Grácil figura del mullido césped.
Azabache era su piel
noche de terciopelo donde todo era suavidad.
Su deslumbrante regate hacía del defensa etérea sombra
a través de la que pasaba
o donde se hundía haciéndose invisible.
y todos confundíamos imagen y realidad
y seguíamos asombrados el movimiento de las sombras.
Azabache era su piel
noche de terciopelo donde todo era suavidad.
Su deslumbrante regate hacía del defensa etérea sombra
a través de la que pasaba
o donde se hundía haciéndose invisible.
y todos confundíamos imagen y realidad
y seguíamos asombrados el movimiento de las sombras.
(Mi agradecimiento al Maestro Francisco J. Uriz quien, con toda generosidad, me envió su libro "Un rectángulo de hierba" de donde tomé este poema. De nuevo gracias Francisco por tamaño gesto!)
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