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El ángel de las piernas torcidas (Vinicius de Moraes - Brasil)
con el cuero a los pies, el ojo atento,
dribla una vez, y dos, luego descansa
cual si midiera el riesgo del momento.
Tiene el presentimiento, y va y se lanza
más rápido que el propio pensamiento,
dribla dos veces más, la bola danza
feliz entre sus pies, ¡los pies del viento!
En éxtasis, la multitud contrita,
en un acto de muerte se alza y grita
en unísono canto de esperanza.
Garrincha, el ángel, oye y asiente: ¡goooool!
Es pura imagen: la G chuta la O
dentro del arco, la L. ¡Es pura danza!
(SERGIO BATISTA, recién retirado de la actividad profesional, contaba intimidades de su paso por River en "Súper fútbol" de Noviembre de 1991).
(FERNANDO NIEMBRO, periodista deportivo argentino)
La patada (Marcelo Bentaberry - Argentina)
(un cuento para leer con canilleras…)
-Y sí… reconozco que fui un poco fuerte, tal vez demasiado, pero... ¿qué querés que le haga??? El tipo me sacó, me hizo enojar como nunca, ¿qué le voy a hacer?
-Y sí… reconozco que fui bastante fuerte, o mejor dicho muy fuerte, pero estaba enojado, mucho, ¡¡muy, muy enojado!!
-¡¡El guacho se metió con Ofelia!! y a mi que no me toquen a la Ofelia, para mi la Ofe (así es como yo la llamo en la intimidad) es todo, es mi vida, es mi sol, es mi... TODO ¡¡Y no voy a permitir que ningún guacho la llame vaca, ni chancha, y menos gorda obesa, ¡eso es imperdonable!
-¡Yo sé que me quiso hacer calentar, pero que no se meta con la Ofe, ¡con ella no!
-Reconozco que está un poco entrada en kilos, pero igual la quiero, y ese guacho no se tenía que meter con ella. Si al final yo soy el que le da de comer, para eso le doy todo el sueldo, y tengo además del fútbol dos trabajos más. ¡La cama reforzada la compré yo, y la ropa XXXL la pago yo, no él!
-¿Qué se mete ese con la Ofe, me querés decir? ¿cómo no me voy a enojar?
-Si, reconozco que estuve un poco violento, y por eso creo que debo pedirle disculpas después de que han pasado estos días, o mejor dicho semanas, no, en realidad... 18 meses de la patada. Le tendría que pedir disculpas, pero él también a mí, porque no nos olvidemos que me ofendió a la Ofe!!
-¡Yo sé que estuve mal, que levanté un poco la pata en esa trabada, pero estaba enojado. Sé que fui mal y con la pata alta, y me di cuenta, que se me había ido la mano, cuando la otra pata mía le pegó en medio del estómago, pero con la derecha reconozco que me desubiqué.
-Con la derecha lo agarré en la rodilla, ¿y qué querés? Si me había ofendido a la Ofe!!
-Me di cuenta que tal vez lo había lastimado cuando sentí el ruido, ese crassssh me pareció feo, pero tené en claro que mi enojo era más.
-La sangre pensé que era de la boca de él, porque también le di un buen codazo, pero nunca pensé que la patada…
¿No me jodas, que no va a poder practicar ningún deporte nunca más? ¿que apenas puede doblar la rodilla con la ayuda de sus manos?
-¡Y bueno si me había ofendido a la Ofe, ¿qué querés? ¿qué lo felicitara?
-¿Pero algún deporte podrá practicar? Ah, no, ¿ninguno?
-Entonces que juegue al dominó, o al ajedrez, pero a mi Ofe no la toca nadie, y menos los rivales:
- ¡¡La Ofelia es la más grande!! ¿de qué te reís? ¿o querés que te pegue una patada a vos también?
(agradezco a Marcelo el autorizarme a publicar este soliloquio con todos ustedes, que intenta arrancar una sonrisa al lector en vez de ser una incitación a la violencia. Que quede claro. De no haber sido escrito con ese espíritu no estaría en este blog. Gracias Marcelo nuevamente.)
Para mí era todo nuevo y la primera vez que fuimos a un estadio grande a jugar, terminó el partido y yo me saqué la ropa para ir a bañarme. Todos me miraron muy extrañados y entonces enseguida me volví a poner los pantalones.
(GERARDO "Karibito" MORALES, jugador uruguayo del club Mes, de la ciudad de Kerman, contando sus vivencias en el fútbol iraní. Publicado el 08/01/2008 en el diario "El País" de Montevideo)
(TARCISO BURNIGCH, defensor italiano encargado de marcar a Pelé durante la Copa del Mundo de 1970)
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(CARLES REXACH, ex jugador y entrenador del Barça. Tomado de su libro "Ara parlo jo")
CANARIOS - F.C. Nantes (Francia)
Apodados "Canarios", en clara alusión al colorido amarillo de su uniforme, el Footbal Club Nantes Atlantique fue creado el 21 de Abril de 1943, contando con uno de los mejores palmarés del fútbol francés con ocho Campeonatos y tres Copas de Francia.
