La profesionalización del deporte, inevitable en algún sentido, ha transformado al fútbol en una realidad irreconciliable. El juego de los intereses económicos, la obsesión salvaje de vencer, la mentalidad crudamente competitiva y la gloria a la popularidad, han hecho olvidar el único sentido que puede justificar la vigencia de este deporte, tan característico de los argentinos (VICENTE ZASPE, arzobispo de Santa Fe, Argentina, en la homilía del 14 de Mayo de 1978, en la Catedral de esa ciudad)
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