Cima del fútbol de los 50,
la del 3-6 en Wembley y el 7-1 en Budapest.
Fueron unos escasos minutos en el No-Do
y la palabra sobre papel de las reseñas periodísticas
lo que nos hizo fabular mitos
-Bocsis, Hidegkuti, Puskas, Kocsis...
en aquel majestuoso equipo.
Aprendimos de su desgracia que
nunca se debe jugar con diez y una estrella lesionada
y que a una final no se va simplemente a recoger el trofeo
-hay que bajarse del autobús para ganarla-.
Que frente hay otro equipo,
cuidadito si es alemán o uruguayo.
Luego los desperdigaron
acontecimientos extrafutbolíslicos
-una rebelión nacional-,
algunos llegaron a Madrid y Barcelona.
Y nunca más Hungría.
la del 3-6 en Wembley y el 7-1 en Budapest.
Fueron unos escasos minutos en el No-Do
y la palabra sobre papel de las reseñas periodísticas
lo que nos hizo fabular mitos
-Bocsis, Hidegkuti, Puskas, Kocsis...
en aquel majestuoso equipo.
Aprendimos de su desgracia que
nunca se debe jugar con diez y una estrella lesionada
y que a una final no se va simplemente a recoger el trofeo
-hay que bajarse del autobús para ganarla-.
Que frente hay otro equipo,
cuidadito si es alemán o uruguayo.
Luego los desperdigaron
acontecimientos extrafutbolíslicos
-una rebelión nacional-,
algunos llegaron a Madrid y Barcelona.
Y nunca más Hungría.
(Mi agradecimiento al Maestro Francisco J. Uriz quien, con toda generosidad, me envió su libro "Un rectángulo de hierba" de donde tomé este poema)
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