Un día como ayer, pero de 1986, la vida de Jorge Luis Borges llegó a su fin. Ayer cumplimos veinte años sin Borges, veinte años sin su genio y sin su pluma. Veinte años sin el escritor argentino más grande de todos los tiempos, el más universal de todos, el que nunca ganó el Nobel. Hoy el mundo, de diferentes formas, lo recuerda.
En ese sentido, vale la pena recordar que entre las filias, obsesiones y temas recurrentes de Borges están los libros, la filosofía, la teología, la matemática, la mitología, el tiempo, la eternidad, el infinito, el destino, los espejos, los tigres, los laberintos y un infinito etcétera. Sus odios y fobias también son varios, pero solo abordaremos uno que es pertinente en estos días de mundial: el fútbol. Y es que en momentos en que coincide la paralización por el Mundial de Alemania y la nostalgia por los veinte años de muerto de Borges, vale la pena recordar lo que Borges opinaba del deporte más popular: "El fútbol es popular porque la estupidez es popular". Para Borges el fútbol es feo estéticamente. "Once jugadores contra otros once corriendo detrás de una pelota no son especialmente hermosos". También llegó a decir que el fútbol es fundamentalmente agresivo, desagradable y comercial. "La idea que haya uno que gane y que el otro pierda me parece esencialmente desagradable. Hay una idea de supremacía, de poder, que me parece horrible".
Pero Borges no se detuvo en la crítica al deporte, además fue feroz también con su afición a la que calificaba de hipócrita, y es que, según Borges: "El fútbol en sí no le interesa a nadie. Nunca la gente dice 'qué linda tarde pasé, qué lindo partido vi., claro que perdió mi equipo'. No lo dice porque lo único que interesa es el resultado final. No disfruta del juego". Y sobre las implicaciones políticas de este deporte, las opiniones de Borges son implacables. Decía: "El fútbol despierta las peores pasiones. Despierta sobre todo lo que es peor en estos tiempos, que es el nacionalismo referido al deporte, porque la gente cree que va a ver un deporte, pero no es así". Y cerraba el desfile de agravios contra el fútbol, acusando a sus creadores: “Que raro que nunca se le haya echado en cara a Inglaterra haber llenado el mundo de juegos estúpidos, deportes puramente físicos como el fútbol. El fútbol es uno de los mayores crímenes de Inglaterra".
Solo para corroborar la opinión que tenía Borges sobre el fútbol basta una anécdota que lo pinta de manera genial. En 1978, a modo de protesta por el campeonato de fútbol que se estaba realizando en Argentina, Borges, optó por una sutil forma de despreciar y burlarse del fútbol y sus seguidores: El mismo día y a la misma hora en que la selección argentina debutaba en la Copa, dictó una conferencia sobre el tema de la inmortalidad.
Queda claro que en la insólita fusión entre fútbol y literatura hay dos grupos muy marcados. Los escritores para los que el fútbol despierta admiración y que lo han usado como un recurso artístico. Y los otros, los que odian el fútbol y se ofenden por la afición que siente la gente por este deporte. Queda claro también que Borges pertenecía a este segundo grupo.
Pero ahora, veinte años después de muerto, el fútbol se venga de su antagonista más célebre. Sobre la tormentosa relación entre Borges y el fútbol, circula una inverosímil leyenda, una especie de mito urbano que señala, sin más, que el fútbol dejó ciego a Borges. En una supuesta biografía no autorizada de Borges, escrita por un supuesto amigo del escritor, se afirma que en algún momento de 1930 Borges y otros intelectuales decidieron jugar un partido de fútbol, deporte por el que Borges, según esta historia, era un apasionado. En la insólita alineación también estaban Adolfo Bioy Casares, Roberto Arlt, Petit de Murat, Ricardo Güiraldes, Horacio Quiroga, Xul Solar y Julio Cortázar. Bueno, hasta el seudónimo de Borges, Bustos Domec, estaba jugando. Y entonces, sucedió algo que cambiaría la vida de Borges. En un tiro de esquina Borges saltó para rematar con la cabeza, pero perdió el equilibrio al ser empujado y antes de caer al suelo su frente se topó con la rodilla de un jugador contrario. Borges cayó al césped, fulminado y minutos después, ya en el hospital, un neurólogo daba el terrible diagnostico: se le habían desprendido ambas retinas, producto del golpe, y con el tiempo quedaría ciego. Por ello no le quedó otra opción que aprender a escribir. Sin duda la historia parece una especie de homenaje borgiano, es decir, una ficción presentada bajo un formato de realidad.
La coincidencia de fechas entre el mundial y el vigésimo aniversario de la muerte de Borges ya forma parte de esas paradojas de la vida. Pero es que no se podría esperar otra cosa para Borges, este inmortal que cumplió su anhelo de convertir su vida en una larga antología de contradicciones.
(artículo de Zoé Robledo, Junio 2006, publicado en "Webarticulista.net")
Desde Ayacucho, Argentina, un humilde homenaje a esa gran protagonista del juego traducido en cuentos, frases y anécdotas.
Sabiamente la definió el viejo maestro Ángel Tulio Zoff, "lo más viejo y a su vez lo más importante del fútbol".
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