* Cuento infantil
Estimados compañeros del club:
Hace mucho que tengo ganas de decirles algunas cosas que me duelen. Espero que me entiendan. Tengo tanto derecho a decirlas como cualquiera.
Sabemos que los partidos se ganan con coraje. Se ganan en el juego después de todo el trabajo semanal. Y en el juego participamos todos. Cada uno colaborando con su aporte, haciendo lo que mejor sabe hacer. Cada uno atravesando momentos personales mejores o peores.
Yo pasé por momentos feos, pero no por eso dejé de poner todo en cada partido. Jamás me negué a transpirar la camiseta. Y eso, sin embargo, casi nunca fue reconocido.
Los periodistas se ocupan de los goleadores; del arquero, cuando ataja un penal; del técnico, cuando pierde tres partidos seguidos; de los lesionados y de los violentos; del presidente del club y del encargado del vestuario. Pero casi nunca se ocupan de alguien como yo.
Jamás pensé en dejar de defender los colores de nuestra institución, ni siquiera aquella vez que recibí un piedrazo durante un partido. Me sacaron en camilla y el médico me aconsejó reposo. Pero igual, el fin de semana siguiente estaba otra vez con ustedes, como siempre. Y sigo estando, aunque parezca que ustedes lo ignoran.
Nunca me hicieron un reportaje. Nadie elogia los años que llevo con los colores del equipo. Y, en todo ese tiempo, apenas hubo un par de fotos mías en los diarios. No importa.
Todos somos necesarios en la cancha: el "Puma" cuidando el arco; el "Chapa" yendo y viniendo; el "Beto" ordenando el mediocampo; el "Colo" pegándole desde lejos a la pelota; y el "Hormiga", con su zurda. El técnico, el médico y el kinesiólogo. Tito, con el bombo. Y yo, sufriendo y alentando desde afuera.
Porque yo también me siento parte del equipo. Me gustaría verlos a ustedes en una cancha que parece el fin del mundo, en una tribunita de madera, sentados bajo un sol que carboniza o con una lluvia que moja tanto, que parece que los huesos van a oxidarse. Esto es lo que quería decirles. Que siempre estaré acompañando a nuestro equipo, cada vez que juegue. Y me gustaría que lo sepan.
Los saluda atentamente.
Florencia
Estimados compañeros del club:
Hace mucho que tengo ganas de decirles algunas cosas que me duelen. Espero que me entiendan. Tengo tanto derecho a decirlas como cualquiera.
Sabemos que los partidos se ganan con coraje. Se ganan en el juego después de todo el trabajo semanal. Y en el juego participamos todos. Cada uno colaborando con su aporte, haciendo lo que mejor sabe hacer. Cada uno atravesando momentos personales mejores o peores.
Yo pasé por momentos feos, pero no por eso dejé de poner todo en cada partido. Jamás me negué a transpirar la camiseta. Y eso, sin embargo, casi nunca fue reconocido.
Los periodistas se ocupan de los goleadores; del arquero, cuando ataja un penal; del técnico, cuando pierde tres partidos seguidos; de los lesionados y de los violentos; del presidente del club y del encargado del vestuario. Pero casi nunca se ocupan de alguien como yo.
Jamás pensé en dejar de defender los colores de nuestra institución, ni siquiera aquella vez que recibí un piedrazo durante un partido. Me sacaron en camilla y el médico me aconsejó reposo. Pero igual, el fin de semana siguiente estaba otra vez con ustedes, como siempre. Y sigo estando, aunque parezca que ustedes lo ignoran.
Nunca me hicieron un reportaje. Nadie elogia los años que llevo con los colores del equipo. Y, en todo ese tiempo, apenas hubo un par de fotos mías en los diarios. No importa.
Todos somos necesarios en la cancha: el "Puma" cuidando el arco; el "Chapa" yendo y viniendo; el "Beto" ordenando el mediocampo; el "Colo" pegándole desde lejos a la pelota; y el "Hormiga", con su zurda. El técnico, el médico y el kinesiólogo. Tito, con el bombo. Y yo, sufriendo y alentando desde afuera.
Porque yo también me siento parte del equipo. Me gustaría verlos a ustedes en una cancha que parece el fin del mundo, en una tribunita de madera, sentados bajo un sol que carboniza o con una lluvia que moja tanto, que parece que los huesos van a oxidarse. Esto es lo que quería decirles. Que siempre estaré acompañando a nuestro equipo, cada vez que juegue. Y me gustaría que lo sepan.
Los saluda atentamente.
Florencia
(cuento tomado del libro “Cuentos de fútbol para chicas y chicos”,
Colección Azulejos, Editorial Estrada, Bs. As., 2007)
Colección Azulejos, Editorial Estrada, Bs. As., 2007)
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