El Club Nantes es el representativo de la ciudad homónima, del departamento de Loira Atlántico y de la región Países del Loira. Se crea de la fusión de varios clubes de la ciudad: el Saint-Pierre, el Stade Nantais U.C., el A.C. Batignolles, el l'A.S.O. Nantaise y el Mellinet.
Más que valorar un número importante de campeonatos y éxitos en su rico historial, los Canarios son portadores de una filosofía de juego y valores colectivos instaurados por los fundadores del club y que se mantienen vivos con el paso del tiempo.
El Nantes irrumpe en el campeonato profesional de la segunda división francesa a partir de la temporada 1945-46, después de un período de aprendizaje, bajo el impulso de hombres como el Presidente Marcel Saupin, verdadero icono de la institución.
Es necesario esperar once años para ver a los "Canarios" acceder a la primera división (1963) bajo la dirección técnica de José Arribas, entrenador emblemático que permanecerá en el puesto hasta 1976. El FCN confirma inmediatamente que no usurpó su lugar entre los mejores: conquista dos títulos nacionales en 1965 y 1966. Le sigue un período de transmisión que desemboca en la tercera corona (1973).
Los años 70 afirman el clásico contra el Saint-Etienne y en el verano de 1976 Jean Vincent sucede a José Arribas. Su sapiencia se ve tiempo después cuando los Canarios ganan el campeonato de 1977 y repiten en 1980, además de haberlo conducido tres veces al segundo lugar.
El palmarés del Nantes se enriquece también con la victoria en la Copa de Francia de 1979 ante el Auxerre, un trofeo que se había negado en tres ocasiones y este éxito les abre las puertas de la Liga de Campeones (hoy Champions League).
La presentación es un éxito, siendo eliminado por el Valencia en semifinales, después de haber sacado del torneo al Steaua Bucarest y al Dínamo de Moscú.
El cambio de década no afecta de ningún modo la dinámica nantesa. Resultado: un quinto título en 1983 y una cantera de juveniles que es modelo en Europa, las generaciones futuras se preparan bajo la tutela de antiguos jugadores de la casa. Campeones del Mundo con Francia en el Mundial de 1998 y vencedores de la Euro 2000, salieron de este "vivero": Didier Deschamps, Marcel Desailly y Christian Karembeu entre otros cracks.
No se consiguen grandes resultados a comienzos de los 90’ y en la temporada 91-92 el club presenta graves problemas financieros. Gracias al plan de rescate establecido por los dirigentes, en el año 1992 el club cambia su antiguo nombre de Football Club de Nantes, añadiéndole el Atlantique, al estar al borde de ser descendido administrativamente a segunda división.
En la primavera de 1995 y bajo la conducción de un entrenador carismático, Juan Claude Suaudeau, los canarios se consagran Campeones de Francia con una nueva marca de invencibilidad: treinta y dos partidos sin derrotas.
Alcanza las semifinales de la Liga de Campeones 95-96, siendo eliminado por la Juventus de Turín. Prosigue su carrera en el campeonato de Francia (tiene el récord de 44 temporadas consecutivas en Primera División), ubicándose en el tercer puesto en la temporada 96-97 y en la 99-00. El octavo título llegaría en la 2000-2001 y dos Copas de Francia en 1999 y en el año 2000.
Tras estos logros se inicia en el club un período negativo que culmina en el año 2007 con el descenso a segunda división poniendo fin a 44 años de presencia ininterrumpida en la elite del fútbol francés, que pierde a uno de sus equipos históricos reputado por su forma particular de entender el deporte basada en la cantera y en una filosofía muy particular de ver y sentir el fútbol.
Oficia de local en el Estadio "La Beaujoire", que cuenta con una capacidad de 38.489 espectadores y fue inaugurado en Mayo de 1984. El antiguo estadio del equipo era el Stade “Marcel-Saupin”.
Palmarés
Liga de Francia (8): 1965, 1966, 1973, 1977, 1980, 1983, 1995 y 2001
Copa de Francia (3): 1979, 1999 y 2000
Supercopa de Francia (3): 1965, 1999 y 2001
Subcampeón de Liga (7): 1967, 1974, 1978, 1979, 1981, 1985 y 1986
Subcampeón de la Copa de Francia (5): 1966, 1970, 1973, 1983 y 1993
Fuentes consultadas:
* Café fútbol
* Wikipedia
* Página oficial del Club Nantes
Cuando se ganó, nadie reconoció "José tenía razón". Tal vez fue culpa mía, nunca dije lo que realmente pasaba.
¿Borghi pudo haber sido el heredero de Maradona?
