17 de noviembre de 2007


Tengo una anécdota terrible con Fabio Capello. Estábamos jugando un picado en la Ciudad Deportiva y había más de tres mil personas mirando. Recibo una pelota en el área y la paro de pecho. Me queda para patear de primera, pero veo que viene un defensor, engancho y lo hago pasar de largo... ¡Aró como tres metros! Sigo y enfrento al arquero, pero la pelota me pica mal. La única que me queda es darle de taco. Pin... ¡palo! La cancha se viene abajo de los aplausos, pero en el contragolpe nos embocan ellos. Capello paró el entrenamiento y me gritó como si hubiese hecho un gol en contra. La tribuna aplaudía y el tano me mataba. Fue horrible. En ese momento me sentí como si a un trompetista le tapan la trompeta cuando va a empezar el concierto (ESTEBAN CAMBIASSO, durante su paso por el Real Madrid, Mayo de 1997)

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