1 de abril de 2009


En 1962, con la lesión de Pelé, descubrí a otro Garrincha. De repente el paró de saltar, se tornó serio, compenetrado de que la conquista de la Copa dependía de él. Garrincha ganó casi por sí solo aquella Copa del Mundo para Brasil. Hizo cosas que nunca antes había hecho. Goles de cabeza, de pie izquierdo, de 'folha seca'. Él gambeteó como endiablado, corrió por todo el campo, enloqueciendo a los adversarios.

(SANDRO MOREYRA, periodista brasileño)

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