El fútbol cada vez más es un programa de televisión que se juega en equipo. La necesidad de la tele hace que las camisetas deban contrastar e incluso cambien los colores. Estos colores que serían el último reducto de la identidad, también están desdibujados. Los jugadores y dirigentes pasan, pero los colores deberían quedar. Y el discurso más perverso de la hinchada es reivindicar para sí el sentimiento, que es lo único que queda. Los jugadores cambian y pueden ser cualquiera, incluso los clubes se mudan de barrio o pueden ser una empresa privada. Pero la esencia del hincha es otra.
(JUAN SASTURAIN, periodista y escritor argentino)
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