El secreto de una pegada precisa es tener buen pie, aunque sea grande, y entrarle justo a la pelota. Calzo 42 y medio. Muchos, en el ambiente del fútbol, creen que sólo le pegar bien a la pelota los jugadores que calzan menos de 40. Pero esto es una generalización falsa. La buena pegada es un atributo innato, que se mejora con la práctica constante para reducir el margen de error.
Lo primero es sentirse seguro y confiado. Yo, por ejemplo, desde el instante en que el árbitro sanciona el tiro libre a favor, trato de abstraerme del clima del partido, de concentrarme en ubicar la pelota y de perfilarme bien. Al principio de mi carrera esto me costaba muchísimo; si el partido estaba muy caliente, no me tranquilizaba lo suficiente y terminaba tirándola a cualquier lado.
Una vez con la mente puesta en el remate, recién miro a la barrera y al arquero cuando estoy tomando carrera. Es un vistazo, nomás. El obstáculo de la barrera es siempre el mismo, así que no plantea mayores problemas. Y la ubicación del arquero puede servirme para saber si intentará moverse antes de que yo patee. En ese caso, elijo su palo para agarrarlo a contrapierna. Pero no es lo más frecuente. En condiciones normales, elijo el ángulo que tapa la barrera porque sé que si la pelota la supera, es muy difícil que el arquero llegue. De todos modos, el elemento fundamental es la forma en que le entro a la pelota. Si el impacto es seco, tipo latigazo, probablemente sea gol, porque la velocidad que toma el balón deja sin chances al arquero por más que éste vuele.
(RUBÉN "El Mago" CAPRIA, ex jugador argentino, contando sus secretos a la hora de entrarle a la pelota)
Lo primero es sentirse seguro y confiado. Yo, por ejemplo, desde el instante en que el árbitro sanciona el tiro libre a favor, trato de abstraerme del clima del partido, de concentrarme en ubicar la pelota y de perfilarme bien. Al principio de mi carrera esto me costaba muchísimo; si el partido estaba muy caliente, no me tranquilizaba lo suficiente y terminaba tirándola a cualquier lado.
Una vez con la mente puesta en el remate, recién miro a la barrera y al arquero cuando estoy tomando carrera. Es un vistazo, nomás. El obstáculo de la barrera es siempre el mismo, así que no plantea mayores problemas. Y la ubicación del arquero puede servirme para saber si intentará moverse antes de que yo patee. En ese caso, elijo su palo para agarrarlo a contrapierna. Pero no es lo más frecuente. En condiciones normales, elijo el ángulo que tapa la barrera porque sé que si la pelota la supera, es muy difícil que el arquero llegue. De todos modos, el elemento fundamental es la forma en que le entro a la pelota. Si el impacto es seco, tipo latigazo, probablemente sea gol, porque la velocidad que toma el balón deja sin chances al arquero por más que éste vuele.
(RUBÉN "El Mago" CAPRIA, ex jugador argentino, contando sus secretos a la hora de entrarle a la pelota)
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