3 de diciembre de 2008


De vuelta del Mundial de 1958, los jugadores de la selección brasileña fueron recibidos por el Gobernador de Río de Janeiro. Los reunió en el estadio para conmemorar el acontecimiento del último triunfo conseguido por “la canarinha”.
Fue el primer mundial que ganaron los brasileños en una heroica final contra Suecia (5-2).
Entre los elementos de adorno y cosas que formaban parte del entorno y del acontecimiento había una jaula con una paloma. El Gobernador anunció que, como reconocimiento a la consecución de la Copa del Mundo, se iba a premiar a cada futbolista con una casa con jardín en la playa.
Garrincha se dirigió al gobernador y le dijo: “Señor, no me interesa la casa en la playa; yo tengo otro deseo”.
Se quedó mirando a la paloma y pidió su liberación.

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