Al ser real el tiempo que se juega, se engendra una doble tensión: la del juego en sí y sus incidencias y la de la lucha que se establece contra el paso del tiempo... Así, la pugna contra el destino -los 90 minutos incontenibles- conduce a ese lapso arbitrario en que caen goles dolorosísimos.
(JUAN NUÑO, filósofo venezolano)
(JUAN NUÑO, filósofo venezolano)
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