El recordado entrenador de fútbol, Carmelo Faraone, quien tuvo como ayudante a Héctor "Bambino" Veira en sus comienzos como técnico, dirigió a varios clubes hasta que llegó a Boca Juniors en la década del ochenta.
Inagotable fuente de anécdotas, hombre de mucha calle y de muchos amigos de la noche, Faraone relataba que cuando conducía a Boca, todas las mañanas, antes del entrenamiento, daba el parte diario con referencia a los descuidos físicos de sus jugadores. Decía algo así como: “Alguien me dijo que anoche (y mencionaba puntualmente a dos o tres futbolistas delante de todo el grupo) estuvieron en un boliche hasta las tres de la madrugada tomando unas copas en muy buena compañía...”
Lógicamente, y sabiendo que lo que decía era verdad, los jugadores querían conocer al acertado informante de Faraone. “No me jodan -retrucaba el carismático entrenador- ustedes se deben de cuidar porque si no van a terminar en el banco de suplentes. Pero si quieren saber quien me lo dijo -como para sacárselos de encima e inventando un personaje en un minuto- les voy a comentar que mi chimentero es el hombre de la moto que camina”.
Nunca nadie lo pudo descubrir. Fue una gran intriga en el plantel. Hasta que por entonces, una persona conectada con el propio Faraone, que filmaba todos los partidos de Boca, como para analizarlos tácticamente (eran otros tiempos, claro) se había hecho amigo de los muchachos del plantel.
Claro que una tarde, el buen hombre llegó a un entrenamiento muy golpeado, y al verlo, Faraone le preguntó que le había sucedido. La respuesta fue: “No sé, Carmelo. Algunos de sus jugadores, cuando me vieron venir en mi moto nueva, me empezaron a pegar. No entiendo nada...”
Inagotable fuente de anécdotas, hombre de mucha calle y de muchos amigos de la noche, Faraone relataba que cuando conducía a Boca, todas las mañanas, antes del entrenamiento, daba el parte diario con referencia a los descuidos físicos de sus jugadores. Decía algo así como: “Alguien me dijo que anoche (y mencionaba puntualmente a dos o tres futbolistas delante de todo el grupo) estuvieron en un boliche hasta las tres de la madrugada tomando unas copas en muy buena compañía...”
Lógicamente, y sabiendo que lo que decía era verdad, los jugadores querían conocer al acertado informante de Faraone. “No me jodan -retrucaba el carismático entrenador- ustedes se deben de cuidar porque si no van a terminar en el banco de suplentes. Pero si quieren saber quien me lo dijo -como para sacárselos de encima e inventando un personaje en un minuto- les voy a comentar que mi chimentero es el hombre de la moto que camina”.
Nunca nadie lo pudo descubrir. Fue una gran intriga en el plantel. Hasta que por entonces, una persona conectada con el propio Faraone, que filmaba todos los partidos de Boca, como para analizarlos tácticamente (eran otros tiempos, claro) se había hecho amigo de los muchachos del plantel.
Claro que una tarde, el buen hombre llegó a un entrenamiento muy golpeado, y al verlo, Faraone le preguntó que le había sucedido. La respuesta fue: “No sé, Carmelo. Algunos de sus jugadores, cuando me vieron venir en mi moto nueva, me empezaron a pegar. No entiendo nada...”
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