4 de agosto de 2008

Venganza en el Fontanone


Esta es una de esas historias italianas irrepetibles. Comienza con el derby Lazio-Roma del domingo 10/12/2006, partido que se vive con la furia y el rencor que se puede imaginar.
El estadio se llena dos horas antes y se exhiben pancartas robadas en décadas anteriores a los enemigos. En fin, que la Roma perdió 3-0, siendo favorita, y la afición 'laziale' se desfogó en el consiguiente escarnio colectivo.
Pero faltaba la culminación. Resulta que Delio Rossi, el entrenador de la Lazio, había hecho una promesa a Sor Paola, una monja 'tifosa' del club (en Italia esto es normal): si ganaba, se bañaría en el 'Fontanone', hermosa y famosa fuente del Gianicolo situada frente a la embajada de España. A medianoche allí estaba Sor Paola y, a pesar de que ya refrescaba, Rossi se zambulló como un campeón. La afición se murió de gusto y el lunes atormentó con la foto a sus conocidos 'giallorossi' (amarillo-rojo, los colores de la Roma).
Pero el martes llegó la revancha. !Rossi, caíste!, proclamaba 'El Romanista'. Y aquí hay que hacer un inciso, que da idea de lo que significa la Roma: este diario de 12 páginas, editado desde hace dos años, es el único periódico del mundo dedicado sólo a un equipo de fútbol.
La exclusiva era que 40 'tifosi' del club salieron corriendo del estadio al final del partido, fueron al 'Fontanone' y mearon en sus límpidas aguas antes de que llegara Rossi. El jolgorio ha sido general y en Roma no se habla de otra cosa, aunque Rossi ha replicado que se habría bañado igual "porque era una cosa santa".
Pero muchos no se creen la historia. La propia Sor Paola, por ejemplo: "Es mentira, yo llegué antes y allí no había nadie". Además, siempre hay en el lugar un coche de 'Carabinieri', pero si los agentes eran 'romanistas' eso no supone ningún problema, más bien todo lo contrario.
Lo impagable ha sido la tesis oída a un camarero. Niega que lo ocurrido sea una ordinariez, porque cobra sentido y tiene su sofisticación si se piensa en la filosofía semántica del acto: en esencia consistió en volver amarilla ('giallo') el agua en que se metió Rossi (rojo). Resultado: 'giallorossi', los colores de la Roma. Y ante este razonamiento no queda más que rendirse.

(tomado del diario "El Correo Digital" de Bilbao, 15/12/06)

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