Pudo pero no quiso. Se conformó con lo que era. Sigue pensando igual que cuando debutó en Primera.
¿Maradona fue el mejor jugador que vio?
Del 50 hasta hoy no hubo nadie que jugara como Diego. Puede darse el lujo de volver todas las veces que le dé la gana.
(JOSÉ "Piojo" YUDICA, ex jugador y técnico campeón de América con Argentinos Juniors en 1985, en revista "Mística" del 9 de Agosto de 1997)
(CARLOS TIMOTEO GRIGUOL, director técnico argentino)
(Edson Arantes Do Nascimento "PELÉ", haciendo gala de la humildad acostumbrada)
En el Mundial de fútbol (Elsa Tebere de Ferraro - Argentina)
Aunque me pinte los labios
con tu color preferido,
seguirás mirando fútbol
y el programa deportivo.
Así me ponga la tanga
y al aire deje a mi ombligo,
tú siempre junto a la tele
y a tu equipo tan querido.
No puedo verte hecho un "zombi"
tras el gol y la pelota
voy de a poco ¡desnudarme!
¡y dejarte abierta la boca!
Y si no puedo lograr
que por mí te vuelvas loco,
pondré fin a mi impotencia
¡usando el control remoto!
(MARCO TARDELLI, ex jugador italiano, y su enojo con los dirigentes de su país, al llegar a España para disputar el Mundial de 1982)
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(FREDDIE SHEPPERD, ex Director General del Newcastle United, no muy convencido de renovarle el contrato al centrodelantero inglés en 15 millones de libras esterlinas -2000-)
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Entrevista a Eduardo Galeano
Las pasiones que esconde la pelota, pasando por la violencia y hasta su propia incapacidad para jugar bien, cobran vida en Galeano
El hombre acude puntual a la cita. Llega apurado, agobiado por el calor en una ciudad que no da respiro. Entra, saluda a los pocos parroquianos que hay en el lugar, pide un café y se sienta a la mesa. El que está enfrente de quien escribe es el uruguayo Eduardo Galeano, escritor, periodista y amante del fútbol, todo en idénticas proporciones.
La charla deambula, recorre esta pasión rioplatense, sus virtudes, sus defectos, pero comienza por cuestiones básicas:
-¿Cómo se enamoró del fútbol?
-Supongo que fue durante el embarazo de mi madre. Pero no recuerdo a qué altura. Sé que cuando nací, lo hice gritando gol, lo que no tiene nada de raro en este país. Todos los bebes uruguayos nacen gritando gol. Y por eso las maternidades son acá lugares muy ruidosos, con toda esa gurisada recién nacida que grita gol. No fui nada original en esa pasión ni lo soy ahora. El fútbol es una pasión colectiva en el Uruguay casi sin excepciones. Es una religión que no tiene ateos.
-¿Y de Nacional?
-Mi viejo era muy de Nacional y supongo que me transmitió esa fiebre. Pero la verdad es que yo soy cada vez más hincha del fútbol y cada vez menos hincha de mi club. Me he convertido en un mendigo de buen fútbol y con el paso de los años cada vez me importa menos de qué color es la camiseta del jugador que brinda belleza en el campo.
Y eso -explica- me coloca en una posición privilegiada para disfrutar del buen fútbol, porque me permite disfrutar más allá de las telarañas que el rencor, la mezquindad, te colocan delante de los ojos para impedirte ver. Como le sucede al hincha cuando se convierte en fanático, que no es capaz de ver lo que de bueno puede hacer el rival. El adversario queda demonizado en la misma medida en que se diviniza el propio equipo.
Sin embargo, esa pasión por el fútbol no se reflejó en la habilidad de Galeano para este deporte. A pesar de que se define como un mal jugador, admite que, cuando era chico, quiso ser futbolista. "Quería ser jugador de fútbol, como corresponde a todo uruguayo de ley. Jugaba en el barrio del Buceo, al borde del agua, a la orilla de lo que nosotros llamamos mar, en la arena o en los pastizales de la costa; ahí jugué toda mi infancia y siempre muy mal. Siempre fui pésimo, un patadura total", reconoce.
Toma una vez más una servilleta de papel y se seca la frente y la calva. Pasajero alivio para el sofocante calor que se vive, que se transpira. Recompuesto, se mete de lleno nuevamente en la charla.
Las críticas hacia el fútbol parten desde varios frentes. Y Galeano les responde con la misma pasión que siente por este deporte. "El otro día leí unas páginas indignadísimas de Umberto Eco contra el fútbol, en las que él lo descalifica porque se ha convertido en un objeto de consumo, o sea, se practica cada vez menos y se mira cada vez más. Pero con ese criterio, bien se podría descalificar al teatro, o a la música, o a la danza, o a la propia literatura, que tiene muchos más lectores que escritores", responde. "Para mí el fútbol es una de las innumerables expresiones de cultura, en la medida en que expresa la identidad colectiva. Dime cómo juegas y te diré quién eres".
