El fútbol cumple un papel, canaliza la agresividad y el ansia de competencia de la humanidad a través de un juego. El fútbol, como el ajedrez, es la reducción a juego de la idea de la guerra. El lenguaje es bélico. Hablamos de ataque, defensa, retaguardia, disparo. La agresividad, por representación, se dirime en el campo de fútbol en lugar de en el campo de batalla. Hay una serie de señores que nos representan y en los que delegamos para que defiendan, aunque sean alemanes, brasileños o polacos, el honor de Jaén, de Cuenca, de Barcelona o Madrid.
(JULIO LLAMAZARES, poeta, ensayista y narrador español)
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