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Pedernera, el Beethoven del fútbol


El fútbol tiene memoria débil y no siempre devuelve lo mucho que le dan y permite que se pierdan en el olvido nombres de futbolistas muy grandes, que contribuyeron a la evolución y crecimiento de este deporte.

Uno de esos grandes olvidados es el argentino Adolfo Pedernera, un genio que supo adelantarse a la época que le tocó vivir y que entendió el juego como nadie lo había hecho.
En una nota que publicada en el año 2007 en la página web del prestigioso Diario “As”, de España, y firmada por Oscar García, se señala que “sus compañeros y rivales sí supieron valorar la aportación de Pedernera al fútbol y hombres como Alfredo Di Stéfano no ahorran elogios cuando hablan de Adolfo, uno de los principales referentes de La Saeta en sus comienzos en River. Rivales como el legendario capitán uruguayo Obdulio Varela también lo tenían claro: "Yo he jugado contra Pedernera, y cómo él, nadie".

Agrega el comentario que “Pedernera fue el gran ideólogo de 'La Máquina' dentro del campo, el hombre que con su calidad, inteligencia y visión de juego hizo posible que un grupo de excelentes jugadores marcara una época en la historia del fútbol, no sólo argentino, sino mundial. La paternidad de ese equipo legendario ha sido atribuida a los técnicos Renato Cesarini y Carlos Peucelle”. Cansado de la disputa, Peucelle quiso acabar con el debate muchos años después: "La Máquina de River fue un invento de doña Rosa, la madre de Adolfo Pedernera".

La casualidad, como en casi todos los aspectos de la vida, también hizo su aportación. Y es que Pedernera comenzó jugando como delantero por la izquierda, pero el excelente marcaje al que le sometió en dos ocasiones Ignacio Díaz, defensa de San Lorenzo, motivó que retrasara su posición.

García también dice en su nota que "así, actuando como un moderno mediapunta, más que como delantero centro, se convirtió en el generador de todas las acciones ofensivas de River. Sus magníficas cualidades hicieron de él un futbolista ideal para ese puesto y sus excelentes pases encontraron en Ángel Labruna el mejor destinatario posible".

La perfección que alcanzó aquel bloque la trató de explicar el propio Adolfo: "En la práctica nosotros hacíamos una WM, con Moreno, yo, Rodolfi y Ramos en los cuatro vértices de lo que se llamaba el cuadrado mágico. Pero lo fundamental de ese equipo era que cubríamos todos los sectores de la cancha moviéndonos con permanentes cambios de puesto". Eran los años 40 y el fútbol total había llegado a este juego. Y no sólo había llegado, sino que bajo el liderazgo que ejercía Pedernera era interpretado a la perfección.

Famosos, ricos y admirados, en aquella época la presencia de los futbolistas también era requerida en los principales círculos sociales. Pedernera recurría a la ironía para justificar la fama de mujeriegos que les acompañaba: "No es cierto que anduviéramos por ahí corriendo mujeres. Nosotros no las corríamos: ellas se dejaban agarrar".

Conocido como El Beethoven del fútbol, El Gardel del fútbol o El Maestro, Pedernera jugó posteriormente en Millonarios de Bogotá, donde se reunió con Pipo Rossi y Di Stéfano para hacer historia en el fútbol colombiano con un equipo que alcanzó tal grado de brillantez que fue conocido como "El Ballet Azul".

Se retiró en Huracán e inició entonces su trayectoria como técnico. Dirigió a Independiente, América de Cali, Colombia, Gimnasia y Esgrima de La Plata, Boca Juniors, Quilmes, Independiente y Argentina, con la que fracasó en su intento de clasificarla para el Mundial ’70.

Fallecido en Mayo de 1995, pocos meses antes transmitió la principal diferencia que veía entre el fútbol de su época y el actual: "Ya no existe la bohemia de antes. Hoy el mensaje es más claro: si ganas, sirves; si pierdes, no".

"Ojalá hubiera muchos Pedernera" (por Alejandro Dolina)

La palabra código no me gusta mucho, porque uno enseguida la puede asociar a la mafia. Pero, de todas maneras, creo que algunos están bien. Son una especie de lealtad de discreción.

El código parece algo corporativo. Muchas veces conviene no decir ciertas cosas. Cuando uno va a criticar a una persona pone todo en la balanza. Si es buen tipo, si se mandó alguna macana, en fin. Para criticar hay tiempo. Entonces es bueno reflexionar antes de abrir la boca. Uno no puede actuar como un fiscal.

En el caso de los entrenadores que acusan a los que trabajaron antes, hay que ser pensantes y tener en cuenta que no hubo una “botoneada” directa. No es para tanto. Ellos necesitan dar una respuesta ante un público que no admite el fracaso. Tienen muchas presiones, se sienten perseguidos. Los entiendo.

¿Si yo hubiera hecho lo mismo? Hay que estar en un lugar, en una posición para poder decir u opinar. A mi no me gusta decir que en lugar de tal tipo yo no haría lo mismo. Es una cuestión de principios. Por ejemplo, yo jamás digo que nunca haría un programa de concursos, con premios y esas cosas que se hacen a menudo. Hoy por suerte me va bien y tengo trabajo. Pero si en el futuro lo necesito, quizás lo tenga que realizar.

Un tipo con códigos fue Adolfo Pedernera, una persona que mantenía sus conductas. Pero claro, estamos hablando de un fuera de serie. Un tipo como los que no hay. Ojalá hubiera muchos Pedernera. El sostenía todo lo que decía con sus actos y jamás te iba a dejar a mitad de camino, pero no todos pueden ser Pedernera.

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