Y continúa la defensa: "El fútbol tiene mucho de fiesta, y está ahora injustamente asociado con la violencia. Como si los matones que ejercen la violencia usando el fútbol como pretexto estuvieran autorizados para desautorizar el fútbol. Es como la fábula de Leonardo da Vinci en que narra la indignación del vino frente al borracho, porque el borracho le falta el respeto. El que se emborracha lo hace en nombre del placer que el vino da. Lo mismo pasa con el fútbol. El violento en el fútbol es violento en cualquier lado. Es como echarle la culpa de la fiebre al termómetro. La violencia encuentra en el fútbol un vehículo de desahogo, que a veces convierte a las canchas o a las tribunas en un campo de batalla. Pero el fútbol es mucho más que eso", responde.
La entrevista cambia de rumbo, casi naturalmente. No importa qué tema se aborde.
-¿Cuáles eran sus ídolos en su juventud?
-Tenía algunos, sobre todo los de Nacional. Entre ellos, un argentino inolvidable, que venía de San Lorenzo, Rinaldo Martino. Pero tenía también como ídolos a jugadores enemigos, los de Peñarol, y fue ahí donde me di cuenta de que como hincha venía fallado. Admiraba, por ejemplo, a Schiaffino. Yo estaba obligado a odiarlo y sin embargo lo valoraba", dice, reconociendo la traición hacia sus colores.
Y yo creo que el gran símbolo del fútbol uruguayo también está entre los enemigos: Obdulio Varela. No sólo por jugador, sino por los valores que representaba. Era un hombre muy digno, muy leal, muy valiente, que tuvo actitudes insólitas. Peñarol fue uno de los primeros equipos que tuvo publicidad en la camiseta y él se negó a llevarla. Salían los demás con la publicidad y él, nada. Decía: 'Ya se acabó el tiempo en que a los negros nos llevaban de una argolla en la nariz'.
En la voz de Galeano se percibe la nostalgia por aquellos buenos tiempos del fútbol uruguayo. Varela, figura en el Maracanazo de 1950, es el tema recurrente: "Obdulio, que no festejaba los goles por no ofender al rival, fue la última realización de ese fútbol capaz de nobleza. No sé si ahora se podría dar un jugador como él".
-¿Por qué?
-A medida que el fútbol se va profesionalizando más y más, se convierte en industria del espectáculo, con reglas muy feroces para sus protagonistas, se van haciendo más raros los espacios de libertad, de dignidad, de fantasía, que resultan sacrificados por la rentabilidad del negocio, como en otros órdenes de la vida también. Hay, además, una tendencia a la concentración de poder, en el fútbol y en todo lo demás, y la FIFA es una expresión de la organización internacional del negocio, con un poder muy concentrado cada vez en menos manos.
-¿Y qué tiene entonces el fútbol para seguir atrayendo a todo el mundo?
-Si bien a veces es horrorosamente mediocre, aburrido y espantoso, tiene capacidad de belleza, lo cual lo hace un deporte con capacidad de arte, tiene energía de arte.
El momento de la despedida está cerca. El calor de Montevideo nos espera afuera. Pero antes, como al pasar, Galeano devela otra de las causas de la atracción del fútbol. "Lo bueno que tiene el fútbol es la capacidad de sorpresa, de asombro, y ése es un ingrediente fundamental. Si no fuera por esa capacidad de asombro, que es objetivamente contradictoria con la gran máquina millonaria del fútbol como negocio, esa maquinaria naufragaría".
(entrevista extraída del portal "Solo Literatura")
Aclaro que no usé siempre la misma. No. Rara vez jugando en Boca, me quedaba con ella después de los partidos. Regalé a montones: hoy, la verdad, no tengo ni una de recuerdo...
(SEVERINO VARELA, recordado goleador uruguayo de extraordinario paso por Boca Juniors a mediados de la década del '40)
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(ÁRSENE WENGER, técnico del Arsenal, respondiendo años atrás a Sir Alex Ferguson, quien se quejaba de la clasificación de la Premier y su falta de justicia respecto al juego de su equipo, el Manchester United)
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(JAVIER CLEMENTE, actual entrenador del Real Murcia, haciendo amigos cuando dirigía a la selección española)
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Desde afuera (Lucas Otero - Argentina)
Ese Gol, Dios mío, que Gol.
Los sueños, de tanto insistir, se hacen realidad, y eso se sabe.
