3 de octubre de 2007


Durante el Mundial de Suecia, en 1958, Garrincha se compró una radio espectacular de más de cien dólares. Mario Américo, el masajista de Brasil, se aprovechó de la poca cultura de Mané y le dijo: "Ese aparato no le va a servir en Brasil, porque sólo habla sueco. Y se le van a reír todos".
El delantero se lo creyó, y le preguntó al asistente qué podía hacer. Ni lento ni peresozo, Mario Américo le dio la solución: "Muy fácil. Usted me la vende a mí por cuarenta dólares. No importa que se rían de mí, yo no soy importante como usted".
Con toda su inocencia, Garrincha aceptó el trato, pero con una condición: el utilero no debía contarle a nadie del error que había cometido Mané al comprar una radio que sólo hablaba en sueco.

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