Corría el año 1989, me desempeñaba en Unión de Santa Fe, donde conocí a un tipo de primera calidad, un gran compañero y amigo, el “flaco” Gustavo Tognarelli.
Por ese entonces yo me hospedaba en uno de los mejores hoteles de la ciudad, El Hostal, el flaco, que era el arquero de aquel equipo del 89, lo hacía en el hotel Zavaletta distante a unas cuadras del mío, con el tiempo nos hicimos compinches y en consecuencia autores de muchas historias sabrosas, si lo sabrá el “Profe” Mazza y Zucarelli, nuestro cuerpo técnico por aquel entonces.
Recuerdo en especial una noche, después de entrenar y realizar el corretaje acostumbrado por la peatonal, nos fuimos a cenar al Hostal tras una invitación mía, siempre era mía, al “flaco” le decían “isoca”, por que le comía la plata que el padre obtenía al vender la cosecha de soja, terminada la cena nos dirigimos a la habitación a ver una película, esta finalizó tipo dos de la mañana, comentario va, comentario viene ya eran tres y media y al “flaco” se le ocurrió una de las suyas tentando mi insomnio.
El conserje de la noche acostumbraba a quedarse dormido, en el despacho de la dueña del hotel colgaba un retrato de su padre, muy bien pintado pero extremadamente grande en sus dimensiones. Se nos ocurrió darlo vuelta, para que se entienda bien, era ponerlo cabeza abajo, sigilosamente entramos sin ser descubiertos por el conserje y consumamos la tarea, antes de retirarnos no pudimos ocultar la tentación al ver semejante cuadro dado vuelta y llegamos riéndonos a la habitación donde pudimos soltar nuestras carcajadas contenidas.
Antes de dormirnos pensábamos en voz alta si nuestra “maldad” no le traería problemas a los empleados, llegado el caso que la dueña se enterara o viese a su padre de esa manera, nos dormimos pensando que la empleada encargada de limpiar la oficina a la mañana lo vería o el conserje antes de retirarse lo detectaría, el cuadro era muy grande para no darse cuenta, bajo ese manto de conjeturas terminamos la noche.
Muy temprano me despierta la voz de Alicia, la telefonista del hotel, alterada por cierto me increpó, ¡Pepe ¿qué hicieron con el cuadro? hay un despelote bárbaro, la dueña lo vio y quiere echar todos los empleados de la noche!, le contesté que no sabía de lo que me estaba hablando y que me dejara dormir, al rato vuelve a insistir, la atiende el “flaco” Tognarelli, también lo increpó diciéndole que podían hacer para remediar la situación, el “flaco" le pidió que le contara lo ocurrido, haciéndose el tonto, una vez que Alicia terminó con el relato, muy suelto de cuerpo le contestó: Mejor que den vuelta el cuadro porque se le va a ir toda la sangre a la cabeza.
Por ese entonces yo me hospedaba en uno de los mejores hoteles de la ciudad, El Hostal, el flaco, que era el arquero de aquel equipo del 89, lo hacía en el hotel Zavaletta distante a unas cuadras del mío, con el tiempo nos hicimos compinches y en consecuencia autores de muchas historias sabrosas, si lo sabrá el “Profe” Mazza y Zucarelli, nuestro cuerpo técnico por aquel entonces.
Recuerdo en especial una noche, después de entrenar y realizar el corretaje acostumbrado por la peatonal, nos fuimos a cenar al Hostal tras una invitación mía, siempre era mía, al “flaco” le decían “isoca”, por que le comía la plata que el padre obtenía al vender la cosecha de soja, terminada la cena nos dirigimos a la habitación a ver una película, esta finalizó tipo dos de la mañana, comentario va, comentario viene ya eran tres y media y al “flaco” se le ocurrió una de las suyas tentando mi insomnio.
El conserje de la noche acostumbraba a quedarse dormido, en el despacho de la dueña del hotel colgaba un retrato de su padre, muy bien pintado pero extremadamente grande en sus dimensiones. Se nos ocurrió darlo vuelta, para que se entienda bien, era ponerlo cabeza abajo, sigilosamente entramos sin ser descubiertos por el conserje y consumamos la tarea, antes de retirarnos no pudimos ocultar la tentación al ver semejante cuadro dado vuelta y llegamos riéndonos a la habitación donde pudimos soltar nuestras carcajadas contenidas.
Antes de dormirnos pensábamos en voz alta si nuestra “maldad” no le traería problemas a los empleados, llegado el caso que la dueña se enterara o viese a su padre de esa manera, nos dormimos pensando que la empleada encargada de limpiar la oficina a la mañana lo vería o el conserje antes de retirarse lo detectaría, el cuadro era muy grande para no darse cuenta, bajo ese manto de conjeturas terminamos la noche.
Muy temprano me despierta la voz de Alicia, la telefonista del hotel, alterada por cierto me increpó, ¡Pepe ¿qué hicieron con el cuadro? hay un despelote bárbaro, la dueña lo vio y quiere echar todos los empleados de la noche!, le contesté que no sabía de lo que me estaba hablando y que me dejara dormir, al rato vuelve a insistir, la atiende el “flaco” Tognarelli, también lo increpó diciéndole que podían hacer para remediar la situación, el “flaco" le pidió que le contara lo ocurrido, haciéndose el tonto, una vez que Alicia terminó con el relato, muy suelto de cuerpo le contestó: Mejor que den vuelta el cuadro porque se le va a ir toda la sangre a la cabeza.
(Anécdota extraída de la página web de José "Pepe" Castro)
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