de 800 minutos, creo. Y fue el arquero menos vencido en el 84. Buen jugador y mejor persona.
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