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Hermanos de sangre (Alberto Fabián Montagna - Argentina)


Un 4 de Abril de 1962, allá en Doctor Gabriel Márquez, nacieron Gustavo y Guillermo. Hijos de padres sin antecedentes de mellizos en la familia, ellos salieron gemelos. Eran dos gotas de agua. Si hasta Beatriz, su mamá, los confundía, a no ser por ese lunar que tenía Guillermo, que servía para distinguirlos cuando los bañaba, ya que estaba oculto bajo la ropa y no era precisamente un lugar donde el sol le diera.

Supieron aprovecharse de su similitud, en la escuela, cuando eran chicos, con las mujeres, cuando fueron más grandes.

Guillermo era un excelente jugador de fútbol y ya a los 15 años había debutado en la primera de Argentino de Márquez, gracias a él ganaron varias ligas locales.

Gustavo, en cambio era pésimo futbolista, y se había dedicado a estudiar, era él quien más de una vez salvó a su hermano en la escuela, cuando debían dar una lección o rendir algún examen. Se destacaba en Matemáticas, pero lo suyo era la Literatura, ávido lector de las tragedias griegas, su sueño era estudiar y recibirse de Profesor de Lengua.

Estos eran los aspectos que los diferenciaban, en el resto eran idénticos.

En Mayo del 81 los sortearon para el servicio militar, 856 y 725 fueron los números que sacaron, los dos de cabeza adentro. Averiguaron que la ley estipulaba que uno de los dos, por sorteo o por propio acuerdo, se podía salvar.

Como lo habían hecho tantas otras veces, cuando uno de los dos debía poner la cara por los dos, jugaron su destino a piedra, papel y tijera, y como tantas otras veces el que perdió fue Guillermo. Ninguno se amargó con lo que el azar había determinado y también como otras tantas veces lo aceptaron.

A Guillermo lo incorporaron los primeros días de Enero del 82, no muy lejos de su Márquez natal, en Junín. Estuvo casi un mes sin volver, ese fue el tiempo que duró la instrucción. Finalmente un viernes de mediados de Febrero apareció por el barrio, le dieron licencia por una semana y le prometieron que luego lo dejarían salir los fines de semana para que pudiera jugar al fútbol.

Cuando llegó a Márquez, Gustavo se había cortado el pelo como un colimba*, volvían a ser idénticos para volver locos a todo el mundo.

Cuando a principios de Marzo comenzó la Liga, los benévolos milicos* que lo tenían a su servicio, y tal como le habían prometido, lo dejaron ir a jugar para Argentino. Con su aporte el equipo empezó a ganar y a ser serio candidato a repetir el campeonato logrado el año anterior a un punto de Douglas Haig y a dos de su eterno rival el Márquez A. C.

Cuando el 2 de Abril comenzó la guerra con Inglaterra por las Islas Malvinas, Guillermo la estaba rompiendo y ya se hablaba del interés de Boca para contratarlo.

Gustavo, en tanto, estaba cada vez mejor en los estudios, y su futuro como profesor estaba asegurado. Preparaba alumnos en su casa y así siempre tenía un manguito para darse algunos gustos. Estaba de novio con Cecilia y durante la ausencia de Guillermo, salían con Camila, la novia de Guillermo, los tres se habían hecho muy compinches.

Para fines de Abril, un viernes que salía de franco, como tantos otros, le dieron la noticia: El lunes bien temprano acá, mira que estas en la lista de los que viajan a Malvinas. Fue como un mazazo. En el viaje a Márquez no pudo pensar en otra cosa, como se lo diría a su familia, como reaccionarían con la noticia.

Al llegar a Márquez no le dijo nada a nadie. Después del partido contra Gimnasia, donde la rompió y fue observado por dirigentes de Boca, que quedaron en volver el fin de semana siguiente para empezar a cerrar el trato, le comentó a Gustavo lo que ocurría.

Los dos sabían que era su gran oportunidad, Gustavo le ofreció entonces ser él el que fuera a Malvinas. Guillermo le dijo que estaba loco, que de ninguna manera podía aceptar.

Gustavo le dijo que era su gran oportunidad, que no se preocupara por él, que iría a Malvinas, mataría a algunos ingleses y volvería victorioso.

Cuando le contaron a sus padres lo que pensaban hacer, se opusieron de plano: Ustedes están locos, fue la respuesta inmediata.

Gustavo mismo minimizó el asunto:

- Voy por unos días a cagarme de frío y de risa a Malvinas y vuelvo como un héroe.

- Yo voy a volver como un héroe, replicó Guillermo, no te olvides que para los milicos el que va a estar en Malvinas soy yo…

- Vos rompela acá que cuando juegues en Europa me tenés que llevar, me encantaría conocer Grecia y caminar por aquellos lugares de los que tanto hablan los grandes escritores antiguos.

- Trato hecho.

