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“La cancha fue una cadera envuelta en banderas blancas y rojas. Fillol, un mago que sacaba de su galera increíbles palomas de todos colores. Antes de los veinte minutos iniciales, Estudiantes merecía estar tres goles arriba. No tanto por diferencias futbolísticas como por los goles hechos que el arquero de Núñez evitó milagrosamente. Aquí van resumidas esas tres postales para recuerdo. Cinco minutos: Benito se le fue a Comelles, envió el centro de zurda y en la boca del área se zambulló Verón. Fillol iba hacia su poste derecho y el frentazo de la Bruja hacia el otro. Gol. ¡Gol! ¿Gol? Para toda la cancha era eso. Menos para Fillol, que voló hasta su poste derecho y la encerró entre sus diez dedos de oro”.

La crónica del diario “Clarín” aquel partido jugado el 21 de Diciembre de 1975, escrita por el periodista Jorge Ruprecht refleja en tiempo y circunstancia por qué Estudiantes no ganó ese partido ante River, que le hubiera permitido ser campeón del Nacional de ese año. La razón se llamó Ubaldo Matildo Fillol. Sin embargo, de todas esas muestras de invulnerabilidad que tuvo aquella noche en cancha de Vélez, hubo una, la primera, que uno de los mejores arqueros de la historia del fútbol argentino recuerda como excepcional. Incluso para él. “Para mí, ese cabezazo que le tapé a la Bruja Verón fue la atajada de mi carrera. No digo la más importante, porque ahí compite con la que tuve en la final del Mundial 78 ante Holanda. Pero por la forma en que saqué la pelota, por el movimiento y los reflejos, yo no recuerdo una igual”, rememora el “Pato”.
Tan cierto es que ese partido los palos también ayudaron a Fillol (en ellos rebotaron un tiro libre de Galletti y un penal de Carlos López), como que aquella atajada, aquellas atajadas, dejaron a Estudiantes con las manos vacías y algo más. Será por eso que, varios años después, Juan Ramón Verón todavía recuerda esa jugada: “Fue increíble: yo cabeceé entre el penal y el área chica. En ese momento, Fillol no estaba. Había ido a cubrir el primer palo. Y de repente, de la nada, apareció para sacar la pelota. Yo nunca vi algo así, nadie me atajó una pelota de esa manera”, cuenta La Bruja, con mezcla de asombro y resignación.
De todas maneras, jura que jamás felicitó al “Pato” por eso. “¡Qué lo voy a felicitar si nos sacó el campeonato! Con ese gol éramos campeones. Ese día, encima, erramos un penal y nos ganaron 1 a 0. Si entraba mi cabezazo tal vez otra era la historia”, asegura Verón padre.
En definitiva, la última fecha también rompió esa ilusión: Estudiantes ya le había ganado 2 a 0 a Temperley y River, a poco del final, empataba con Central en Rosario 1 a 1. Con ese resultado, el equipo que dirigía un joven Carlos Salvador Bilardo daba la vuelta. Pero sobre la hora, en el minuto 89, la “Pepona” Reinaldi apareció otra vez. Así, los de Núñez festejaron el título.

(tomado del portal digital “Animals”)

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