13 de septiembre de 2008

Camino a la gloria -La final- (Martín Díaz Núñez - España)


Por fin, ahí estábamos, el Unión al completo, el gato Merino, el macho Díaz, el Negro Cabrera, paquete Montijo, Galleta Cabral, el chato Quintana, Mauricio “el pancho” Rivera, Ariel” el ruso” Fachinetti, el zorro Barragán, chupete Núñez y el Canario Wandosell. Sobre el césped reluciente, en medio del “Cielo”…

No es extraño que a la cancha del Nacional la llamen así, por los albos uniformes que lucen sus jugadores, y por haber disfrutado tanto tiempo con el juego irrepetible de Santos Lapiedra, Ángel Monteiro y Juan de Dios Marcuzzi, el equipo “Divino”… y justo allí, pisando el mismo verde, nosotros. Casi era un sacrilegio, pero como lo nuestro era casi un milagro…

Si, lo supe ese día que jugábamos la primera ronda con Ferrocarriles Del Norte, íbamos a hacer algo grande, aún recuerdo la jugada, Mauricio Rivera avanzaba solo, al frente, como siempre (como siempre, parece que nunca entendió que este era un deporte de equipo, y que los driblings no están prohibidos), pero en ese momento se detuvo, miró hacia delante, me vio desmarcado, y me la pasó.

A pesar de que el árbitro pito offside, no importaba, El Pancho había pensado, tal vez por primera vez en su vida deportiva (no, fuera de la cancha tampoco usaba la testa para otra cosa que aplastar latas de cervezas...), y eso era algo grande, cualquier cosa podía suceder.

Perdimos aquel partido 5 a 0, pero nos sobrepusimos, y pasamos ronda (claro, la alineación indebida y la sanción que les cayó a Ferro ayudó).

Después nos toco en suerte Río Chico. Y si que fue una suerte, no digo que la epidemia de gripe que tenían en la zona no nos ayudara un poquito, ni que el que presentaran un ocho, que no un once, y que de portero tuvieran al del equipo Benjamín no nos diera cierta ventaja, pero esa épica clasificación por penales que obtuvimos, siguió sabiendo a gloria.

Ah, que recuerdos me trae, como resuenan en mi mente aun los gritos del “Canario” Wandosell, “Denle caña al muñeco, que es de goma”, mientras un balón contra otro se estrellaba contra el arquero rival (tirábamos a gol, pero el chaval parecía la araña Yashin, siempre estaba en medio). Acabo llorando el chiquito, pobre… Por cierto, que lo de Canario, ya que me lo preguntan, es por el nombre, Pío. Y el Wandosell es curioso, en una provincia minera como esta, con tanta colonia extranjera, al abuelo del chico se le ocurrió inventarse un apellido más rimbombante e internacional. Cosas de la época.

Y después… si, después la revolución. Fue una lástima que el equipo contrario fuera el Real de Pueblo Nuevo, cuando se proclamó la república y el nuevo régimen decreto la desaparición de todo vestigio de la caída monarquía, lo sentimos mucho por ellos.
Y con esas llegamos a octavos, ante nosotros el temible Huracán. Realmente lo fue, devastó tan completamente la ciudad de nuestros rivales, que del estadio el cacho más grande que quedó fue el muro del aseo de caballeros. Tuvieron que retirarse de la competición, con gran pena por nuestra parte.

Cuartos, habíamos hecho historia, pero aun no nos rendíamos, pensábamos que estaba en nuestras manos seguir avanzando. Y así fue, cuando Ariel “El Ruso” Fachinetti consiguió colar su segunda diana, con la derecha (la anterior había sido con la izquierda), y el árbitro, un sabio, no apreció infracción alguna (total, en el baloncesto están todo el día introduciendo la pelota en la red con la mano y no pasa nada), el público de Independiente, grosero y violento, se encrespó de tal modo que tuvimos que abandonar el césped con rapidez. El árbitro suspendió la contienda, y el comité sancionó a nuestros rivales con la eliminación. Para que digan que no hay justicia deportiva.

Las semifinales estaban ahí. Nunca nos hubiéramos imaginado llegar tan lejos, pero ya que estábamos… en frente, el Deportivo Minero, con todas sus estrellas.

Creo que mejor que mis palabras, entenderán lo que fue el partido en la crónica del prestigioso Oswaldo “Tato” Menéndez, para “La Gaceta”: “Las acometidas del Minero llegaban una tras otra, como las olas del mar rompiendo contra la playa. Tiro tras tiro, bombardeaban la portería de Unión, con el ímpetu de un Stuka, la agilidad de un Hurricane y la precisión… de una apisonadora. Parecía que la portería se había empequeñecido, y que el Gato Merino ocupaba toda ella… toda no, pero si buena parte, impresionante la panza que lucía el arquero. 75 disparos conté, 75, si alguna vez me mandan fusilar, pediré que ellos formen el pelotón de ejecución. Posiblemente, yo mismo me tenga que disparar el tiro de gracia. Y en esas, en un pase hacia atrás de un defensa minero, el portero se trastabilla, cae, y el balón entra mansamente en la red… que gran razón tenía ese filosofo del esférico que es Lillo, cuando dijo aquello de que el fútbol es incientifico… total, no merece la pena quemarse, siempre hay alguien al que le toca la lotería, hoy, en vez de en un bombo, el sorteo fue en la cancha”.

Aunque algo injusta en mi opinión respecto a nuestros méritos, creo que sirve para explicar cómo logramos el pase.

Y como decía al principio, ahí estábamos, el Unión al completo, el gato Merino, el macho Díaz, el Negro Cabrera, paquete Montijo, Galleta Cabral, el chato Quintana, Mauricio “el pancho” Rivera, Ariel” el ruso” Fachinetti, el zorro Barragán, chupete Núñez y el Canario Wandosell. Sobre el césped reluciente, en medio del “Cielo”… En la final de la Copa provincial para amateurs, un hito histórico, no creo que cuando los reds o los blues llegan a la final de Inglaterra, puedan sentir lo que nosotros en ese momento…

Sabemos que es casi imposible que venzamos, Instituto es fuerte, algún desgraciado que no sabe que es el Sport nos dijo que deberíamos comprar al árbitro miserable, vergüenza debería darle semejante propuesta (sobre todo porque el colegiado tiene fama de integro e incorruptible).

Pero perdón, que empiezan el partido, discúlpenme, me esperan mis compañeros…-Eh, pelotudo, pasa acá la bola, que la reviento…

Posdata: Si, ganamos la copa, expulsaron a dos de nuestros contrarios, nos pitaron tres penaltis a favor… fue un triunfo del deporte, un bello rayo de luz en medio de la oscuridad y la falta de deportividad que vive actualmente nuestro juego. Las malas lenguas dicen que el referí nos pito a favor, debido a su indignación por un intento de compra, al parecer alguien le envió un jamón, con los saludos de Instituto… que falta de ética… disculpen que llaman a la puerta… -¿Si, que trae una factura de la Charcutería? Ah, perfecto, ahora mismo se la abono…

(Mi agradecimiento a Martín y a los amigos de “Café Fúbol” por tener la generosidad de cederme este cuento para compartirlo con todos ustedes)

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