Y se fundieron en un abrazo.

El lunes, bien temprano, Gustavo salía de su casa vestido de colimba, rumbo a Junín, nadie notaría la diferencia.

El domingo, los dirigentes de Boca fueron a la cancha a verlo a Guillermo, nadie, salvo su familia y su novia, sabían de su convocatoria para ir a Malvinas.

La rompió, hizo tres goles y le dio la victoria a su equipo. Los dirigentes quedaron maravillados y decidieron contratarlo.

En tanto, la novia de Gustavo no salía de su asombro, no lograba entender como su novio
había tomado semejante decisión, arriesgando su vida en lugar de su hermano.

Lo primero que hizo Guillermo, al enterarse la noticia, fue escribirle a Gustavo contándole lo sucedido y agregaba que no veía la hora que terminara toda aquella locura de la guerra, para darle un abrazo y agradecerle lo que había hecho por él.

Gustavo recibió la carta una semana después. Cuando pudo leerla estaba en una trinchera, tapado de barro y agua, muerto de frío y de hambre. Se puso contento por su hermano y agradeció que todo hubiera salido bien. Pensó en escribirle, pero no tenía papel, así que pospuso la carta para cuando lo consiguiera.

El domingo 2 de Mayo, Guillermo debutó en la primera de Boca. Su actuación fue soberbia, gracias a él Boca ganó, como tantas otras veces había pasado con Argentino. Ese mismo domingo, vaya a saber como, llegó a las islas la noticia de la victoria de Boca y de la gran actuación del debutante.

Ningún milico se preguntó qué hacía aquel muchacho jugando en la primera de Boca y en todo caso quién era aquel que estaba en la trinchera, tenían otros problemas mucho más importantes que resolver, los ingleses eran mucho mejores de lo que les habían hecho creer, en armamento, vestimenta, comida y en cantidad de efectivos los superaban ampliamente.

Ellos en cambio, estaban pasando frío, hambre y su equipamiento no era el mejor, sin contar que nuestros soldados eran chicos de 20 años y ellos un ejército profesional.

Gustavo, al saber la noticia, quiso salir corriendo a contarles a todos lo orgulloso que estaba de su hermano, pero se contuvo, no podía revelar su identidad.

Mientras tanto, Guillermo salía en todos los diarios y programas deportivos habidos y por haber. Era la nueva sensación del fútbol argentino, por supuesto no se olvidaba de su hermano, en cada nota lo mencionaba.

En las siguientes tres fechas volvió a ser figura y ya se hablaba de su futuro europeo.

Gustavo, en tanto sufría cada vez más el hambre, el frío y la incomprensión de sus superiores, que no paraban de torturar a los chicos, sin darse cuenta que el verdadero enemigo era otro. Lo único que lo alentaba a seguir aguantando esa situación era saber lo bien que le estaba yendo a su hermano.

El viernes 28 de Mayo, en un entrenamiento previo al superclásico, Guillermo sintió un gran pinchazo en el medio del pecho, el dolor lo paralizó, luego del susto inicial, el dolor fue cesando, todo volvió a la normalidad y pudo terminar el entrenamiento sin problemas.

A miles de kilómetros de allí, en Malvinas, en ese momento, Gustavo también sintió un gran dolor en el pecho, era producto de un tiro de un fusil enemigo, que lo hizo caer, a varios metros de donde estaba parado, boca arriba. Cuando miró al cielo estaba gris, cubierto de nubes, de lo primero que se acordó fue de su familia, de su novia y de su hermano. Instantes después moría con una sonrisa en los labios.

El domingo, después del partido, que Boca le ganó a River, con otra notable actuación suya, Guillermo y su familia recibieron la noticia: Había muerto como un héroe, defendiendo a sus compañeros y a su nación.

Guillermo, rodeado de los suyos, no pudo contener las lágrimas. En ese mismo momento tomó una decisión: No volvería a jugar.

Fue imposible convencerlo que reviera su decisión.

Una semana después las pertenencias de Gustavo le eran entregadas a su familia: Una gorra verde militar, una camiseta de Argentino de Márquez y una foto, sacada de algún diario que llegó a las Islas, de su hermano con la camiseta de Boca gritando un gol.

El 12 de Agosto de 1982, Guillermo no aguantó tanto sufrimiento y se pegó un tiro en el medio del pecho.

Él y Gustavo volvían a estar juntos, quién sabe donde, para hacer de las suyas.

Glosario
*Colimba: Soldado
*Milico: Militar / Policía

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente!!!!

Rocio dijo...

Me encanto un poco triste pero buenisimooo!!!
segui asiiiii :)

sandra dijo...

cada vez lo hacés mejor!!!!!!!

Flor dijo...

Que triste!!!!
pero esta bueno

charlone1117 dijo...

durisssiiimo , soy coro de barracas.el compañero de pedro.