18 de enero de 2008

Botas y botines (Ezequiel Fernández Moores)


Mario Kempes se largó a llorar apenas se enteró del golpe. Su llanto alertó a varios de sus compañeros. El presidente de la Delegación, Pedro Orgambide, recibió una comunicación telefónica desde Buenos Aires informándole que la Selección debía cumplir ese día con su partido y seguir con el resto de la gira. "Yo me enteré por el golpe a través de Muñoz y él nos tranquilizó diciendo que por suerte no había desgracias personales ni derramamiento de sangre", recordaría luego Orgambide. La particular apreciación del "Gordo" Muñoz, casi un comunicado de la Junta, no satisfizo a todos. Algunos jugadores, como Héctor Scotta y el propio Kempes, dijeron que querían volver a la Argentina. Se hizo una reunión y la mayoría decidió que había que seguir adelante. En medio de esa conmoción, revelada por algunos jugadores de aquel equipo, Argentina salió al campo y venció 2-1 a Polonia, dando vuelta el marcador con goles de Héctor Scotta y René Houseman. Aquel partido se jugó en Chorzow, una ciudad industrial de 150 mil personas del sur de Polonia, y sirvió a la Junta Militar para decir que ese día, 24 de Marzo de 1976, todo seguía funcionando normalmente en la Argentina.
Los primeros comunicados de la Junta de aquel miércoles 24 de Marzo hablaban de suspensión de derechos, intervenciones y prohibiciones. Pero el número 23 informaba que se interrumpía la transmisión de la cadena nacional para permitir la difusión en directo del partido Argentina-Polonia. El fútbol volvió a ocupar a la Junta en la primera reunión celebrada por sus integrantes el día 24. El almirante Emilio Massera comunicó al general Jorge Rafael Videla que Argentina debía confirmar su decisión de organizar la Copa Mundial ‘78. "Costará sólo 70 millones de dólares", le dijo Massera a Videla. Alguien intentó explicar luego que las obras demandarían una inversión mayor, pero Videla no se preocupó. "Aunque cueste cien millones no hay problemas", señaló.
"Veinticinco millones de argentinos", como decía el jingle militar, terminaron pagando más de 700 millones de dólares.
El 25 de Marzo la Junta recibió de manos del deporte una de las primeras adhesiones. La dio el presidente de la Confederación Brasileña de Deportes (CBD), almirante Heleno Nunes. "Tal vez sea la mejor garantía de la Copa del Mundo en Argentina", dijo Nunes. Al día siguiente arribó a Buenos Aires una comisión de la FIFA, para inspeccionar las obras del Mundial, encabezada por el alemán Hermann Neuberger, SS en los tiempos de Hitler. "El cambio de Gobierno no tiene nada que ver con el Mundial. Somos gente de fútbol y no políticos", dijo Neuberger. Más claro aún fue el propio mandamás de la FIFA, Joao Havelange. El 28 de Marzo decía desde el exterior que "la Argentina está ahora más apta que nunca para organizar el Mundial". Recibiendo a la FIFA en Ezeiza aquel 25 de Marzo estaba ya el almirante Carlos Lacoste, la bota que Massera puso dentro del deporte, para manejar el poder y los negocios.
Lacoste convocó a sus oficinas en el Ministerio de Acción Social al presidente de Boca Juniors, Alberto J. Armando, y le sugirió que pidiera la renuncia a toda la cúpula de la AFA. Su presidente, el médico de la UOM David Bracutto, rechazó el convite. Pero el 30 de Marzo la dictadura bloqueó las cuentas de la AFA en el Banco Central y Bracutto debió abandonar su cargo. La Marina y el Ejército libraron una batalla para ver quién se quedaba con la pelota. Ganó Massera y el 1º de Mayo de 1976 el voto obediente y mayoritario de los presidentes de los clubes de fútbol permitió al abogado Alfredo Cantilo convertirse en el nuevo presidente de la AFA.
Si la dictadura precisó a la AFA de una fachada democrática, distinta fue la situación en la Confederación Argentina de Deportes (CAD). Allí fue designado interventor Miguel Ángel Bruno, allegado al general Reynaldo Bignone. En el Comité Olímpico Argentino ( COA) el régimen urdió una trampa derrocando al tirador Pablo Cagnasso. Rodríguez sigue aún hoy en el COA y Bruno es su vicepresidente. La palabra "desaparecido" golpeó al fútbol al mes de producido el golpe. El 23 de Abril de 1976 las capuchas se llevaron a Norberto Julio Morresi, de 17 años, hermano de Claudio, el jugador que luego actuó en Huracán y River, una de las pocas voces del fútbol que jamás se escondió para repudiar activamente la represión. Casi al mes siguiente, el 17 de Mayo de 1976, la dictadura tuvo su primera muerte en las canchas. Estudiantes y Huracán jugaban en La Plata y en la tribuna visitante apareció un cartel de Montoneros. En medio de la batahola cayó muerto de un balazo Gregorio Noya, que estaba en la platea acompañado de su hijo pequeño. En 1976, según recuerda el periodista Amílcar Romero, en su libro Deporte, Violencia y política la AFA hizo disputar una cifra récord 752 periodistas y fue bajo la dictadura cuando las barra bravas, como dijo Roberto Perfumo, "ganaron su lugar al sol". Aquel mes de Mayo, el día 23, el triunfo de Víctor Galíndez en Sudáfrica y ante Richie Kates y el asesinato de Ringo Bonavena en un burdel de Nevada ocultaron otra pequeña noticia publicada por los diarios: el hallazgo de los cuerpos acribillados de los legisladores uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz.