La pelota venía bombeada y yo, parado como siempre de nueve, pero esos nueves que bajan, no se crea que me quedaba pegadito al área como un pescador, no, yo bajaba y armaba el juego “jugaba y hacia jugar”, la pelota venía bombeada le decía, creo que había rebotado en mi profesor de historia en un despeje, saqué un fulbo de chilena que si se lo cuento no me cree, y menos aun me creería si le digo en que parte del arco entro el cuero. Además, para ganarme su reputación de mentiroso, yo soy de esos zurdos que quien sabe porque las chilenas y las rabonas las hacen con la derecha, a veces pienso que es porque con una pierna nos basta y nos sobra, la derecha la tenemos para poder correr a la par de los demás, aunque ni eso. Le decía que la bocha se clavó en un ángulo inatajable para cualquiera que se encontrara defendiendo los tres palos, inclusive para mi profesora de matemáticas. La reputa madre, el Gol se lo hice a mi profesora de matemáticas, ¿usted puede creerlo? A mí me chupó un huevo, yo lo grité.
El partido se dio por terminado en ese instante, porque teníamos que hacer un ejercicio de integración de grupo o alguna boludez por el estilo, era lo lógico, después de eso no había más que hacer futbolísticamente hablando, no había nada más para ver, “se acabó la función” pensé.
Nadie me dijo nada, nadie hizo un comentario, ni siquiera Lucas, como jugaba mi tocayo Lucas, un 5 “de esos”, para que le voy a mentir. Es el día de hoy que sostengo que esa falta de comentario fue porque atajaba la puta esta de matemáticas, si estaba en el arco alguien con pito, todos me lo hubieran reconocido, y uno a veces hace las cosas para que se las reconozcan, para levantarse mas minas, no me venga ahora a decir que no, de todas maneras le digo, que cuando la bocha venía bombeada, lo que menos pensé fue en ella, simplemente fue ese impulso que tenemos los buenos jugadores del balompié.
Yo interiormente sabía, y es el día de hoy que sé, que si en el arco estaba quien usted o Dios quiera poner, la masa de aire entraba igual, o mejor aun, porque los arqueros, los de a de veras digo, cuando saben que no llegan se tiran igual para que los compañeros no lo puteen, y le dan ese show a la jugada. Eso le faltó al mío, un poco de show, una volada, un “algo más”. Pero no, la de matemáticas solo me desmereció diciéndome que le había pegado muy fuerte. Ni idea tenía, no sabía las cosas que se me cruzaron en ese momento, además yo pensaba que como me podía decir eso si la cacé a 17 metros del arco.
Al retirarnos pasé por la cancha y me quede sentado al borde, había unos chicos jugando y bastante bien creo, pero yo me quede mirando e imaginando mi Gol, pensaba que tendría que haber una palabra en el diccionario que defina lo que hice, porque Gol le quedaba chico, una cosa es un Gol y otra fue lo que hice, son dos cosas totalmente distintas, la única, e injusta similitud, es que suman lo mismo, y eso, señores que hacen el reglamento, sépanlo, está muy mal.
Pero le decía que me paré al borde de la cancha y quería saber como había sido, ¿cómo podía haberlo hecho y ni siquiera verlo? Que injusto que es vivir en cámara subjetiva, uno se cuida, se mira al espejo actuando entre los demás, y cuando llega el momento no puede verse.
Fue media hora para reconstruir 1 segundo, quizá 2, “no puedo, no se puede” me dije, me paré y conté los 17 metros que separaban el lugar del hecho al del arco y me fui a casa, pagué 2 boletos, uno para mí y otro para mi orgullo, que seguramente tendría que haber pagado exceso de equipaje.
Desde ese día tengo la costumbre de hacer ese ejercicio antes de jugar, ese de mirar la cancha y verme ahí. Trato de evitarlo, le juro, pero tengo sueños y no puedo con ellos. Muy pocos fueron los días que tuve la necesidad-obligación de mirar después del juego, muy pocos, pero muy pocos. Tengo horas y pasión por la pelota, pero un Gol como ese día, nunca más, lindos e importantes si, pero no como aquel. Y no me diga que las cámaras, la tecnología y esas boludeces, por favor, las cámaras no graban las sensaciones, y mucho menos logran reproducir los sueños.
Pienso que ese Gol fue lo peor que me pudo haber pasado, me obligó a tener la necesidad de verme, pasa que no solo me quiero ver en una cancha de fútbol, me quiero ver amar, trabajar, caminar y hasta comprar fasos para ver de que manera seduzco a la del super que esta bastante buena, pero al igual que en mis sueños, la subjetitividad de las cosas me persigue. Pienso que ese Gol fue lo peor que me pudo haber pasado, le decía, porque hasta me quitó las ganas de jugar al fútbol, porque un Gol como ese día, nunca más.
Y diga usted que se lo hice a mi profesora de matemáticas...
(agradezco a Lucas Otero por su amabilidad al permitirme publicar este cuento)
(ROQUE AVALLAY, ex futbolista argentino, campeón con Huracán en 1973, contando en 1997 algo insólito en cualquier país, salvo en Argentina)
(FRANÇOISE SAGAN, escritora francesa, 1935-2004)
(célebre frase de un defensa del club inglés Northampton tras un partido en el que marcó a George Best. El galés anotó seis goles)
Simplemente fútbol (Ignacio Copani - Argentina)
Simplemente una pelota va rodando
y se enciende la esperanza y la alegría.
