Entre banderas, gorras, vinchas y banderines yo calzaba los botines del club de mi corazón
y así gritaba junto con todo el estadio cada gol del millonario que te quiero ver campeón.
Pero un buen día de la noche a la mañana con mis viejos y mi hermana nos tuvimos que mudar fuimos de Núñez a vivir a Caballito al lado de un potrerito en Cucha-Cucha y Bogotá.
Allá en el barrio cada vez que había partido se escuchaba el griterío junto al silbato del tren,
era la hinchada del Ferrocarril Oeste y yo como mi amigo Oreste me hice de Ferro también.
Y vi jugar al equipo de mis amores y aunque pasé sinsabores a mi cuadro lo banqué,
pinté de verde mi cuarto y mi bicicleta y me compré una camiseta con la cara de Garré.
Aquel verano cuando empezaron las clases la señorita Garlece la bienvenida nos dio
y era mi banco junto al de una compañera, morocha linda y “bostera” perfumada de alcanfor.
Creo que era la tercera de la lista fue amor a primera vista su mirada me segó,
era de tarde era la clase de pintura yo admiraba su hermosura y fui de Boca por amor.
Y desde entonces fui “xeneize” con el alma a los muchachos de la cuadra desafiaba sin temor. Dicen que el verde es suma de azul y amarillo, me estampé unos calzoncillos con un gol de Maradó.
Pero la ingrata no me hizo ni un comentario le dio su amor a un otario que era hincha del Gualeguay.
Y yo quedé más solo y triste que un arquero sin pelota y sin potrero gritando un gol en orsai.
Meses después fui a ver al circo “Sarrasani” en el estadio Amalfitani y me hice hincha de la “V”
era de Vélez pero deje de repente para ser de Independiente ¡diablo rojo hasta la mué!
Fui “funebrero”, de Aldosovi, de Talleres, de Gimnasia, Cambaceres, de Estudiantes y de Unión, de San Lorenzo, de Español y de Belgrano, Sacachipas, de Italiano, de Central y de Morón.
Fui de los Andes, de Juventud Antoniana, fui de All Boys a la mañana y a la noche de Colón.
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