9 de enero de 2009


Uno de los sucesos más increíbles de la historia de los mundiales de fútbol sucedió en el de España 1982.
Los jugadores que integraban la selección de Kuwait habían estado concentrados dos años, el tiempo que duraron las eliminatorias clasificatorias para esa cita mundialista.
El emir kuwaití les había prometido 150.000 dólares a cada uno, si lograban la clasificación.
Kuwait llegó a España a jugar el Mundial que el emir había soñado, pero su rendimiento no fue el esperado.
El 21 de Junio de 1982 en el Estadio José Zorrilla de Valladolid el jeque Fahid Al Ahmad Al Sabah (foto), hermano del emir de Kuwait, quién harto del bajo rendimiento de su selección fue protagonista de un echo insólito: en el minuto 35, Kuwait perdía 3-1 con Francia (goles de Jean Tigana, Michael Platini y Didier Six), cuando la defensa kuwaití se detuvo debido al sonido de un silbato que parecía venir de la tribuna, creyendo que era del árbitro del encuentro.
Desde el palco principal del estadio, un individuo ataviado con vestimentas árabes, el jeque Al Sabah, hacia aspavientos indicando al equipo kuwaití que abandonaran el terreno de juego.
Tras varios minutos de incertidumbre, el hombre del turbante aparece sobre el césped entre el tumulto de jugadores y acompañado por varios escoltas. El público en las gradas y los jugadores franceses observan la insólita escena.
Tras una conversación con el árbitro soviético Miroslav Stupar, rodeado de jugadores y policías, Fahid Al Ahmad Al Sabah vuelve a amenazar con retirar a sus jugadores del terreno de juego si no se anulaba el gol.
Tras varios minutos de descontrol, el árbitro toma la inexplicable decisión de anular el gol.
El árbitro no había pitado, el gol era legal, pero las presiones del jeque surten efecto y el tanto no es convalidado.
Dicen los testigos que el ucraniano vio en la cintura del jeque un cuchillo tan amenazante como filoso. El partido se reanuda con un pique, la intervención del jeque Fahid no sirvió de mucho, minutos después Bossis decretó el definitivo 4-1.
Años más tarde, el 2 de Junio de 1990, Irak dio el puntapié inicial a la Guerra del Golfo al invadir Kuwait. Por dicha invasión el COI (Comité Olímpico Internacional) decidió excluir a Irak de los Juegos Asiáticos de ese año.
En represalia, las tropas de Saddam Hussein invadieron el palacio del COK (Comité Olímpico Kuwaití) y un pelotón se encargó de fusilar a todos los atletas que permanecían en el edificio y al jeque Fahid, que presidía dicho organismo.

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