12 de febrero de 2010

El honor de ser 'pincha'


Ser hincha de Estudiantes de La Plata es un hecho distintivo. Y como toda distinción es, generalmente, resistida, rechazada y objetada. Sobre todo, por la concepción de su historia. Y eso, a los pinchas, nos llena de honor y valentía.
Estudiantes es único y brillante...
Cuenta mi padre, Emilio, a los 86 años, que un peluquero llamado Puricelli lo convirtió en ‘pincha’ en 1932, en la ciudad de Mercedes. Y que vio jugar a los famosos "Profesores". Pero para él no hubo otro wing como Juan Ramón Verón.
Recordamos con mi hermano Oscar aquel día en que gritamos agónicamente el gol de Pedro Prospitti en el viejo Fortín de Vélez, en 1963, cuando vimos por primera vez a Estudiantes. Fue el punto de partida.
Ser de Estudiantes siempre fue especial. Sobre todo para mí, que fui un hincha rebelde y que abandoné por un buen tiempo sus colores para luego volver, casi como arrepentido de haber cometido un pecado capital. Estudiantes tiene el significado de la comunión familiar para los Príncipi. Quizá para nosotros sea el lazo afectivo más importante después del sanguíneo. Las hazañas coperas ante Peñarol, Racing, Palmeiras y Nacional convirtieron a Estudiantes en héroe de tiempos modernos. Ajeno y distinto de cualquier otro campeón de América.
La hazaña mundialista en Manchester, por su grandeza emblemática y su apariencia de tercera guerra mundial, fue un acto exclusivo y colosal, sepultando la soberbia de los Charlton y de los ingleses que habían despreciado a nuestro país en aquel Mundial de 1966. Esa consagración pincha lo diferencia de cualquier otro club argentino, mayormente triunfador ante sonrisas, abanicos y llaves de autos gigantes en el pacífico Japón.
Fuimos y seremos especiales e incomprendidos. Tan incomprendidos que hasta nuestra vieja cancha de madera ha sido condenada al derrumbe por intereses políticos y no a extinguirse por muerte natural. Para defender su caída, casi como parte de la última misión del centenario, los Príncipi de Mercedes estaremos juntos, como cuando gritamos aquel gol de Prospitti, por primera vez...

(OSVALDO PRÍNCIPI, periodista deportivo argentino, especializado en boxeo)

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