La vida es siempre un desigual partido que
jugamos a ciegas diariamente.
Ya sabemos quién va a jugar enfrente
y el corazón lo damos por perdido.
A tientas,
con furor enloquecido,
buscamos el balón ansiosamente
intentando lograr ese potente chut
que nos dé el trofeo prometido.
Y el trofeo es vivir.
Unos a otros empujados.
A bulto.
Entre nosotros cometiéndonos faltas.
Juego duro.
Pobres ciegos jugando entre desiertos
ante un trágico público de muertos
y sólo Dios por árbitro seguro.
jugamos a ciegas diariamente.
Ya sabemos quién va a jugar enfrente
y el corazón lo damos por perdido.
A tientas,
con furor enloquecido,
buscamos el balón ansiosamente
intentando lograr ese potente chut
que nos dé el trofeo prometido.
Y el trofeo es vivir.
Unos a otros empujados.
A bulto.
Entre nosotros cometiéndonos faltas.
Juego duro.
Pobres ciegos jugando entre desiertos
ante un trágico público de muertos
y sólo Dios por árbitro seguro.
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