29 de junio de 2009

El goleador (Horacio Iannella - Argentina)


Después que la bajó con el pecho miró de reojo la tribuna que lo vitoreaba. La tuvo a sus pies unos segundos, la amasó con delicadeza con el botín izquierdo y comenzó a avanzar.

Los rivales se sucedieron pero él los esquivó con imperceptibles movimientos de cintura. Le hizo un caño al último defensor y con la cabeza levantada esperó la salida del guardavalla, le amagó a una punta, la enganchó con el empeine, suavecito, y la paso por arriba del cuerpo ya burlado del arquero.

La pelota, su amiga, llegó hasta el fondo del arco lentamente, como si supiera que solo debía acariciar la red. Era el quinto gol que convertía esa tarde y los hinchas, embanderados con los colores del club, lo aclamaban como ídolo indiscutido.

Se abrazó con sus compañeros e imaginó los titulares del día siguiente con sus fotos en cada uno de los matutinos.

Al finalizar el partido se despidió de la gente con el brazo en alto y el puño cerrado con el índice extendido, tal era su costumbre.

Después de hacer declaraciones a una radio y firmar dos autógrafos esquivó la maceta rota, la del helecho, pidió un cigarrillo que no le dieron y se dirigió a los baños del pabellón “C” del Instituto Neurosiquiátrico.

Junto al paredón, que nunca supo de revoque ni de pintura, quedó abandonado un bollo de papel de diario con noticias tristes.

(un gracias enorme a Horacio por autorizarme a publicar este cuento)

1 comentario:

  1. Gracias por la publicación. El gusto es para mí. Un abrazo. Horacio Iannella

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