Florentino acababa de recibir el descorazonador informe de su nuevo empleado, Arrigo Sacchi, y meditaba ante su escritorio. Tal vez dormitó un minuto o dos.
Al levantar la vista, se encontró con la inconfundible figura de Bernabéu, el único dirigente merecedor de su respeto.
Supo de inmediato que era un espectro, porque en su transparencia dejaba ver hasta el cortaplumas que llevaba en el bolsillo posterior de sus pantalones.
Alrededor de su cintura y prolongándose por el suelo como una cola, trémula y ruidosa, el fantasma arrastraba una gruesa cadena con numerosos trofeos engarzados.
Florentino reconoció entre ellos las seis copas europeas que lo obsesionaron desde niño.
-¿Vienes a meterme miedo? Pierdes el tiempo. En esta época de trucos digitales, un fantasma no asusta ni a los niños.
-No, vengo a explicarte las razones de tu fracaso.
-¿Fracaso? Yo no llamaría fracaso el saneamiento de un club que tus sucesores pusieron al borde de la quiebra. Yo no llamo fracaso la formación de un equipo con los mejores jugadores del mundo. Tú deberías reconocerte en mí. Yo soy el Bernabéu del siglo 21.
-A este paso no ganarás ningún trofeo esta temporada, como no ganaste ninguno la anterior. Yo llamaría fracaso al hecho de no ganar un solo trofeo dos temporadas seguidas con los mejores jugadores del mundo.
-Las victorias llegarán.
-Tus campeones están fatigados, envejecen. Zidane pide a gritos una silla de ruedas, a Roberto Carlos le tiemblan las piernas, Raúl sólo juega porque es la marca de la casa.
-Las victorias llegarán. El equipo se está reforzando.
-¿Reforzando? Beckham ha resultado un impostor, Samuel está al borde de un ataque de nervios, Owen es un buen chico pero le tienes que dar la papilla en la boca, Woodgate no ha jugado un solo partido y tal vez no juegue nunca más.
-Las victorias llegarán.
-Sólo te quedan Ronaldo y Figo, y a ellos también se les está acabando la cuerda.
-Bueno, estamos en un momento de transición. Arrigo acaba de llegar y para la próxima temporada tendremos un plan. Ahora nos concentraremos en la Liga de Campeones.
-No me digas que por eso contrataste a Arrigo Sacchi como director futbolístico. Porque es italiano y conoce bien a Fabio Capello y el juego de Juventus.
-Lo contraté porque es un hombre con ideas sensatas.
-Tanto, que acaba de decir que tu política de Zidanes y Pavones no tiene sentido. Lo cierto es que tu enfoque es brillante desde el punto de vista empresarial y un desastre en lo deportivo.
Florentino Pérez hizo un gesto entre el fastidio y la resignación.
Mi enfoque es básicamente el tuyo: comprar calidad. Dime en qué me equivoco
-Manejas mal a la gente del fútbol. Tú eres un buen conductor de empleados de oficina, de contadores y abogados, pero tu estilo sofoca el talento ajeno. La forma en que trataste a Valdano, Del Bosque y Queiros fue lamentable.
-No me hables de eso, porque tú trataste en forma vergonzosa a Di Stéfano, el más grande de todos, mientras que yo le di la presidencia honorífica. Yo te odié por eso.
-Yo me desprendí de Di Stefano después de extraerle cinco copas europeas, ocho títulos de liga, una copa de España y otra Intercontinental. Yo le renovaba el contrato año por año. Hubiera sido de ingenuos renovarle cuando estaba acabado.
-Ahora no se puede hacer eso con gente de esta categoría, -protestó Florentino.
-Lo cierto es que mis galácticos hacían su aporte en el campo de juego, mientras que a ti te rinden en el negocio pero te hacen pasar papelones en el plano deportivo.
-Los míos rendían en la cancha, mientras que los tuyos sólo se lucen en los night clubs
-Mis galácticos son tanto o más grandes que los tuyos.
-Bueno, basta. Tú dispones de la eternidad para aparecerte donde quieras, pero yo tengo una familia, una empresa y un club de fútbol. Esta noche es Nochebuena y estoy muy ocupado. Dime lo que quieres decirme y vete.
-Lo que quiero decir es que tú eres el problema. Tu estilo de conducción sirve para construir edificios, para negociar contratos, no para formar un buen equipo de fútbol. Tú sólo piensas en el valor agregado de los futbolistas, en su imagen. Te creíste un mago porque reconociste el talento de Figo, de Zidane, de Ronaldo. ¡Vaya hazaña!
-De esa forma yo salvé a este club de la ruina. Querían convencerme de no comprar a Zidane porque costaba mucho. "Por 12 mil millones de pesetas podemos traer a tres jugadores de cuatro mil millones, o a cuatro de tres mil, y reforzamos el equipo", me decían. Yo sabía que la inversión sería la misma, pero el gasto mayor, porque serían cuatro salarios en vez de uno. Y además esos cuatro mediocres no atraerían espectadores. Mi enfoque fue genial, si me permites la jactancia.
-Con esa fórmula has llenado al equipo de grandes jugadores que no saben impedir los goles rivales, ni recuperar la pelota. Tu Real Madrid es un elefante cojo: los leones lo devorarán, porque no puede correr ni defenderse.
-Ese es ahora un problema para Arrigo. Él lo resolverá.
-Con soluciones italianas. Yo creí que en España las fórmulas italianas estaban desacreditadas.
Fastidiado, Florentino fingió estudiar un expediente. Al levantar la vista, comprobó que don Santiago Bernabéu se había esfumado. En su lugar estaba Arrigo Sacchi, sonriendo de oreja a oreja. "Habré estado soñando", se dijo el presidente del Real Madrid. Sacchi lo sacó de dudas:
-Molto simpático ese señor que acaba de irse. Me ha detto que usted e io, juntos, haremos historia en el calcio espagnolo.
(tomado del portal “BBC Mundo” del sábado, 25 de Diciembre de 2004)
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