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Yo ya tenía 34 años y Fabián, apenas 15. Jugábamos juntos en la zaga central del Club San José, de Aldea Brasilera, un pueblito que participaba en la Liga Diamantina, en Entre Ríos. Además, yo también era el técnico, pero en este partido que voy a contar no me había puesto.
De repente, en una jugada, el Nº 9 de ellos le pegó una trompada a Fabián que lo sacó del partido. Es más, se lo llevaron al hospital. Yo entré y me acerqué al árbitro, que ya tenía la roja en la mano para echarlo al Nº 9. Y le dije:
'no lo vas a echar, ¿no? Nooo, dejalo, no fue nada, son cosas que pasan...' Y no sé cuántas cosas más le dije. No quería que lo expulsaran. Y lo logré: el Nº 9 siguió en la cancha. Aunque no mucho más. ¡Cómo se iba a salvar después de lo que le había hecho a mi hijo! Entonces hice un cambio: entré yo. Un rato más tarde, cuando Fabián dejaba el hospital... el Nº 9 de ellos entraba.

(ROBERTO AYALA, padre del jugador homónimo, en “La Nación Deportiva Mundial” del lunes 19 de Junio de 2006)

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