Util para la dictadura, al deporte también le llegó la censura. El interventor de las radios “Splendid” y “Excelsior”, Vicecomodoro Jorge Pedrerol, transmitió órdenes superiores y prohibió en esas emisoras cualquier "comentario adverso" a la selección y a su técnico, César Menotti. Videla, en tanto, elegía deportistas para almorzar con "jóvenes sobresalientes", el 21 de Septiembre de 1979: entre los elegidos estaba Alberto Tarantini y Claudia Casabianca, años más tarde involucrados en causas por drogas. El 26 de Noviembre desaparecía Claudio Tamburrini, arquero del club de Almagro. Fue torturado y privado de su libertad hasta el 24 de Marzo de 1978. Pasó 120 días en el centro de tormentos clandestino instalado en el oeste del Gran Buenos Aires bajo el nombre de Mansión Seré.
Irónicamente uno de los hombres que tuvo bajo su cargo la Mansión Seré fue el comodoro Julio César Santuccione, famoso profesor en Mendoza y uno de los tantos militares dirigentes de la AFA, en aquellos años, como secretario del Tribunal de Disciplina y de la Comisión Especial de Reformas al Reglamento.
Siguiendo los consejos de la agencia Burson Masteller, contratada para mejorar su imagen en el extranjero, la Junta siguió montada al deporte y el 9 de Septiembre de 1977 Videla esquivó protestas en su visita a Nueva York fotografiándose con Guillermo Vilas, que unos días después ganaría por primera y única vez el Abierto de Estados Unidos.
Aquel mismo 9 de Septiembre, más pequeño, se informaba sobre el secuestro del profesor Alfredo Bravo. El ‘77, cuando ya Suárez Mason viajaba en los aviones de YPF para seguir los partidos de Diego Maradona en su club, Argentinos Juniors, se cerró con el recordado secuestro de las monjas francesas. Al día siguiente, las portadas en los diarios, sin embargo, se ocuparon en la fecha del fútbol, la final del polo entre el coronel Suárez y Santa Ana y una exhibición de Carlos Monzón en la Rural. Los archivos de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) cuentan a 56 desaparecidos en Enero de 1978. Uno de ellos es el único deportista federado argentino chupado por los militares. El atleta Miguel Sánchez un tucumano de 25 años que había participado tres veces en la famosa maratón brasileña de San Silvestre, fue arrancado de su casa de San Martín 176, de Villa España, en Berazategui, a las 3.30 de la madrugada del 9 de Enero de 1978. Su entrenador, Osvaldo Suárez, una de las máximas figuras del atletismo argentino, siempre creyó que se trató de "uno de los tantos errores de procedimiento".
Pero así como en el ‘82 se recordó por la Guerra de Malvinas y en el ‘83 la dictadura se despidió sembrando muerte y violencia con un año negro en las canchas, 1978 quedó incorporado como el año del Mundial. La historia sospechará eternamente del 6-0 ante Perú. Lo hará también de los controles antidóping, como reflotó hace unos días en la TV el periodista Aldo Proietto, director de la revista El Gráfico. Proietto era hombre de Lacoste en aquel engendro llamado EAM ‘78. La imagen de Argentina era custodiada desde los micrófonos por José María Muñoz y Raúl Portal atendía a periodistas en la Cancillería.
En Rosario, a un periodista cuyas crónicas "deformaban la realidad", le mandaron una señorita. Y cuando se quedó dormido la dama se llevó su credencial, sin la cual no pudo seguir trabajando y debió volver a su país. El día que empezó el Mundial, la dictadura cerró el Hospital Rawson. Y un día antes de la final ante Holanda, Adolfo Pérez Esquivel salió de prisión. Argentina ganó el Mundial el 25 de Junio de 1978 y los torturados de la ESMA no escucharon los gritos del estadio de River pese a la cercanía. Ellos se enteraron, porque su represor, el "Tigre" Acosta, irrumpió en el tercer piso al grito de "¡Ganamos, ganamos!". Obtenida la Copa, El Gráfico, abrió su edición del 4 de Junio con una entrevista exclusiva a quien creyó figura de la Copa, el general Videla. Fueron años en que la política abusó del fútbol. Años de Kempes, el Matador. Años de Videla, el asesino.

Distancias: Brasil hizo 4.659 kilómetros; Argentina, 618: Curioso dato, y más teniendo en cuenta que Brasil era el enemigo a batir por los argentinos y las enormes distancias del país organizador.
Coca Cola, patrocinador: Desembolsó 8 millones de dólares para patrocinar el Mundial.
Se marcaron 102 goles: La media del torneo fue de 2,68 goles por partido. Hubo tres goles en propia puerta y 64 futbolistas festejaron al menos un gol durante el torneo.
Más de millón y medio de espectadores: Las gradas de los seis estadios que albergaron partidos acogieron a 1.610.200 personas, a una media de 42.374. La final se jugó en el campo de River Plate en pleno invierno local ante 71.483 espectadores.
Brandts, a favor y en contra: El holandés fue, ante Italia, el primero en marcar en su meta y la rival en un mismo choque. Su equipo ganó 2-1.

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