20 de octubre de 2007

El hinchismo y el hincha (Florencio Escardó - Argentina)


El porteño no odia a nadie ni a nada: acepta o rechaza. Su capacidad de pasión, siempre determinada por factores sentimentales, es positiva, casi nunca negativa. Su aprobación sentimental es el hinchismo.

El hinchismo es una adhesión de tipo místico, sin análisis y sin discriminaciones, con entrega total de la personalidad, del afán y del sentimiento. El hinchismo por los clubes deportivos -que con tan poca simpatía han mirado los analizadores de la porteñidad- no es más que una manifestación ruidosa y ostensible del hinchismo que tipifica la manera de ser de todo porteño.

El hincha es un estado psicológico de la hora actual. Está representado por el hombre que actúa de acuerdo a una sentimentalidad aceptada. Es el ser que ejerce una conducta religiosa. En esta época en que hasta los dioses son ateos. El hincha ha reemplazado la adhesión intelectual, o moral, por la adscripción apasionada.

Desde el punto de su actitud práctica, es una mezcla de mujer celosa y de jugador de truco. Sólo él ama y comprende. Y sólo él tiene en su mano todos los hilos para resolver la realidad de acuerdo a la justicia.

Pareciera que el hincha tipo es el de fútbol. No hay tal. Ese es el hincha liso y llano. Tal cual que ha entregado su alma al delirio admirativo. O al odio sarraceno. Y exhibe su odio o su entusiasmo en toda su brutal pristinidad. Él no elimina un jugador contrario por menos del crimen. Ni elogia a uno preferido por menos del endiosamiento. Él no tiene sino dos polos y va de uno a otro. Con la facilidad con que cambia de partido un "hombre independiente".

El hincha del fútbol no es más que la especie exhibida del hincha. El tremendo hinchismo es el del que no lo sabe.

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