Simplemente el juego de la mayoría
que se juega cada día en todos lados.
Simplemente es un gol que sabe a gloria.
Simplemente es abrazar a las figuras,
las de hoy y las que por siempre perduran
en el área grande de nuestra memoria.
Ponga música maestro y que se vengan
a bailar grandes y chicos, todos juntos
como baila el samba toda la defensa
si la agarra el Rey Pelé y les hace un nudo
si Usted mismo aquí se ve, no se sorprenda
porque todo esto es simplemente futbol.
Suena el silbato y yo me escapo del mundo.... Simplemente Fútbol!!!
Mi alma contenta por noventa minutos...Simplemente Fútbol!!!
Johan Cruyff le tira un centro a Valderrama
que la baja con el pecho a Zamorano,
Maradona la acomoda con la mano,
la de Dios, mientras aquel inglés reclama.
En el arco Chilavert y Jorge Campos,
rezan por que no patee Ronaldinho
y Garrincha desde el cielo le hace un guiño
a Menotti que lo sufre desde el banco.
La tribuna se emociona y se divierte,
mientras pasan las postales deportivas
y una ola cubre todo el continente
y se olvidan por un rato las heridas,
y es que el futbol late al ritmo de la gente...
simplemente futbol, simplemente vida.
Suena el silbato y yo me escapo del mundo.... Simplemente Fútbol!!!
Mi alma contenta por noventa minutos... Simplemente Fútbol!!!
Si no hay partido me deprimo y me hundo... Simplemente Futbol !!!
al "Fuchibol", al "Calcio", al "Soccer" me subo... Simplemente Futbol!!
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-En algún lugar hay que arrancar. El día que algún dirigente se plante en querer salvar a su club y su gente esté convencida de ese mensaje y lo lleve como bandera -porque hay que quedarse tranquilos que al descenso no te mandan tan fácil-, ahí puede empezar a cambiar la realidad. Hay que pensar en los clubes y dejar de comprar diez jugadores para disputar la Copa Sudamericana, que por ahí te quedás afuera en dos partidos.
-¿Hay dirigentes con esas características?
-Raúl Gámez tiene buenas intenciones, pero fue tremendamente criticado por los medios. Ahora hay un Foro Social que se armó para que los clubes sigan siendo de sus socios. Pero es bastante loco, lo apoya Cherquis Bialo, por ejemplo, un bastión de Torneos y Competencias; un tipo que siendo gerente de Torneos y Competencias dijo “Argentinos Juniors, a Mendoza”. La rebelión es con la gente, pero a la gente hay que darle un mensaje claro. El día que surja un dirigente honesto, que no robe -porque vos pactás un amistoso en China y te podés traer cien mil dólares en el bolso, y eso es muy tentador-, vas a ver cómo la gente lo va a apoyar y cómo se van a armar focos por todos lados. No tengo ninguna duda de que es así.
(NORBERTO “Ruso” VEREA, ex arquero del ascenso argentino, columnista en programas de radio y TV, en declaraciones al diario “Página 12” del domingo 31 de Agosto de 2003)
(JUAN VILLORO, escritor mexicano)
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(KEVIN KEEGAN, ex futbolista inglés, actual técnico de Newcastle despachándose días pasados contra la hegemonía de los poderosos -Chelsea, Manchester United, Arsenal y Liverpool- en la Liga de Inglaterra)
Canto al gol (Héctor Negro - Argentina)
Le canto al gol.
Redondamente puesto
en el arco violado con un
temblor eléctrico.
Al gol tejido, urdido o reventado
como un amanecer contra la
tarde.
Al gol escamoteo, malabar,
golpe de ola,
río de mariposas que nos bañó
de trébol.
Al gol, al gol, al gol,
al esperado bajo el sol
sobre el cemento o el tablón,
con todo el trueno que se gesta
desde el pecho.
Al que dispara su exaltada
combustión
desde el pulmón
y canta, abraza,
compartiendo su mejor
entrega desbocada de festejos.
Él me preguntó cuál era mi idea, o mi anhelo en el Real y le contesté que soñaba con salir campeón. Apenas terminé, me corrigió: "No, viejito, no. Lo que tú tienes que pensar es en poder renovar tu contrato, porque si tú juegas bien, si el club te retiene, es porque fuiste importante y si fuiste importante, es más probable que el equipo salga campeón".
