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En una nota en la que repasaba su vida, el boxeador argentino José Menno, que fue campeón sudamericano de la categoría medio pesado a fines de la década del sesenta, recordaba su pasión por el fútbol: “Yo no era malo, era bravo. Si me buscaban, me encontraban fácil. De chico fuí a la cancha, soy hincha de Estudiantes de La Plata, y siempre me hice respetar en la tribuna. Era otra época, sin droga ni armas en el fútbol y yo tenía un lomo bárbaro”.
En la misma nota, cuenta la pelea donde más lo habían golpeado: “¡Vaya si lo recuerdo!, pero no fue sobre un ring sino en una cancha de fútbol: Le cuento, yo era de La Plata y soy ‘pincha’ de toda la vida. Se venía la final de la Copa Libertadores contra Peñarol, en 1970, y el clima estaba muy pesado.
Para colmo, el segundo partido, el decisivo, debía jugarse en Montevideo. Cuando llegó el momento, los dirigentes del club pensaron que sería conveniente garantizar, con mi presencia en el micro y en el vestuario, la seguridad de los jugadores. Yo acepté encantado, porque iba a vivir el partido de adentro, como lo soñaba de chico. Pero alguien le avisó a los uruguayos. Cuando bajé del micro había seis negritos esperándome. Los seis eran boxeadores. Cuando los reconocí, apenas pude atajar la primera piña. ¡Nunca me pegaron tanto en toda mi vida!”.

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