No podía prosperar el partido…
La pelota se apesantaba, se enmelaba
En los muslos
En los senos
En las caderas
En el vientre,
Con una galantería solapada
Y aprovechona…
En el medio tiempo, como en una alcoba reservada, todas ellas se oblaban al descanso vigoroso sobre el césped del estadio…
La muchedumbre se agolpaba a sus propios ojos, como al ojo de la cerradura, para fisgar el holocausto orgiástico…
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