(JUAN CARLOS TOURIÑO, ex futbolista argentino recordando su paso por la entidad "merengue")
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(ENRIQUE HRABINA, ex defensor de Atlanta, San Lorenzo y Boca Juniors, defendiéndose ante las acusaciones de jugador malintencionado)
La pelota (Felisberto Hernández - Uruguay)
Cuando yo tenía ocho años pasé una larga temporada con mi abuela en una casita pobre. Una tarde le pedí muchas veces una pelota de varios colores que yo veía a cada momento en el almacén. Al principio mi abuela me dijo que no podía comprármela, y que yo no la cargoseara; después me amenazó con pegarme; pero al rato y desde la puerta de la casita -pronto para correr- yo le volví a pedir que me comprara la pelota. Pasaron unos instantes y cuando ella se levantó de la máquina donde cosía, yo salí corriendo. Sin embargo ella no me persiguió: empezó a revolver un baúl y a sacar trapos. Cuando me di cuenta que quería hacer una pelota de trapo, me vino mucho fastidio. Jamás esa pelota sería como la del almacén. Mientras ella la forraba y le daba puntadas, me decía que no podía comprar otra y que no había más remedio que conformarse con ésta. Lo malo es que ella me decía que la de trapo sería más linda; era eso lo que me hacía rabiar. Cuando la estaba terminando, vi cómo ella la redondeaba, tuve un instante de sorpresa y sin querer hice una sonrisa; pero enseguida me volví a encaprichar. Al tirarla contra el patio, el trapo blanco del forro se ensució de tierra; yo la sacudía y la pelota perdía la forma: me daba angustia verla tan fea; aquello no era una pelota; yo tenía la ilusión de la otra y empecé a rabiar de nuevo. Después de haberle dado las más furiosas “patadas” me encontré con que la pelota hacía movimientos por su cuenta: tomaba direcciones e iba a lugares que no eran los que yo imaginaba; tenía un poco de voluntad propia y parecía un animalito; le venían caprichos que me hacían pensar que ella tampoco tendría ganas de que yo jugara con ella. A veces se achataba y corría con una dificultad ridícula; de pronto parecía que iba a parar, pero después resolvía dar dos o tres vueltas más. En una de esas veces que le pegué con todas mis fuerzas, no tomó dirección alguna y quedó dando vueltas a una velocidad vertiginosa. Quise que eso se repitiera pero no lo conseguí. Cuando me cansé, se me ocurrió que aquel era un juego muy bobo; casi todo el trabajo lo tenía que hacer yo; pegarle a la pelota era lindo; pero después uno se cansaba de ir a buscarla a cada momento. Entonces la abandoné en la mitad del patio.
Después volví a pensar en la del almacén y a pedirle a mi abuela que me la comprara. Ella volvió a negármela pero me mandó a comprar dulce de membrillo. (Cuando era día de fiesta o estábamos tristes, comíamos dulce de membrillo.) En el momento de cruzar el patio para ir al almacén, vi la pelota tan tranquila que me tentó y quise pegarle una “patada” bien en el medio y bien fuerte; para conseguirlo tuve que ensayarlo varias veces. Como yo iba al almacén, mi abuela me la quitó y me dijo que me la daría cuando volviera. En el almacén no quise mirar la otra, aunque sentía que ella me miraba a mí con sus colores fuertes. Después que nos comimos el dulce yo empecé de nuevo a desear la pelota que mi abuela me había quitado; pero cuando me la dio y jugué de nuevo me aburrí muy pronto. Entonces decidí ponerla en el portón y cuando pasara uno por la calle pegarle un pelotazo. Esperé sentado encima de ella. No pasó nadie. Al rato me paré para seguir jugando y la encontré más ridícula que nunca; había quedado chata como una torta. Al principio me dio gracia y me la ponía en la cabeza, la tiraba al suelo para sentir el ruido sordo que hacía al caer contra el piso de tierra y por último la hacía correr de costado como si fuera una rueda. Cuando me volvió el cansancio y la angustia, le fui a decir a mi abuela que aquello no era una pelota; que era una torta y que si ella no me compraba la del almacén yo me moriría de tristeza. Ella se empezó a reír y a hacer saltar su gran barriga. Entonces yo puse mi cabeza en su abdomen y sin sacarla de allí me senté en una silla que mi abuela me arrimó. La barriga era como una gran pelota caliente que subía y bajaba con la respiración. Y después yo me fui quedando dormido.
(cuento extraído del libro “Primeras invenciones” Arca, Montevideo, 1969)
Murci Rojas: “Bueno, del país no puedo contarles nada… Sólo puedo adelantarles que se trata de un equipo brasileño.”
(FRANCISCO "Murci" ROJAS, jugador chileno, haciendo gala una personalidad muy reservada)
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Mauricio Macri tiene un padre espectacular, pero él no puede discutirle ni al cartonero Báez. Así de simple. La soberbia lo mata. Yo lo vi en el casamiento de Valeria Mazza y le dije de todo con palabras duras. El me contestó "Vos hablás mucho", y yo le retruqué "sí, yo hablo, pero hice cosas; vos hablás, pero no hacés nada ni tenés presencia. Sos impresentable".
