Es 25 de Diciembre y sí, es Navidad. No sé cómo llega a mí, es un misterio. Nadie puede explicar, sobre todo porque el futbol me sigue dando vueltas en la cabeza. No hay pausa o tregua alguna que no me haga pensar en una pelota. No sé si Santa me trajo incluso un balón. Ese tesoro preciado que hace que millones de personas en el planeta desarrollen y jueguen el deporte más importante, jamás inventado, por la humanidad. Me pregunto ¿cuántos millones de niños recibieron un balón por parte del gordo que vive en el Polo Norte?, ¿cuántos niños en el mundo, sólo por este regalo de Navidad, redondo como el planeta Tierra, serán futbolistas? y ¿cuántos llegarán a brillar con equipos importantes? ¡Es más!, ¿cuántos futbolistas actuales lo son ahora gracias a que recibieron un balón en la Navidad y con el éxtasis de ser niños la patearon y la acariciaron con sus manos con el mismo amor que tuvieron por sus madres?
Si tuviera que escribir un cuento de futbol seguramente empezaría por una pelota que esperaba ansiosa al pie de un árbol navideño que alguien la pateara. Una pelota que al recibirla, me fuera llevando por cada estadio del planeta yo agarrada de ella con la ilusión de un niño que quiere ser el héroe máximo del futbol. Que viera a cada uno de mis ídolos, Pelé, Cruyff, Maradona, Di Stéfano, Zidane, Gerrard, Ronaldinho, Zico, Batistuta, Best, en fin. Tantos y tantos futbolistas que me han hecho feliz. Me imagino aferrado al balón, con Santa dándome un aventón en su trineo pero parando en cada estadio del mundo para tirar un penal a los mejores arqueros y meterles un gol. Seguramente terminaría diciéndoles ¡Feliz Navidad! a Banks, Carrizo, Zoff, Chilavert, Carvajal, Zamora, Van Der Sar, Dida, Buffon, Toldo, Cech, y a muchos otros grandes porteros que he visto.
Me imagino vistiendo los uniformes de los mejores equipos del mundo, siempre con la pelota pegada a mi cuerpo como un tatuaje. Repartiendo pases al hueco, haciendo jugadas magistrales, barriéndome como un león lleno de furia en pos de la pelota. Me imagino en campos nevados, jugando en Moscú o Malmoe a menos diez grados centígrados. O quizá jugando en campos llenos de tierra como en Accra en Ghana ó en campos inmaculados como en Liverpool o Saint Dennis, pero siempre con mi pelota, la que recibí en la Navidad.
Sí, es 25 de Diciembre, la pelota me sigue dando vueltas en la cabeza. ¿Qué habrán hecho Oswaldo Sánchez, el Chelito, Santiago Fernández, Cuauhtémoc Blanco y el “Maza” Rodríguez? ¿Qué cenarían? ¿Con quién pasaron esta fecha? No lo sé, pero esa es la pregunta que la Navidad me trae. Me trae futbol ¡Qué maravilla! De repente mi mente se queda en blanco. ¿Es la cruda? ¿No? ¿Entonces qué diablos es? Un pensamiento repentino me invade ¡Hubo fútbol Inglés! Pero descubro que toda la jornada se jugó en domingo y no se completó en lunes como pasa siempre. Un dejo de molestia se refleja en mi rostro y me invade una pequeña decepción por no decir una gran decepción. En fin ni hablar. ¡Dios que Navidad tan futbolera hay en mi mente! Esto de pronto me pregunto si el gordo del Polo Norte juega futbol y a qué equipo le iría. Se viste de rojo, quizá al Toluca, al Liverpool, al Independiente… o no tiene equipo.
¡Santa tiene que tener equipo! me digo convencido, pero ¿a quién diablos le va?
Un destello de luz solar me despierta, es 25 de Diciembre. La cena de Noche Buena ha pasado y todo en casa está tranquilo. Lo primero que pienso es si el gordo de rojo me trajo mi balón de futbol. ¡Qué bien se siente que la historia que soñaste se haga realidad justo el día de Navidad!
Si tuviera que escribir un cuento de futbol seguramente empezaría por una pelota que esperaba ansiosa al pie de un árbol navideño que alguien la pateara. Una pelota que al recibirla, me fuera llevando por cada estadio del planeta yo agarrada de ella con la ilusión de un niño que quiere ser el héroe máximo del futbol. Que viera a cada uno de mis ídolos, Pelé, Cruyff, Maradona, Di Stéfano, Zidane, Gerrard, Ronaldinho, Zico, Batistuta, Best, en fin. Tantos y tantos futbolistas que me han hecho feliz. Me imagino aferrado al balón, con Santa dándome un aventón en su trineo pero parando en cada estadio del mundo para tirar un penal a los mejores arqueros y meterles un gol. Seguramente terminaría diciéndoles ¡Feliz Navidad! a Banks, Carrizo, Zoff, Chilavert, Carvajal, Zamora, Van Der Sar, Dida, Buffon, Toldo, Cech, y a muchos otros grandes porteros que he visto.
Me imagino vistiendo los uniformes de los mejores equipos del mundo, siempre con la pelota pegada a mi cuerpo como un tatuaje. Repartiendo pases al hueco, haciendo jugadas magistrales, barriéndome como un león lleno de furia en pos de la pelota. Me imagino en campos nevados, jugando en Moscú o Malmoe a menos diez grados centígrados. O quizá jugando en campos llenos de tierra como en Accra en Ghana ó en campos inmaculados como en Liverpool o Saint Dennis, pero siempre con mi pelota, la que recibí en la Navidad.
Sí, es 25 de Diciembre, la pelota me sigue dando vueltas en la cabeza. ¿Qué habrán hecho Oswaldo Sánchez, el Chelito, Santiago Fernández, Cuauhtémoc Blanco y el “Maza” Rodríguez? ¿Qué cenarían? ¿Con quién pasaron esta fecha? No lo sé, pero esa es la pregunta que la Navidad me trae. Me trae futbol ¡Qué maravilla! De repente mi mente se queda en blanco. ¿Es la cruda? ¿No? ¿Entonces qué diablos es? Un pensamiento repentino me invade ¡Hubo fútbol Inglés! Pero descubro que toda la jornada se jugó en domingo y no se completó en lunes como pasa siempre. Un dejo de molestia se refleja en mi rostro y me invade una pequeña decepción por no decir una gran decepción. En fin ni hablar. ¡Dios que Navidad tan futbolera hay en mi mente! Esto de pronto me pregunto si el gordo del Polo Norte juega futbol y a qué equipo le iría. Se viste de rojo, quizá al Toluca, al Liverpool, al Independiente… o no tiene equipo.
¡Santa tiene que tener equipo! me digo convencido, pero ¿a quién diablos le va?
Un destello de luz solar me despierta, es 25 de Diciembre. La cena de Noche Buena ha pasado y todo en casa está tranquilo. Lo primero que pienso es si el gordo de rojo me trajo mi balón de futbol. ¡Qué bien se siente que la historia que soñaste se haga realidad justo el día de Navidad!
(tomado del portal "Dlatinos.tv" en donde no se consigna el autor y por ende su procedencia)
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