"Magallanes es la última expresión del fútbol romántico en Chile". La frase pertenece a mi amigo Patricio Seguel con quien suelo recordar los buenos tiempos del equipo de la "Vieja Academia" y de tarde en tarde, nos vamos a sentar en los añosos tablones del Estadio Santiago Bueras de Maipú para ver y apoyar al "equipo de nuestros amores".
Lo cierto es que hay que tener una idea romántica de la vida para ser hincha de Magallanes en una época en que a la gente la impulsan a seguir sólo las causas rentables o victoriosas.
Para ser hincha del Magallanes hay que tener el cuero duro y seguir creyendo en los viejos valores de la amistad, del vino tinto, la poesía y el buen fútbol, ese que se sustenta en jugadas asociadas, gambetas mágicas, y sobre todo en el talento de jugadores que saben tratar bien la pelota.
El hincha del Magallanes probablemente sea una especie en extinción que, recurriendo a otra idea de mi amigo Seguel, sobrevive en los bares color sepia del Barrio Matadero, jugando la última carrera del Chile, soñando con que vuelva la perseguidora, añorando la Boite Royal o el Lucifer, buscando los discos de Humberto Lozán o Luis Alberto Martínez. Un hincha de corazón que es capaz de viajar a cualquier parte para ver a su equipo jugar en potreros donde el pasto suele ser sólo una ilusión.
El Club Deportivo Magallanes se fundó el 27 de Octubre de 1897, cinco años más tarde que Santiago Wanderers, club pionero en las lides del fútbol chileno. En sus primeras formaciones estuvo el mítico David Arellano, antes que él y otros jugadores albiceleste decidieran dejar el club y formar el hoy popular Colo Colo.
En los años treinta Magallanes obtuvo los campeonatos que ostenta en su historial, y su última gran actuación fue en el año 1983, cuando clasificó a la Copa Libertadores de América, con un equipo de lujo, en el que participan, entre otros, el ‘Gringo’ Neff, Eduardo Vilches, Marcoleta, el brasileño Pereira, el ‘Fino’ Toro, y el ‘Mariscal’ Alberto Quintano.
El hincha del Magallanes es un tipo habituado al rigor, y aunque suele cosechar derrotas, le basta escuchar los sones de la aguerrida "bandita" para renovar sus esperanzas y volver a creer en un triunfo dominguero. Las tribunas magallánicas suelen estar pobladas de gente tranquila que, apenas el equipo "salta" a la cancha, canta con entusiasmo: "Magallanes lucha siempre con valor, vencedores o vencidos, pero siempre con honor". Tribunas que tienen un inconfundible aire familiar que es compartido por hombres y mujeres de diferentes generaciones que festejan las buenas jugadas y retan sin tapujos a los jugadores que equivocan un pase o corren con poco entusiasmo.
En la actualidad se extraña la presencia del "Gordo" Nissim que animara la barra del Magita con sus gritos e inconfundible figura. Pero, aún se siguen rifando pelotas o banderines para alimentar las arcas del club, y en el entretiempo no falta el dirigente que recorre los asientos pidiendo una cooperación para los músicos de la banda.
¿Neruda, socio del Magallanes?
Ignoro sí Pablo Neruda práctico alguna vez el fútbol. Tiendo a pensar que no, ya que su envergadura física hace pensar en un gran campeón de la buena mesa o de la rayuela corta. De haber sido locutor deportivo, probablemente se habría jactado relatar los goles más tristes del fútbol chileno, como aquel que privó de la Copa Libertadores de América al Colo Colo del año 1973. Lo que sí conozco es que Neruda fue socio del Magallanes. La fuente de este dato es la escritora Inés Valenzuela, esposa de Diego Muñoz, el autor de las notables novelas "Carbón" y "De repente".
Don Diego, gran amigo de Neruda, era a su vez amigo de un presidente del Club Magallanes, quien temiendo ser desbancado de su cargo en una elección de directorio que se aproximaba, pidió a Diego Muñoz que le consiguiera socios entre sus colegas poetas y escritores. Muñoz, aceptó el encargo y unió su nombre junto al de Neruda a la lista de socios de la Vieja Academia. ¿Pagó Neruda las cuotas sociales? ¿Su nombre está en los registros del Club? Dejo la tarea para algún periodista o para un investigador privado.
Y si de escritores se trata, me parece que en Chile los escritores tienden a mirar en menos al fútbol y su entorno. No hay un Osvaldo Soriano que, en la Argentina desplegaba sin reserva su fervor por los gatos y la camiseta de San Lorenzo de Almagro, o un Mempo Giardinelli que vibra con los colores de Vélez Sarsfield.
Tampoco un Eduardo Galeano que ha escrito páginas notables sobre el deporte más popular del mundo. Y menos aún existe un Camus que teorizó con acierto sobre la relación del fútbol y la vida, o un Manuel Vásquez Montalbán que hurgó en la trastienda del fútbol español, junto a su detective Pepe Carvalho, en la novela "El puntero izquierdo murió al amanecer".
¿Prejuicios, cierto pudor a reconocer que también los escritores son capaces de pasar una tarde frente al televisor o junto a una cancha de fútbol? Como dato al margen y excepción a la regla, recuerdo la antología "Hinchas y goles. El fútbol como personaje" que preparó Poli Délano (que poco sabe de fútbol, pero sí de buenos cuentos), y en la que aparecen relatos de escritores latinoamericanos, entre los que está el chileno Juan Gabriel Araya.
Pero, vuelvo al Magallanes y a cualquier tarde asoleada de domingo en que me despego de la rutina semanal y voy a ver jugar a mi equipo. En la cancha brilla la pelota y las camisetas albicelestes parecen cargarse de energía a los sones de la bandita del Magallanes.
A mi lado nunca falta el hincha antiguo que recuerda los viejos y buenos tiempos del club, y afortunadamente, tampoco faltan los jóvenes que visten sin rubor la camiseta del equipo. Lo demás es aguardar que la pelota comience a rodar, y sufrir o gozar con las jugadas del equipo, sabiendo que como en la vida, no siempre se gana, y que lo importante es la alegría de tener una causa por la cual bregar.
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Magallanes, último bastión del fútbol romántico (Ramón Díaz Eterovic - Chile)
Etiquetas: Chile, Club-CHI: Magallanes, Intelectuales y Fútbol, Lecturas
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