(DIEGO MARADONA, y su momento para cultivar la amistad en Mayo de 1998)
¿Cómo te cayó que Maradona te bautizara "El cartonero Baez"?
- Me cayó bien de entrada, porque cuando uno administra dineros que no son propios tiene que ser más austero que nunca, más cuidadoso que lo que suele ser con lo de uno. Si soy el cartonero digo que no.
(MAURICIO MACRI, ex Presidente de Boca Juniors en revista "Hombre" de Junio de 2007)
Los errores suceden a menudo. Pasan a diario en los entrenamientos. Lo que te hace mejor es cómo reaccionas ante ellos.
(MIA HAMM, futbolista estadounidense)
Las cábalas
Las cábalas son una institución dentro del ambiente del fútbol. Las respetan hasta los que no creen en ellas. Tiene mucho que ver con el miedo, con esa impotencia que siente el jugador antes de la competencia, con esa tensión nerviosa que le produce saber que algo va a pasar pero no sabe qué. El jugador siente mucho miedo, en esos momentos, pero no miedo físico, a una lesión o a una agresión. Su temor es de otro tipo. Le teme a lo desconocido. Por eso recurre a las cábalas.
Yo las tuve. Simples, inofensivas. Siempre me ataba primero los cordones del botín izquierdo. Cuando entraba a la cancha lo hacía con el pie derecho. Eran tan comunes como las de comer siempre en la misma mesa y con los mismos compañeros, la de ubicarse en el mismo asiento en el micro. Hay jugadores que se persignan al entrar a la cancha. Otros que se agachan, toman una matita de césped con la mano derecha y la besan. Mostaza Merlo venía a la concentración con un sobretodo largo y una bufanda roja cuando ya apretaba la primavera. Cuando River le cortó al Racing de Pizzuti su serie de treinta y nueve partidos invictos, nuestra reacción fue quemarle al Yaya Rodríguez el saco azul que había vestido durante tanto tiempo. Estábamos cansados de ese saco y la cábala ya se había cortado...
El espíritu cabulero aumenta cuando el jugador se hace técnico porque suma las propias a las del equipo. Lo curioso es cómo se mezclan las místicas con las paganas en el afán de encontrar una protección a lo que vendrá. Por las dudas se cree en todo y se mezclan las creencias.
El domingo que tenía que debutar en Cruzeiro, el masajista del equipo me despertó temprano. Muy temprano para lo que era habitual en mí: dormir hasta el mediodía los días de partido. Esa vez me despertó a las siete y media de la mañana:
-¡Vamos gringo que hay que ir a misa! -me dijo.
-¿Qué misa?, déjame dormir -le respondí.
El masajista insistió tanto que me tuve que levantar. Entonces ví como de una camioneta bajaban todo lo necesario para armar un altar. Estaban todos mis compañeros, el cuerpo técnico. No faltaba nadie. En medio de la ceremonia, el cura empezó a mezclar la liturgia con indicaciones tácticas hasta que terminó dándonos una verdadera arenga para ganar el partido, una charla técnica...
La misa terminó con una bendición general de los botines que íbamos a utilizar. Llegó la hora del partido, jugamos y perdimos.
Al domingo siguiente me acerqué al cura y le pregunté qué había pasado. Con una de esas sonrisas cancheras que identifican al mejor porteño me respondió de inmediato:
-Roberto... la bendición no es para un solo partido.
Las cábalas son una prisión de la cual no se sale más, por eso el sentimiento de culpa es tremendo cuando alguien se olvida de una y el equipo pierde. Yo no las niego, total no cuesta nada ponerse primero el botín derecho. Son parte del folklore y le dan material a la prensa. Pero yo nunca les di bola como jugador ni como técnico. Respeto a los creyentes, pero me incomoda pensar que un equipo gana por una cábala, porque hay demasiado pensamiento mágico en el fútbol con el que yo no estoy de acuerdo para nada.
Los éxitos sólo hacen aumentar la superstición.
(extraído del excelente libro “Jugar al fútbol” de Roberto Perfumo, ex jugador de fútbol y psicólogo social, Libros Perfil S.A., 1997)
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Cuando volvimos de las vacaciones después de salir campeones en el '95, me dijo: "Paulo, conseguime otros botines porque los que me habías dado, me los robaron". "Bueno", le dije, "no hay problema".
A los pocos días estaba viendo el video de la vuelta olímpica que dimos en la cancha de Rosario Central y lo veo a Tuzzio trepado al alambrado sin camiseta y tirando los botines a la tribuna.
¿Así que te habían robado los botines?
(PAULO SILAS, ex jugador brasileño, de recordado paso por San Lorenzo de Almagro)
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Pueden preparar el champagne.
(SANDRO MAZZOLLA, jugador italiano, en declaraciones a la prensa de su país días antes de la final contra Brasil en México 70)
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(GIACINTO FACHETTI, defensor italiano, manifestándose sobre Pelé en la final de México 70)
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