El ex internacional de Inglaterra Jimmy Greaves tiene un dicho que lo ha hecho muy famoso en el Reino Unido: "El fútbol es un jueguecito de lo más curioso". Es muy posible que Greaves usara por primera vez la frase en Viña del Mar durante la Copa Mundial de la FIFA Chile 1962. En el partido de la derrota de Inglaterra por 3-1 a manos de Brasil, un perro se coló en el terreno de juego y, en plena carrera por el césped, esquivó a todo jugador y recogepelotas que intentó atraparlo. ¡Se zafó incluso del legendario Garrincha! Pero Greaves, muy perspicaz, se puso a cuatro patas a la altura del chucho, lo miró fijamente a los ojos, lo levantó del suelo en brazos y se lo entregó al representante del campo. La normalidad volvió a reinar en el partido.
O eso parecía. Greaves empezó a notar en el pecho una sensación rara, como una humedad tibia que le empapaba la camiseta, y no era precisamente su sudor. Los espectadores se lo estaban pasando en grande, al igual que Garrincha, que acababa de decidir que aquel animal era su mascota de la suerte. "Empecé a apestar de tal manera... era asqueroso", recordaba Greaves. "Yo no me explico cómo no gané aquel partido yo solo... ¡desde aquel momento ningún defensa brasileño se atrevió a acercarse a mí!".
Cuatro años más tarde, cuando robaron el Trofeo "Jules Rimet" del vestíbulo central de Westminster durante la exposición Stampex de Stanley Gibbons, un perro volvió a acaparar toda la atención en Inglaterra. Un año después del robo, Pickles, el perro del señor David Corbett, recuperó el trofeo en un seto de acebo de una propiedad situada en el sur de Londres y, por la hazaña, ganó para su dueño las 5.000 libras esterlinas del rescate: una cifra cinco veces superior a la prima que había cobrado cada uno de los jugadores de la selección inglesa cuatro meses antes por la conquista de la Copa Mundial de la FIFA.
O eso parecía. Greaves empezó a notar en el pecho una sensación rara, como una humedad tibia que le empapaba la camiseta, y no era precisamente su sudor. Los espectadores se lo estaban pasando en grande, al igual que Garrincha, que acababa de decidir que aquel animal era su mascota de la suerte. "Empecé a apestar de tal manera... era asqueroso", recordaba Greaves. "Yo no me explico cómo no gané aquel partido yo solo... ¡desde aquel momento ningún defensa brasileño se atrevió a acercarse a mí!".
Cuatro años más tarde, cuando robaron el Trofeo "Jules Rimet" del vestíbulo central de Westminster durante la exposición Stampex de Stanley Gibbons, un perro volvió a acaparar toda la atención en Inglaterra. Un año después del robo, Pickles, el perro del señor David Corbett, recuperó el trofeo en un seto de acebo de una propiedad situada en el sur de Londres y, por la hazaña, ganó para su dueño las 5.000 libras esterlinas del rescate: una cifra cinco veces superior a la prima que había cobrado cada uno de los jugadores de la selección inglesa cuatro meses antes por la conquista de la Copa Mundial de la FIFA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario